MI CABAIGUÁN
POR GERARDO CABRERA SANTOS
En la época precolombina existían en la zona central de Cuba
múltiples sitios de asentamiento de los primitivos aborígenes, los siboneyes,
cuyas voces dieron nombre a lugares, que aún hoy persisten. Caracteriza a estos
nombres la inclusión de la silaba “gua” en ellos.
Son ejemplos significativos el de Guamuhaya, que es el nombre
aborigen del importante grupo montañoso central de la isla, que también se
conoce por Escambray como alternativa. Otros también como Matagua, Manicaragua,
Cunanayagua, Guaracabuya, Guayos, Macaguabo, Yaguajay, Iguara, Taguasco,
Guasimal, Majagua, Mayajigua, Barajagua, entre otros, así como también de
múltiples lugares de menor importancia de la zona, que sobreviven al tiempo.
El vocablo que le da nombre al pueblo de Cabaiguán, parece
proceder también de la lengua aborigen.
Buscando algún tipo de razón de la que pudiera extraerse ese
nombre, se dice que “Caba” podría proceder del color predominante de la tierra
en esa zona, pues significa tierra morada, aunque en realidad sus tierras son
clasificadas principalmente como pardas, lo que podría ser
también en el argot aborigen la forma de expresar esa tonalidad. Por su parte
“iguan” seria del lagarto conocido como iguana, lo que significaría tierra de
iguanas, pero en la realidad no se puede afirmar que haya existido allí
abundancia de esa especie de lagartos, pues realmente no son frecuentes en la
zona, ni se han encontrado fósiles que ratifiquen esto.
Se ha podido comprobar el asentamiento de aborígenes en la zona
de la Sierra de Gabino, las Tres Palmas, la Aurora, todas cercanas a Cabaiguán,
por ciertos restos encontrados por grupos locales de espeleólogos.
Posterior a la fundación de las villas de Trinidad y
Sancti-Spiritus por Diego Velázquez surge la villa de San Juan de los Remedios,
que aunque ya no pertenecía al abolengo “Velázquez”, adquirió importancia
económica por la riqueza de sus tierras, y por de ser la primera en
establecerse cerca de la costa norte del territorio central de la isla, con
perspectivas de facilidad portuaria.
El establecimiento de las vías o caminos para la comunicación
entre estas villas, así como con la de San Cristóbal de La Habana, fue dando
origen a la creación intermedia de lugares en los cruces de caminos, que
fueron, con el tiempo, desarrollándose como asentamientos poblacionales.
Así es que surge Cabaiguán, en una de estas intersecciones, que
al estar prácticamente en el centro geográfico de la isla, era lugar de paso
obligado para el trasiego de norte a sur y de este a oeste, lo que sin dudas le
aporto, con el tiempo, un rápido desarrollo. Así, en su época cruzaba también
por su territorio el llamado “Camino de La Habana”, o Camino Real, del que aún
hoy se aprecian sus rastros en la zona.
Dada la importancia que fue adquiriendo, durante los siglos XVI
y XVII se registraron incursiones de piratas que entraban por la costa sur de
la zona de Sancti-Spiritus para robar tabaco, que ya allí se cultivaba con
éxito, y cuya fuma procedía ya desde la época de los aborígenes que fueron los
primeros que enseñaron al mundo este habito.
Cabaiguán fue mercedado como hato del cabildo de Sancti Spíritus
en 1789, aunque ya el
1640 su vecino Guayos había sido nombrado hato de Cabaiguán.
En 1814 Cabaiguán era una
taberna y en 1848 un caserío. En 1879 es declarado
barrio rural de Sancti Spíritus. Obtuvo la categoría de Municipio de la
República el 7 de abril de 1926.
Durante la guerra de independencia, 1895-1898 las tropas
españolas llegaron a sumar hasta 200,000 efectivos en Cuba, para mantener el
control absoluto del país. Construyeron las llamadas trochas, tratando de
mantener aisladas unas de otras las regiones del país.
Ese fue el objetivo de la trocha de Júcaro a Morón, para aislar
la zona central de la oriental, así como la de Mariel a Majana para aislar el
occidente de la isla.
La zona de Cabaiguán fue escenario de múltiples combates,
comandados por los generales mambises Máximo Gómez asentado en la finca La
Reforma cerca de Sancti-Spiritus, Honorato del Castillo, Serafín Sánchez, así
como de otros militares cubanos de alta graduación, oriundos de la zona, que
fueron protagonistas de cruentos combates y escaramuzas. Todos eran especialistas
en burlar la trocha y extender la guerra, que finalmente culminó con la derrota
final del ejército español. Fue famoso en la zona de Cabaiguán el combate de
Las Yamaguas.
Finalizada la guerra, el gobierno de España tras su
capitulación, recibió el ultimátum de sacar su ejército del país, para lo que
se fijó un plazo breve.
Muchos soldados españoles tras el fin de la guerra, el 24 de
agosto de 1898, no se repatriaron, sino que se escabulleron y se quedaron en la
isla y rehicieron allí sus vidas, sin que esto originara ningún conflicto entre
ellos y los recién independizados cubanos.
Sin dudas estos soldados contra los que se había luchado, ahora
eran utilísimos brazos productivos en la paz. Fundaron familia y fueron
simiente de la nacionalidad cubana y de su desarrollo económico.
