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viernes, 3 de abril de 2020

UNA NOVELA DE LAS AFUERAS


UNA NOVELA DE LAS AFUERAS
JOSEFA SÁNCHEZ
VÍCTOR RAMÍREZ PRESENTA UN MUNDO MARGINAL
 EN FUERZAS PRIMARIAS Y BRUTALES
NOS dejaron el muerto, única novela de Víctor Ramírez, reeditada ahora por el Ayuntamiento de Teguise seis años después de su aparición, invita a algunas consideraciones sobre la prosa de este autor. El mundo marginal que presenta Víctor Ramírez en Nos dejaron el muerto tiene como eje argumental un acontecimiento en la vida del personaje narrador: el velatorio en su casa durante unas horas de un muerto ajeno.

Este mundo marginal está sustentado, básicamente, por unas fuerzas primarias y brutales que se entrecruzan en la vida de los personajes y los empujan a actuaciones inhumanas e indignas.
         Estas fuerzas son, fundamentalmente, dos en la novela. La primera es la violencia física; reflejo de ella son las peleas de bobos, las peleas de gallos, las palizas brutales que reciben personajes -como Eloisita Peralta (a manos de su marido) o Petrita Jesús (a manos del cura), el asesinato sangriento del hijo del general (a manos de la seducida Aurorita María), la muerte violenta de Macario Damián, el asesinato del niño inválido del juez (a manos de Máximo Florián), la alusión constante a la muerte violenta de algunos miembros de la comunidad, arrojados al mar por los falangistas, etcétera.


La segunda es la violencia sexual, que supone hechos como la prostitución de muchos de los personajes: la Tetona Chica, Benigna Lucía, Macario Damián: "Mi hermano Macario Damián decía muerto de risa, y jurándolo por Dios, que parte de su trabajo consistía en follar a viejas turistas de la residencia, la principal parte de su trabajo, la mejor pagada”… las relaciones zoofílicas esporádicas del abuelo Ignacio Perpetuo, la violencia amatoria de Cuaresma de la Concepción y Máximo Florián, los niños que desnudan al muerto para verle y manipularle los órganos genitales, etcétera.
         Casi todos los personajes están contaminados, en mayor o en menor medida, por estas componentes de su entorno. Son víctimas de su ambiente, de su origen, de su educación y no hacen, o no pueden hacer, nada para escapar a esto.

.... De todas maneras, frente a la brutalidad y al primitivismo que caracterizan el mundo de la novela, se alzan una serie de personajes que sirven de contrapunto a esa gran mayoría denigrada por las circunstancias.
         Estos personajes son, en primer lugar, el narrador, ese niño testigo de esos hechos, que representa la inocencia que empieza a despertar al mundo, por lo que la novela tiene cierto sentido iniciático:
         "Yo me hube de enterar porque los oí desde la estera de palma amarillenta, acostadito en la oscuridad y resguardado a causa de lo mío. Tampoco dije nada a nadie. De niñito ya disfrutaba yo guardando secretos e inventando misterios”.
         En segundo lugar, está el personaje del padre, que no participa de este ambiente porque trabaja en un barco y cuando llega a tierra empieza a sentir mareos y a desear embarcar de nuevo; esta actitud del personaje puede entenderse como un rechazo del mundo a que pertenece y que se concreta en la huida.
         En tercer lugar, la figura del abuelo Ignacio Perpetuo representa la ternura y la dignidad, hasta el punto de decidir libremente cuándo debe retirarse a esperar la muerte:
         “Antes de que subiera el abuelo Ignacio Perpetuo a dejarse morir definitivamente mi madre le pidió la bendición de Dios. Se había vestido de Domingo mi abuelo Ignacio Perpetuo, de salir hacia la gallera, con el sombrero negro y un fajín recién comprado abajo en lo de Mahmuh, un fajín color cacao brillante. Me pondré los zapatos aunque me ardan los pies. He de morir como un gallero decente, como lo que siempre fui –farfulló mientras pugnaba por calzárselos”.
        
El cuarto personaje que sirve también de contrapunto a ese mundo brutal es el de la abuela Laureana Magnolia, que ejerce el derecho a su libertad suicidándose con un disfraz de carnaval puesto:
         ´Mi otra abuela apareció ahorcada una madrugada de carnavales arriba en La Lagunilla Baja. Apareció vestida de máscara y no son cañas mías. Ni se quitó el disfraz para ahorcarse: un disfraz de hombre pirata barbudo pelirrojo y tuertoª.

Este hecho de la novela hay que relacionarlo, además, con otro hecho irreverente e igualmente grotesco y carnavalesco: el baile de Altamirano Benito con el muerto.
         Estos ingredientes carnavalescos en la novela sirven como revulsivos, como actos extremos de desacralización de la muerte, pero también de la vida.

Nuevos rasgos narrativos

Con la aparición en 1982 del cuento Diosnoslibre, el mundo narrativo de Víctor Ramírez ofrece algunos rasgos nuevos que están presentes también en la novela Nos dejaron el muerto.
         Estos rasgos tienen que ver con tres aspectos. El primero es la aparición de un espacio mucho más preciso y con un mayor protagonismo.
         Este espacio es en la novela y en el cuento Diosnoslibre un barrio situado en las lomas o riscos de la ciudad. Son comunes al cuento y a la novela algunos nombres de parte de este barrio, como Sietesitios, donde vive la Andreíta Casiana de Diosnoslibre, y adonde sube a vivir el Régulo Alcántara de Nos dejaron el muerto.
         El segundo, que tiene que ver con los personajes, relaciona también la novela que comentamos con el cuento ya Citado.
         Los personajes de Nos dejaron el muerto se caracterizan por su número abundante, por estar siempre referidos a través de un nombre y un apellido (o un apodo) y por la repetición de estos nombres de forma cercana.
         Todo esto da a la novela un ritmo especial de balanceo y de salmodia. Algo parecido ocurre en el cuento.
         El tercer aspecto presente en Nos dejaron el muerto y que relaciona esta novela con el cuento Diosnoslibre, algo que, como decíamos, supone una novedad en el quehacer literario de Ramírez, es el que atañe al carácter del personaje narrador que, como ya señaló Ángel Sánchez para Diosnoslibre, a una tara física.

La novela está narrada en primera persona por ese adulto que fue un niño enfermo, circunstancias ambas que hace de él un observador del mundo que le rodea.
         Así se justifica que sea él -curiosamente un personaje sin nombre- quien cuente la vida de todos esos personas que pasan por su lado y que, en cierto modo, condicionan su personalidad mostrando una visión del mundo, como en el Lazarillo de Tormes.
         También, como en el Lazarillo, el narrador da cuenta los hechos a alguien, y ese alguien es un personaje a quien el narrador se dirige a través del pronombre usted y del que tampoco sabemos nada.  9-11-90 C7

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