UNA NOVELA DE LAS AFUERAS
JOSEFA SÁNCHEZ
VÍCTOR
RAMÍREZ PRESENTA UN MUNDO MARGINAL
EN FUERZAS PRIMARIAS Y BRUTALES
NOS dejaron el
muerto, única novela de Víctor Ramírez, reeditada ahora por el Ayuntamiento de
Teguise seis años después de su aparición, invita a algunas consideraciones
sobre la prosa de este autor. El mundo marginal que presenta Víctor Ramírez en
Nos dejaron el muerto tiene como eje argumental un acontecimiento en la vida
del personaje narrador: el velatorio en su casa durante unas horas de un muerto
ajeno.
Este mundo marginal
está sustentado, básicamente, por unas fuerzas primarias y brutales que se
entrecruzan en la vida de los personajes y los empujan a actuaciones inhumanas
e indignas.
Estas fuerzas son, fundamentalmente,
dos en la novela. La primera es la violencia física; reflejo de ella son las
peleas de bobos, las peleas de gallos, las palizas brutales que reciben
personajes -como Eloisita Peralta (a manos de su marido) o Petrita Jesús (a manos
del cura), el asesinato sangriento del hijo del general (a manos de la seducida
Aurorita María), la muerte violenta de Macario Damián, el asesinato del niño
inválido del juez (a manos de Máximo Florián), la alusión constante a la muerte
violenta de algunos miembros de la comunidad, arrojados al mar por los
falangistas, etcétera.
La segunda es la
violencia sexual, que supone hechos como la prostitución de muchos de los
personajes: la Tetona Chica, Benigna Lucía, Macario Damián: "Mi hermano
Macario Damián decía muerto de risa, y jurándolo por Dios, que parte de su
trabajo consistía en follar a viejas turistas de la residencia, la principal
parte de su trabajo, la mejor pagada”… las relaciones zoofílicas esporádicas
del abuelo Ignacio Perpetuo, la violencia amatoria de Cuaresma de la Concepción
y Máximo Florián, los niños que desnudan al muerto para verle y manipularle los
órganos genitales, etcétera.
Casi todos los personajes están
contaminados, en mayor o en menor medida, por estas componentes de su entorno.
Son víctimas de su ambiente, de su origen, de su educación y no hacen, o no
pueden hacer, nada para escapar a esto.
.... De todas
maneras, frente a la brutalidad y al primitivismo que caracterizan el mundo de
la novela, se alzan una serie de personajes que sirven de contrapunto a esa
gran mayoría denigrada por las circunstancias.
Estos personajes son, en primer lugar,
el narrador, ese niño testigo de esos hechos, que representa la inocencia que
empieza a despertar al mundo, por lo que la novela tiene cierto sentido
iniciático:
"Yo me hube de enterar porque los
oí desde la estera de palma amarillenta, acostadito en la oscuridad y
resguardado a causa de lo mío. Tampoco dije nada a nadie. De niñito ya
disfrutaba yo guardando secretos e inventando misterios”.
En segundo lugar, está el personaje del
padre, que no participa de este ambiente porque trabaja en un barco y cuando
llega a tierra empieza a sentir mareos y a desear embarcar de nuevo; esta
actitud del personaje puede entenderse como un rechazo del mundo a que
pertenece y que se concreta en la huida.
En tercer lugar, la figura del abuelo
Ignacio Perpetuo representa la ternura y la dignidad, hasta el punto de decidir
libremente cuándo debe retirarse a esperar la muerte:
“Antes de que subiera el abuelo Ignacio
Perpetuo a dejarse morir definitivamente mi madre le pidió la bendición de
Dios. Se había vestido de Domingo mi abuelo Ignacio Perpetuo, de salir hacia la
gallera, con el sombrero negro y un fajín recién comprado abajo en lo de
Mahmuh, un fajín color cacao brillante. Me pondré los zapatos aunque me ardan
los pies. He de morir como un gallero decente, como lo que siempre fui
–farfulló mientras pugnaba por calzárselos”.
El cuarto personaje
que sirve también de contrapunto a ese mundo brutal es el de la abuela Laureana
Magnolia, que ejerce el derecho a su libertad suicidándose con un disfraz de
carnaval puesto:
´Mi otra abuela apareció ahorcada una
madrugada de carnavales arriba en La Lagunilla Baja. Apareció vestida de
máscara y no son cañas mías. Ni se quitó el disfraz para ahorcarse: un disfraz
de hombre pirata barbudo pelirrojo y tuertoª.
Este hecho de la
novela hay que relacionarlo, además, con otro hecho irreverente e igualmente
grotesco y carnavalesco: el baile de Altamirano Benito con el muerto.
Estos ingredientes carnavalescos en la
novela sirven como revulsivos, como actos extremos de desacralización de la
muerte, pero también de la vida.
Nuevos rasgos
narrativos
Con la aparición en
1982 del cuento Diosnoslibre, el mundo narrativo de Víctor Ramírez ofrece
algunos rasgos nuevos que están presentes también en la novela Nos dejaron el
muerto.
Estos rasgos tienen que ver con tres
aspectos. El primero es la aparición de un espacio mucho más preciso y con un
mayor protagonismo.
Este espacio es en la novela y en el
cuento Diosnoslibre un barrio situado en las lomas o riscos de la ciudad. Son
comunes al cuento y a la novela algunos nombres de parte de este barrio, como
Sietesitios, donde vive la Andreíta Casiana de Diosnoslibre, y adonde sube a
vivir el Régulo Alcántara de Nos dejaron el muerto.
El segundo, que tiene que ver con los
personajes, relaciona también la novela que comentamos con el cuento ya Citado.
Los personajes de Nos dejaron el muerto
se caracterizan por su número abundante, por estar siempre referidos a través
de un nombre y un apellido (o un apodo) y por la repetición de estos nombres de
forma cercana.
Todo esto da a la novela un ritmo
especial de balanceo y de salmodia. Algo parecido ocurre en el cuento.
El tercer aspecto presente en Nos
dejaron el muerto y que relaciona esta novela con el cuento Diosnoslibre, algo
que, como decíamos, supone una novedad en el quehacer literario de Ramírez, es
el que atañe al carácter del personaje narrador que, como ya señaló Ángel
Sánchez para Diosnoslibre, a una tara física.
La novela está
narrada en primera persona por ese adulto que fue un niño enfermo,
circunstancias ambas que hace de él un observador del mundo que le rodea.
Así se justifica que sea él
-curiosamente un personaje sin nombre- quien cuente la vida de todos esos
personas que pasan por su lado y que, en cierto modo, condicionan su
personalidad mostrando una visión del mundo, como en el Lazarillo de Tormes.
También, como en el Lazarillo, el
narrador da cuenta los hechos a alguien, y ese alguien es un personaje a quien
el narrador se dirige a través del pronombre usted y del que tampoco sabemos
nada. 9-11-90 C7
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