La repatriación de los soldados españoles fue prácticamente
improvisada en navíos bajo condiciones sanitarias deficientes, pues el gobierno
americano fijo fecha límite para ser efectiva el 1ro. de diciembre de 1898.
Sin embargo, la última partida de repatriados solo pudo salir el
5 de febrero de 1899 desde el puerto de Cienfuegos en el vapor Cataluña. Los
que lograron regresar a España de la guerra de Cuba, famélicos y enfermos, en
barcos insalubres sin atención sanitaria, se encontraron allí con un país en
crisis, que tras el desastre colonial del 98 no contaba con los recursos
económicos para asegurarles una existencia digna.
Debe recordarse que un gran número de reclutas españoles
enviados a Cuba, fueron los llamados “Quintos”, por el sistema de selección al
que fueron sometidos. Para lograr evadir el envío a Cuba, debían pagar una
cuota de 2000 pesetas de la época, que solo las familias pudientes podían
asumirlo. Los quintos que llegaron a Cuba eran sin dudas los procedentes de
familias pobres, campesinos, gente con muy poca instrucción y con una
preparación y equipamiento militar deficientes. Traían alpargatas en lugar de
botas, que los protegieran de las inclemencias del tiempo en un país tropical.
Cuentan que los generales más temidos eran, Junio, Julio y
Agosto, pues las cruentas lluvias, además de anegar los campos y caminos,
hacían proliferar las plagas, entre ellas las del General Mosquito, asociado a
la fiebre amarilla, paludismo, malaria, el llamado vomito negro, que unidos al
cólera diezmaban considerablemente las topas hispanas más que la propia guerra.
Muchos de aquellos soldados repatriados, posteriormente
regresaron a Cuba, pues allá, pasada la euforia de los primeros arribos a
puertos españoles, la población y las autoridades fueron apáticas e indiferente
a la atención de ellos, ya que en definitiva eran los perdedores y al final
resultarían una carga, por lo que solo les deparaba la humillación y la
pobreza.
En Cuba no se les guardaba rencor, pues en definitiva estrechos
lazos sanguíneos unían a los dos pueblos, siempre se reconoció a España como la
Madre Patria, aun después de la guerra.
Igualmente, los canarios también sufrieron la misma situación.
El Diario de Tenerife publica el su edición del 17 de febrero de 1899 el arribo
de 114 soldados procedentes de Cuba. Posteriormente llegaron otras
expediciones.
Por otra parte, aun durante los años de guerra, múltiples
familias canarias llegaron a Cuba en busca de una mejor situación económica. La
mayoría de ellas quedaron allí establecidas definitivamente.
Inclusive, soldados canarios del ejército español llegaron a
establecer familia en Cuba durante su periodo de servicio, como fue el caso de
mi bisabuelo por parte de mi abuela materna, Tomas Hernández, que llego a Cuba como soldado,
participando en la llamada Guerra Chiquita . Estando en el servicio militar
contrajo matrimonio con mi bisabuela, Margarita Hernández, también de origen
canario. El matrimonio adquirió una finca en la zona de Melga rejo, Revisa, cerca
de Yaguajay, en la que trabajaban ellos solos mientras duró el periodo de paz,
entre la llamada Guerra Chiquita de 1874-1878 y la Guerra de Independencia de
1895-1898.
Cuando se rompen las hostilidades en el 95, es movilizado de
nuevo para la guerra, quedando su esposa, con aproximadamente 24 años de edad,
sola en la finca, encargándose ella misma de las labores agrícolas, y con una
prole, todas hembras, que lamentablemente vio desparecer, víctimas de las
enfermedades y las penurias de la guerra.
Durante la guerra existían partidas de malhechores dedicados al
asalto y robo en los campos de Cuba, a los que en aquel entonces llamaban
despóticamente “guerrilleros”, conformadas principalmente por desertores de
ambos bandos.
Mi bisabuela, en múltiples ocasiones tuvo que defender su
propiedad y familia, ella sola con una vieja escopeta, del asalto de estas
partidas.
Ambos sobrevivieron la guerra junto con dos hijas, que
posteriormente dieron continuidad a esa rama de la familia.
Durante periodo que duró la guerra contra España arribaron y se
establecieron muchas familias canarias en la zona central, entre ellos mis
bisabuelos por parte de mi abuela paterna y también mi abuelo paterno. Ellos se
dedicaron a las labores agrícolas relativas al cultivo del tabaco y de la caña
de azúcar en la zona de San Juan de los Remedios.
Los canarios específicamente en la zona de Cabaiguán llegaron a
establecerse preferentemente, dada la magnifica calidad de las tierras para el
cultivo del tabaco, que era su tradición, además las facilidades y beneficios
con que se apoyaba este asentamiento. Llegaron con el tiempo a conformar hasta
el 85 % de la población de la zona.
En el periodo de la posguerra se asentaron en Cuba alrededor de
300 mil españoles, bajo la política de blanquear la isla, así cerca del 33 % de
los emigrantes eran de origen gallego, como un 18 % de asturianos, un 13 % de
canarios y como un 10% entre de catalanes y andaluces.
Desde 1902, Cabaiguán era atravesado por el Ferrocarril Central,
por el que trasegaban todos los trenes de carga y de pasaje que circulaban por
el país.
