LA REALIDAD QUE DIBUJA LA DERECHA
Y NUNCA EXISTIÓ
DAVID BOLLERO
A medida que avanza
la crisis sanitaria por el coronavirus, la derecha más recrudece su discurso en
contra de la acción del Gobierno. Tal ha sido la subida de su tono, que ha
pasado de plantear la paradoja de asegurar que apoyaba al Ejecutivo mientras
cargaba contra sus medidas a, directamente, retirar su apoyo. Más allá de
lecturas patrióticas, lo interesante es contrastar lo que dice la derecha que
ha hecho durante la crisis y lo que realmente ha hecho. No sale muy bien
parada.
Si uno analiza los
Diarios de las Sesiones de Control al Gobierno en el Congreso desde que se
detectó al primer contagiado en España (31 de enero) se lleva muchas sorpresas.
Tan experta que se presenta la derecha ahora, no parece que lo fuera tanto
entonces. La hinchada derechona argumenta que ello se debe a que la oposición
no disponía de la información... Ni siquiere rebatiré eso porque,
sencillamente, en todo el mes de febrero, la derecha (PP, Cs, Vox) no hizo ni
una sola pregunta en la Sesiones de Control sobre el coronavirus... algo
difícil de entender, porque para entonces los contagios rondaban el centenar.
Como ya recordamos
en este espacio, la cuestión que durante todo el mes de febrero más acaparó la
atención del PP fue el aterrizaje en España de la venezolana Delcy Rodríguez.
Catalunya o el nombramiento de Dolores Delgado como Fiscal General del Estado
fueron otras de las cuestiones que a los tres partidos de la derecha más les
inquietaron en febrero... Vox, intercalaría otras cuestiones en sus preguntas,
como las dirigidas a incriminar a las personas migrantes o conocer los
pormenores de un nombramiento en Renfe Mercancías... pero del coronavirus, nada
de nada.
Así las cosas,
decidí acudir a las actas de la Comisión de Sanidad, esperando encontrar allí
más respuestas. Pues bien, de lejos, quien menor preocupación ha mostrado por
el devenir de la gestión de la pandemia ha sido precisamente el PP, que
aprovechó también esta comisión tan específica para volver a la carga con el
asunto catalán.
En cuanto a Vox, el
médico de cabezara de la extrema-derecha, Juan Luis Steegmann Olmedillas,
tampoco estuvo muy ducho en sus intervenciones. A pesar de que los de Abascal
vienen sacando pecho de que desde febrero pidieron el cierre de las fronteras
españolas, mienten. No pidieron el blindaje de todas las fronteras. El propio
Steegmann reconocía el 27 de febrero, y así lo recogen las actas, que
solicitaron "el 12 de febrero de
2020 que se cerrasen temporalmente los puestos fronterizos habilitados para la
entrada a España desde China, y hemos presentado una proposición no de ley para
que se tomen medidas de restricción al tipo estadounidense". Es decir,
cerrar únicamente las fronteras para, entonces, viajer@s procedentes de China,
Italia, Irán y Corea del Sur.
La respuesta del
ministro de Sanidad, Salvador Illa, fue clara: "Combatimos un virus, no
combatimos a ningún grupo poblacional". El titular de Sanidad aportaba
otro dato clave, puesto que de todos los contagios detectados entonces ni uno
solo era de una persona de origen chino. Es más, el grueso de los contagios que
se produjeron no procedía de ninguno de los países contra los que la
extrema-derecha quería tender un cordón sanitario. Dicho de otro modo, incluso habiendo
cerrado las fronteras a esos países, algo que los expertos sanitarios no
recomendaban entonces, la evolución de la pandemia habría sido la misma.
En la Comisión de
Sanidad del 28 de febrero, ni uno solo de los partidos de la derecha quisieron
profundizar en la gestión del coronavirus, ni preguntaron, ni solicitaron
información, nada de nada. Esa es la realidad. Llegaría posteriomente marzo, la
declaración del Estado de Alarma y la derecha en bloque correría a dibujar un
mes de febrero que jamás existió. Esa es la realidad que reflejan las actas del
Congreso referidas.
Así las cosas y
asumidos los errores del Gobierno cometidos durante la gestión de la pandemia,
no se dejen engañar: al menos actuó; otros partidos, en cambio, ni siquiera
mostraron inquietud, importándoles más cuestiones como Venezuela o la apertura
del diálogo en Catalunya. Dibujar ahora cómo habría sido ahora nuestro presente
con esa derecha en el poder es estéril, como lo es el ejercicio falaz que hacen
los conservadores de las medidas que tendrían que haberse tomado en el pasado
conociendo lo que sabemos hoy. Quien se siga dejando engañar, ya no tiene
excusa y, lo que resulta más revelador, lo define.
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