En la construcción de las vías férreas participaron un sinnúmero
de ciudadanos de origen español, muchos de ellos ex soldados que no se
quisieron repatriar después de finalizar la guerra de independencia y se
incorporaron a la vida nacional.
Recuerdo el haber oído aquella expresión utilizada, para cuando
se estaba muy sudado y mal oliente por el fuerte trabajo físico realizado bajo
el sol tropical, abrazador, que decía: “tienes peste a gallego de línea”. En
Cuba se le dice “gallego” a todos los peninsulares, independientemente de la
zona de España de donde proceda. Los canarios no entran en esta categoría,
ellos son los isleños.
Algunos de los ciudadanos que participaron en la construcción
del ferrocarril luego se asentaron allí, estableciendo algunos pequeños
negocios y formando familia. Por su disciplina y dedicación adquirieron la fama
de ser en extremo buenos trabajadores, como todos los españoles de aquella
época.
Al parecer a ellos se les debe el apelativo de “Cabaiguán pueblo
de los verracos”, por el que algunos se ofenden, ya que de verraco también se
tilda al tonto. Probablemente haya sido en referencia a las cochiqueras allí
establecidas.
El ferrocarril disponía de un paradero de estilo americano, al
que llamaban “El Paradero”, en la que hacían parada obligatoria todos los
trenes de pasajeros que trasegaban de un extremo al otro de la isla.
Los trenes comerciales también hacían sus paradas para la carga
y descarga de mercancías y materiales destinados al pueblo o a su vecindario.
Para ello se disponía de dos carrileras paralelas para noobstruccionar la vía
principal.
También transitaban por la vía los llamados trenes cañeros,
llevando los productos desde las colonias de caña hacía los centrales
azucareros de la zona.
Además, Cabaiguán no fue lugar de asentamiento significativo de
esclavos africanos, lo que se puede apreciar en la composición étnica de su
población.
En mi época, Cabaiguán era un pueblo excepcional, muy
bullicioso, lleno de comercios, con un sinnúmero de negocios que lo
caracterizaban, como lo eran múltiples tiendas de ropas, farmacias, ferreterías
, peleterías, talabarterías, fábrica de zapatos , salones de belleza, barberías,
molinos de café, molinos de gofio, lecherías, etc. que le daban al pueblo una
singular autonomía económica.
Su pujanza era producto de una fuerte economía agropecuaria,
además de la industrial, en la que predominaba, como fuente principal, el
cultivo y procesamiento del mundialmente famoso tabaco habano.
Se le sumaba el cultivo de la caña de azúcar, en las llamadas
“colonias de caña”, así como con un gran número de fincas dedicadas al cultivo
de frutos menores, que abastecían ampliamente de frutas, hortalizas, vegetales
y cereales al pueblo y sus alrededores.
También eran importante las fincas dedicadas a desarrollo y ceba
de aves de corral, ganado vacuno y porcino, que abastecía de carnes las
múltiples carnicerías del pueblo, además de leche para el consumo local y para
el suministro a las fábricas de productos lácteos Nela y Nestlé de
Sancti-Spiritus.
En aquella época también se construyó una refinería de petróleo
para la producción de gasolina, RECA, por una compañía americana cuyo montaje y
posterior operación representó una buena fuente de trabajo y empuje económico.
Paralelamente se establecieron compañías dedicadas a la
perforación y extracción de petróleo, en la zona de Jarahueca, al norte del
municipio.
Desde 1927, el pueblo es cruzado a todo lo largo por la
Carretera Central, que en esa época era la principal vía nacional para el
trasporte por carretera, lo que le abrió la posibilidad excepcional de
expansión extra territorial de su capacidad comercial. Además, todas las rutas
de transporte nacionales hacían allí paradas obligatorias, lo que incrementaba
su promoción.
El pueblo es el único de Cuba que está caracterizado porque la
carretera central lo cruza de forma muy singular, pues al poseer vías
diferentes para el tránsito en direcciones contrarias, estas son separadas por
un parque a todo lo largo, “el Paseo”, de elegante corte, arbolado, provisto de
amplios bancos distribuidos a todo largo, con canteros de flores, que hacen de
el, un lugar muy placentero. Recuerda al Paseo del Prado de La Habana o la 5ª
Avenida de Miramar.
Acentúa su singularidad que “El Paseo”, como allí lo llaman es
el lugar preferido para encuentros de amigos y enamorados, para el ir y venir,
pasear, socializar durante horas de la noche preferentemente los fines de
semanas y días de fiesta. No existe otro pueblo en Cuba con esa característica.
Sin dudas, el tabaco era el fuerte principal de la economía
lugareña por la gran calidad de sus tierras para ese tipo de cultivo, contando
principalmente para ello con la mano de obra de los isleños canarios, que
llegaron a alcanzar junto con sus descendientes hasta el 85% de la población de
la zona.
En efecto, el futuro para los canarios emigrantes estaba en
Cabaiguán, hacia donde se habían trasladado en gran número, ante las perspectivas
que ofrecía sus feraces tierras para la agricultura, y especialmente para el
tabaco, junto a las facilidades financieras que se les ofrecía. Había canarios
procedentes de todas las islas, pero principalmente de La Palma.
Los canariosse caracterizaron por poseer cualidades
excepcionales para este menester, como lo eran, además de sus conocimientos y
tradición, su voluntad y tesón para estar doblados de sol a sol sobre el surco
en el los periodos de siembra, cultivo o en las labores de secado de las hojas
en las llamadas “casas de tabaco”, donde se le daba el ulterior proceso de
secado previo, para lograr hojas con máxima calidad, que luego de ser
procesadas correspondientemente, le traería la reconocida fama universal al
producto que allí se elabora.
Tal era así, que no era cosa común ver a un agricultor canario,
ya entrado en años, que lograra mostrar un cuerpo erecto , sino más bien
inclinado por la cintura, debido a las largas jornadas, durante toda una vida,
doblados sobre el surco en las vegas de tabaco.
De esa dedicación surge principalmente la calidad del producto.
De esa voluntad también vienen expresiones populares, como
aquella de trabajar como un isleño o aquella de: “La yagua que está p'tí no hay
vaca que se la coma, ni isleño que la recoja”.
Donde “Yagua” es el tejido fibroso que rodea la parte más alta
de la palma real y es el basamento para la formación, sujeción y apoyo de la
hoja de la palma, “pencas”, al tronco del árbol. Al irse secando la hoja, ésta
se desprende y cae a tierra, arrastrando consigo la yagua, que aun esta medio
“verdosa”, por lo que presenta cierta ductilidad por la humedad contenida, que
permite su modelación.
La yagua tiene utilidad para diversos usos ya que aporta un
material fibroso, fuerte y resistente que al extenderse presenta un área de uno
o más metros cuadrados de superficie y de entre tres o cuatro milímetros de
espesor. Estas superficies luego de moldeadas se dejan secar y se dedican
tradicionalmente a la confección, junto con tablas obtenidas del tronco de las
palma, de forro para las paredes de casas de campesinos, bohíos, o como es en
el caso específico del tabaco a la elaboración de los llamados “tercios”, que
no son más que embalajes o recipientes de aproximadamente tres cuartos de metro
cubico de volumen, dentro de los que se empacan los manojos de hojas de tabaco
ya casi secas y listas para su transporte y ulterior procesamiento y aquí es
donde se relaciona la yagua con los isleños.
La elaboración del “puro” trae consigo una serie de pasos inherentes
al procesamiento ulterior de la hoja, como lo es el enterciado, el despalado,
el despalillado, el secado, la fumigación, la escogida y finalmente el torcido
para lograr el famoso tabaco habano como máximo representante del producto y
símbolo de Cubas.
Para la comercialización del “habano” surgieron múltiples firmas
nacionales e internacionales de gran éxito, dado por la alta calidad del
producto que brindan, como lo eran Bauza, Galileo, Lucumi, Partagás, H.Hupman y
muchas otras.
Por la tradición y experiencia desarrollada por la población en
rama de la elaboración del tabaco, es que coexistían paralelamente a las
grandes fábricas, un sin número de pequeños negocios en los que se empleaban
principalmente familiares y amigos, a los que les denominaba “chinchales” y en
los que también se elaboraban productos de muy alta calidad y que estaban
afiliados al sindicato del ramo. La venta al detalle de los habanos en los
comercios locales era principalmente de procedencia de chinchales.
Lógicamente, cada una de estas actividades necesarias para la
elaboración de los habanos producía sus propios canales de distribución y
desarrollo inherentes, generando así una gran fuente diversificada de empleos.
Se denominaban “tabaqueros” a todos aquellos dedicados al proceso
de elaboración del habano y que constituía el mayor por ciento de la masa
laboral del pueblo.
Trabajaban en las llamadas “Escogidas de Tabaco” que eran las
instalaciones donde se realizaban los pasos intermedios para la preparación
previa de la hoja para la posterior fabricación de los habanos en las
tabaquerías por parte de los “torcedores”.
Por otra parte la sociedad cabaiguanense no solo se
circunscribía a las actividades relacionadas con el procesamiento del tabaco y
con los tabaqueros.
Paralelamente había una clase media que canalizaba una sociedad
pujante, preocupada por la actividad mercantil, la educación y la cultura. Así,
en el pueblo se contaba con múltiples alternativas educacionales y también
culturales para el esparcimiento ciudadano.
Estaban las escuelas públicas financiadas por el gobierno entre
las que se destacaban la escuela del profesor Don Antonio Acosta o la de Fita
Reyes, o la Escuela Intermedia o la Escuela Superior, todas gratuitas. En estas
escuelas se les entregaba a los alumnos del primer turno el “desayuno escolar”.
El significativo auge económico del pueblo le permitía la
existencia de una clase media muy relevante.
Las esferas pudientes de la sociedad de la época tenían también
otras opciones para la educación de sus hijos, como lo era la de enviarlos a
escuelas privadas, donde recibían una cultura y educación exquisitas, y muy
competitiva. Así estaban el Colegio La Divina Providencia de carácter católico,
fundada en 1927 por sor María Bret, monja de esa misma congregación y que
posteriormente paso a ser dirigida por las hermanas Ofelia y Luz Oria Arroyo.
También estaba el Colegio Presbiteriano, fundado en 1912 y en mi
época dirigido por el Sr. Agustín Pascual.
También, muy los pudientes enviaban a sus hijos como alumnos
pupilos a colegios en otras ciudades más significativas en el orden nacional,
como lo eran Sancti-Spiritus, Santa Clara, Cienfuegos o al Colegio La
Progresiva en Cárdenas o al Colegio de
Belén en La Habana.
Posteriormente el Colegio La Divina Providencia se trasformó en
el Colegio Inmaculado Corazón de María, que dependía directamente de esa
congregación de monjas, dirigida por la Madre Mercedes Landamburu Berea. Esta
congregación tenía su sede principal en la ciudad de Pinar del Río, capital de
la provincia del mismo nombre, con sucursales en las ciudades de San Juan y
Martínez de P. del Rio, en La Sierra, Miramar, Habana, Cabaiguán, Las Villas y
Banes en Oriente
En Cabaiguán eran muy significativas las llamadas “Paradas
Escolares” en la que las escuelas celebraban el 28 de enero de cada año,
aniversario del natalicio de José Martí, un desfile con todos sus alumnos ante
el busto del apóstol, en el parque principal del pueblo que llevaba también su
nombre, depositando allí cada estudiante su ofrenda floral. En este parque
estaban distribuidas siete palmas reales, representativas de cada isla del
archipiélago canario.
Las escuelas privadas tenían por su parte sus uniformes de gala
y sus bandas de música propias con que amenizaban las Paradas Escolares.
Algunas de las escuelas públicas también tenían su pequeña banda.
Estaba también la asociación de los “Boy Scouts de Cuba” que con
su banda de música participaba en la Parada.
Por otra parte también se hacían anualmente representaciones en
el teatro local de obras montadas por los maestros y profesores del colegio
católico en la que los alumnos eran los actores.
En estas representaciones se hacía derroche de elegancia y buen
gusto, que lógicamente solo podía ser asumido por una clase media como la que
allí existía.
Existían también otras academias donde se enseñaba mecanografía
y taquigrafía, corte y costura, como ejemplo de esto era la Academia Municipal
de Corte y Costura de la profesora Fidencia González,o de idioma Ingles como lo
era la academia del profesor O’Farril, de origen jamaicano.
Existía una atención especial a la recreación en las sociedades
culturales La Colonia Española, La Sociedad el Progreso y El Liceo. Donde se
organizaban en fechas significativas matinés y fiestas bailables con orquestas
traídas de la capital.
Sin dudas los tabaqueros eran una masa poblacional más relevante
y muy politizada. Estaban organizados en gremios y sindicatos muy eficientes,
aguerridos y muy bien estructurados y que a su vez eran dirigidos tras
bambalinas por el partido comunista, que en aquella época era ilegal.
Políticamente Cabaiguán era un hervidero, siempre había alguna
ocurrencia marcada por la oposición por parte la muy bien organizada masa
trabajadora del tabaco a cualquier medida política o económica que pudiera
afectar los intereses de los tabaqueros.
Las huelgas eran comunes y connotados individuos
como en aquella época lo eran Juan Santander, Jaime Mascarel, Félix Hurtado,
entre muchos otros, que habían adquirido fama de ser agitadores profesionales.
A estos personajes se les veía marchar al frente
de cualquierade aquellas reyertas callejeras o participando en las frecuentes
huelgas como protesta por alguna medida anti popular.
Siempre eran los que de entrada caían presos y
eran los primeros en ser apaleados públicamente.
Las masas trabajadoras procedente de las
escogidas de tabaco estaban bien organizadas y además politizadas ya que eran
informadas y agitadas a diario, principalmente a través de las charlas y
comentarios que les trasmitían los llamados “Lectores de Escogida”
,generalmente de reconocida connotación política de izquierdas.
A la dirigencia del partido comunista de
Cabaiguán se le reconocía y se apoyaba nacionalmente por las esferas superiores
del partido comunista, con fuerza tal que marcaba pautas en el Sindicato de los
trabajadores del Tabaco.
Recuerdo de la lucha perenne contra la
introducción de las Maquinas Torcedoras que suponía la liberación de mano de
obra considerable y por lo tanto también protagonizaría desempleo.
Por su parte el sindicato de Torcedores de
Tabaco había asumido como propia la lucha activa contra la tiranía de Batista y
marchaba siempre al frente de las protestas callejeras que mantenían al pueblo
en pie de lucha, lo quele daba fama de aguerrido.
El día 4 de Julio de 1951 en ocasión una de las
tantas huelgas, en mi barrio se manifestó la protesta con la colocación de
barricadas improvisadas en el crucero del ferrocarril situado frente a mi casa,
para obstaculizar así el cruce de los trenes que con bastante frecuencia
circulaban.
Yo me le había escapado a mi madre que trataba
infructuosamente de mantenerme dentro de casa, ajeno al bullicio exterior, pero
los manifestantes se concentraban en portal y en la esquina donde se encontraba
la tienda “La Comercial”, propiedad de mi padre, así como en la calle
adyacente. Este bullicio inevitablemente era un imán atrayente.
Esa tarde el ejército destaco una posta de dos
soldados, uno de ellos negro, para impedir la colocación de barricadas para
dificultar el paso de los trenes. Así los huelguistas colocaban los obstáculos
y seguidamente los soldados venían y los quitaban y así sucesivamente.
Este quehacer comenzó a exaltar los ánimos de
ambas partes. El público les gritaba ofensas fuertes a los soldados. Al negro
en particular le gritaban tiñosa vestida de amarillo, que era el color oficial
de los uniformes del ejército, y el término tiñosa es el apelativo a un ave
carroñera, el aura ,que en tipo de tipo de buitre, de color negro que es muy
abundante en Cuba y que simboliza algo de asco, ruindad, mal gusto, en fin una
expresión muy despectiva.
Los ánimos alcanzaron el clímax máximo de
tensión cuando el soldado negro como respuesta a los insultos que se le
profería, perdió los estribos y dio unos pasos hace delante palanqueando su
fusil, puso rodilla en tierra he hizo un disparo a ras, hacia el público que a
los efectos había emprendido una desmesurada carrera calle abajo.
Fatalmente el disparo alcanzo en plena cabeza a
un joven nombrado Alfredo López Brito, de 18 años de edad , que cayó muerto al
instante, quedando tendido exactamente frente al negocio de mi padre, pero en
la acera del otro lado de la calle. Inútilmente trataron de socorrerlo
trasladándolo en brazos a la carrera en busca de ayuda médica. Esto creo un
desasosiego general que puso un trágico término al evento.
Alfredo era un muchacho de origen campesino,
hijo de canarios, que estaba empleado en una tienda de víveres, ubicada a la
salida del pueblo y cerca de la carretera que conduce al poblado de Santa
Lucia.
Este comercio quedaba relativamente alejado del
lugar de los hechos. Y como casi siempre suele pasar, este joven no tenía razón
para esta allí.
Hoy la antigua calle 3ra del Oeste lleva su
nombre.
Era un hecho casi cotidiano las manifestaciones de protesta, las
huelgas y los enfrentamientos callejeros con los representantes del orden
público. Las consignas de lucha escritas en muros y fachadas cercanas a las
Escogidas de Tabaco eran también comunes.
Recuerdo aquellas de “Abajo la Bolsa Negra”, “Que Mueran los
Agiotistas”.
Fue muy significativa una de las tantas huelgas protestando
contra la introducción de las llamadas maquinas torcedoras de tabacos, en la
que se rompieron botellas y envases de vidrio en las calles. Esto fue de
magnitud tal que prácticamente se hizo imposible el tránsito por las calles y
carreteras de vehículos motorizados, la ciudad se paralizo. Cuando pusieron fin
a la huelga luego de la limpieza de vidrios a groso modo, para poder circular
tenían aun que amarrar escobas en las defensas de los carros, frente a ruedas
para tratar de barrer los vidrios e impedir los ponches y reventones. Este fue
un espectáculo de difícil olvido.
La resistencia popular en Cabaiguán estaba muy bien organizada,
sin dudas era dirigida desde afuera por la dirección nacional del partido
comunista, en la ilegalidad en aquella época. Esta actividad opositora comenzó
a incrementarse notablemente luego de la proclamación del movimiento 26 de
Julio con aquello de ”Este año viene Fidel Castro, seremos mártires o héroes”,
aunque el partido comunista inicialmente no apoyaba el movimiento.
Después de la creación del frente guerrillero en la Sierra
Maestra, en Cabaiguán rápidamente se extendió la formación de células
revolucionarias de apoyo al movimiento 26 de julio, M-26-7.
Luego del asesinato de Frank País en Santiago de Cuba la
oposición al régimen era ya imparable y diariamente sucedían hechos que
mostraban la decisión del pueblo de apoyo a la actividad opositora.
Ya el movimiento opositor no se circunscribía a los problemas
locales, sino que se expandía junto a la resistencia nacional contra el régimen
de Batista y comenzaba a participar toda la ciudadanía independientemente de su
procedencia social o religiosa.
Sobre todo los jóvenes trabajadores y los estudiantes comenzaban
a organizarse dando origen a una actividad opositora muy fuerte.
El descontento popular y la oposición al régimen era tal, que
espontáneamente comenzaron a crearse
grupos conspirativos adjuntos al movimiento 26 de julio, en el que participaban
activamente componentes de todos los sectores sociales del pueblo.
Con esta actividad comienzan a organizarse núcleos, que se
trazan como objetivo el alzamiento en armas en la zona montañosa vecina, así
como el ataque al cuartel de la Guardia Rural de la localidad.
Un grupo de jóvenes, incluyendo algunos estudiantes
universitarios, que al estar sus centros educacionales cerrados por huelgas
estudiantiles y también por órdenes del régimen, se encontraban en el pueblo en
casa de sus familiares.
Se había, creado una organización secreta, del movimiento 26 de
Julio, compuesta por un pequeño grupo de amigos, con el fin de tomar las armas
y producir un alzamiento.
Así, una noche se reunió el pequeño grupo de conspiradores, 14
en total, con el objetivo de atacar el cuartel de la Guardia Rural y seguir
luego hacia las no muy distantes lomas del Escambray con el propósito de
alzarse en armas y formar una guerrilla.
En los primeros días de agosto del 57 se inicia una huelga
decretada por el moviendo 26 de Julio y algunos de los implicados en el
alzamiento recorren zonas campesinas de Neiva, Echenique, Piedra Gorda,
Jíquima, etc. en búsqueda de armas, y municiones. En estas gestiones ocurre un
altercado con un campesino que se niega a brindar su arma y los agrede,
originándose un intercambio de disparos en el que muere el campesino. Este
hecho trascendió y puso en alerta a las fuerzas del régimen sobre el propósito
de alzamiento de un grupo de opositores.
Las armas que finalmente lograron reunir se circunscribieron a
escopetas de caza, revólveres y algún que otro rifle de bajo calibre, pues no
había otras entre la población. Evidentemente ninguna de estas armas era apta
para un enfrentamiento contra armas de guerra, como las que disponía el
ejército.
Para ejecutar la acción acordaron dividirse en dos grupos y
asaltar el cuartel de la Guardia Rural, quedando reunirse en llamada finca de
Galeano, y partir juntos hacia un lugar en las cercanías del pueblo para desde
allí iniciar la acción.
Por algún motivo hubo una descordinación por una contraorden y
no lograron reunirse en los lugares previstos, por lo que en lugar de atacar el
Cuartel partieron por separado hacia las no muy lejanas lomas del Escambray con
el propósito de formar una guerrilla.
El alzamiento se produce, bajo la jefatura de Félix Hurtado
Manso, que era empleado de una importante farmacia en Cabaiguán.
En los días anteriores al alzamiento en los que fluía la
actividad conspirativa y organizativa, probablemente por comentarios y
expresiones hechas durante la recopilación de las armas, que junto también a la
euforia de algunos simpatizantes, lo que unido al ajusticiamiento de un
campesino simpatizante del gobierno que se negó a colaborar con el arma que
poseía, fue que trascendió la información a las autoridades y alerto sobre los
hechos que iban a acontecer.
La noche del 3 de agosto del 57 los jóvenes comprometidos con el
alzamiento deciden partir hacia el Escambray,
probablemente desde diferentes puntos.
El día 7 de agosto después de tres días de camino cruzando
fincas, llegan algunos de ellos a un pequeño lomerío conocido como la Llorona,
en las estribaciones de la sierra del Escambray.
Al conocerse que se había producido el “alzamiento” el régimen inmediatamente
movilizó unidades “Tercio Táctico” del ejército enviándolos contra los alzados,
que al no tener ni el armamento adecuado ni experiencia militar, ni contar con
el entrenamiento táctico ni físico adecuado, es que fueron avanzando dejando un
rastro fácil de seguir, al que se le sumaba delaciones y comentarios inocentes
de campesinos que los vieron pasar.
Finalmente se produce el encuentro armado en la zona conocida
por “La Llorona”, donde, ante el acoso del ejército muy superior en número y
armas, que ya había establecido puntos de control en toda la zona, los alzados
tienen que dispersarse.
La dispersión se realiza a la desbandada huyendo a como saliera,
algunos en pequeños grupos y otros en forma aislada, pero todos bajo una fuerte
persecución.
Fueron capturados por separado, junto con algunos colaboradores,
y otros aisladamente. El día 8 de agosto fueron capturados y asesinados junto
con colaboradores: Dionisio Rodríguez
Mederos, Isidro González, Manuel Brito, Manuel González Crespo
y Sergio Espinosa Águila.
Al día siguiente son capturados y asesinados Horacio González Méndez
y Sergio Ruperto Espinosa que trataban de regresar a Cabaiguán y fueron
interceptados en la zona de Cuatro Esquinas por unos soldados que hacían
registros a todo los vehículos que transitaban. Fueron ultimados en la finca
Arrieros.
Por su parte Veremundo Paz Sánchez y Vitalino Calero Barrios,
ambos vecinos del muy cercano poblado de Neiva, luego de ser dispersados se
habían escabullido ante la persecución del ejército tratando de huir. En esa
situación contactan con una campesina de la zona llamada Onilda Hernández, que
les aconseja se escondan en una arboleda que les señaló, que ella los ayudaría.
Lamentablemente hizo el comentario con su familiar, Sencio Hernández, un
conocido batistiano, que inmediatamente los denunció, guiando al ejercito hacia
el lugar, delatando a los que se escondían entre el follaje de un árbol de
aguacate. Allí mismo sobre el árbol fueron ametrallados, recibiendo cada uno
más de 10 impactos de bala. Al entierro de ambos, que se efectuó en el
cementerio de Cabaiguán, bajo una fuerte represión, asistieron unos pocos
amigos.
En aquel entonces corrió la versión, de que junto con el mando
de las tropas del ejército, participó vestido con el uniforme militar y con
grados de capitán el ex alcalde de Cabaiguán, Segundo Borges Enríquez, oriundo
de este pueblo y a la sazón gobernador de las Provincia de las Villas.
Posteriormente, también participó como paracaidista en los acontecimientos de
Bahía de Cochinos.
Prácticamente el enfrentamiento fue una masacre, no hubo heridos
por parte del ejército, ni tampoco heridos por parte de los alzados ya que
todos fueron asesinados.
Hubo un total de ocho muertos de los rebeldes, solo muy pocos
dentro de la confusión y el caos reinante lograron escabullirse y escapar.
Entre ellos Félix Hurtado, que fungía como jefe del alzamiento.
Entre los muertos más significativos se encontraba Veremundo Paz
Sánchez, estudiante de Ingeniería Mecánica en una universidad americana.
Veremundo era residente del poblado de Neiva en el término
municipal de Cabaiguán. Hoy la antigua calle 2ª. del Oeste de Cabaiguán lleva
su nombre.
Posterior a estos hechos la situación en Cabaiguán se hizo
insostenible, con la acentuación de la represión militar desatada, para lo que
había sido había sido designado como Jefe Militar del Regimiento 39 radicado en
Sancti-Spiritus y por tanto también a cargo del pueblo, Ramón Mirabal, apodado
el chacal de Las Villas con la misión de sofocar a toda costa cualquier intento
subversivo.
Constantemente vehículos de la Policía y del Ejército
patrullaban el pueblo. Miraban con mala cara a todos los que transitaban por
las calles y observaban el desenvolvimiento del pueblo.
Vecino a mi casa estaba el chinchal de Domingo Pérez, “Mingo”,
emparentado con mi madre, dedicado a la elaboración de habanos, en cuyo negocio
participaban varios jóvenes tabaqueros del barrio.
Mingo era de afiliación comunista por lo que su “chinchal” era
sin dudad un centro de conspiración, por lo que estaba bajo constante vigilancia.
Al ser su casa vecina a la nuestra los patios se comunicaban.
Más de una vez Mingo tuvo que brincar para el nuestro y
esconderse en él, tratando de huir a un posible registro policíaco en su casa.
Entre sus empleados estaban los hermanos Rojas, conocidos como
“el chino” y “Puti”, que vivían en nuestra misma calle par de cuadras más abajo
de nuestra casa, y con quienes me cruzaba diariamente, al ellos salir y entrar
del trabajo.
Una noche de domingo cuando iba saliendo de casa a visitar unos
amigos, en la esquina me cruzo con Rogelio Rojas,“Puti”, quien pasaba rumbo
hacia a su casa. Intercambiamos saludo.
Yo continúo mi rumbo y no había caminado una cuadra, cuando un
jeep militar me pasa por al lado y veo dentro a “Puti” sentado entre el Cabo de
la Policía Arsenio Abreu, que conducía el vehículo y al otro lado al soldado
Fernando Rodríguez Caro, con fama de matón, y cuya expresión de la cara y el
brillo de sus ojos azules aun los recuerdo, pues fueron iluminados por la luz
del poste del alumbrado existente en esa esquina de la calle 3ra del Oeste y la
Ave de los Pinos, calle esta donde se encontraba el chalet de la familia
Crespo, palmeros, y por donde tomo el jeep, eludiendo así transitar por la
céntrica calle Valle. Hoy se dice falsamente que fue apresado en el cine del
pueblo, por lo que a este local le han dado su nombre.
Al llegar a casa de mi amigo hago el comentario con los que allí
nos reuníamos, a lo que me contestan: “tú crees que todos los que van en aun
jeep de la policía van presos?, Lo que puso fin al asunto.
Al otro día me encuentro a su hermano, “el chino”, que pasaba
frente a casa y le pregunto por “Puti”, y me dice que no sabían de él, que lo
estaban buscando pues no había venido a dormir y que faltaba de su casa desde
la noche anterior. Le cuento mi experiencia vivida la noche anterior. Me dice
que va a ir a preguntar por el a la Jefatura de las Policía y al cuartel de la
Guardia Rural.
Serian como las 2-3 de la tarde que vengo llegando a casa,
cuando veo un grupo numeroso de gente aglomerada calle abajo en el área donde
vivían los Rojas. Pregunto y me dicen que habían encontrado a “Puti” ahorcado
con un alambre atado a la cerca del cementerio, lo habían asesinado. Se llamaba
Rogelio Rojas y hoy es reportado como mártir de la Revolución.
Posteriormente me encontré con “el chino” que me dio las gracias
por la información que le trasmití. Ambos habían participado en el alzamiento
de agosto y habían logrado escabullirse y salvar sus vidas en aquella ocasión.
Después de esto la vida en el pueblo se tornaba difícil, pues la
represión iba in crescendo y las calles eran constantemente patrulladas por
vehículos de la policía y el ejército, que miraban con mala cara a los
transeúntes, viendo como enemigos a todos los ciudadanos.
La presencia en el pueblo del capitán Ramón Mirabal de por sí
solo creaba terror, por la fama que traía y porque no perdió tiempo en la
ejecución de varias personas, revolucionarios y sus colaboradores que luego
aparecían muertos en los alrededores del pueblo. Había desatado una represión
aguda, en la que participaban policías y soldados inclusive oriundos del mismo
pueblo.
En esta fecha aún no se había establecido el frente guerrillero
en la sierra del Escambray, por lo que no había muchas alternativas para un
enfrentamiento armado directo.
Ya en esa época mi familia había tomado la decisión de liquidar
todos los negocios, pues nuestra situación económica venia resquebrajándose
desde hacía algún tiempo por la lógica dependencia del negocio con la solvencia
de nuestros clientes, en su inmensa mayoría cosecheros de tabaco de origen
canario, que también sufrían los embates de la caída de los precios del
producto. La inestabilidad política del
país acentuaba la crisis.
Así fue que luego de la liquidación de las acciones del negocio
y la venta de las propiedades adquiridas, se logró acumular tal capital que
permitió establecernos en la capital del país.
Y extracciôn de oro en este municipio nunca hubo?
ResponderEliminar