jueves, 6 de febrero de 2020

TRAS LEER “SIETE SITIOS QUEDA LEJOS”


TRAS LEER “SIETE SITIOS QUEDA LEJOS”
POR ALFONSO OSHANAHAN
Siete Sitios queda lejos, sí, pero ¿de dónde? Eso es precisamente lo que se trata de averiguar: qué sitio es Siete Sitios, de dónde queda lejos y por qué. Siete Sitios, como metáfora de las (siete) Islas Canarias, es el lugar en que se intala el personaje central de la novela de VR, quien –a la manera de su anterior “Nos dejaron…”- es en sí mismo el famoso espejo del personaje omnipresente desde el que fluye toda la narración y que “gobierna” el relato de principio a fin.

¿De dónde está lejos Siete Sitios?, ¿qué cosa es Siete Sitios?, ¿existe ese lugar realmente? Estoy por jurar que sí, que Siete Sitios existe y está próximo, tanto que hasta es posible que sea un lugar perdido  de una ciudad que podría ser ésta en la que estamos.
Siete Sitios queda lejos de algo que conocemos y nos es próximo. Y lo conocemos porque ese tropel de personajes que aparecen y desaparecen, que entran y salen, sienten y dicen como nosotros. Y a mí me interesa especialmente esto último, su decir, un decir que es reflejo de un sentir y un estar. Y si son gentes que dicen como nosotros, sienten como nosotros y padecen como nosotros, entonces es que esos personajes de Siete Sitios somos nosotros. Por eso “Siete Sitios queda lejos” es una novela canaria y nada más que canaria, y su autor un novlesta y nada más que canario y por ello universal.


¿De dónde quedaba lejos Siete Sitios? En mi novela “Solsticio de verano”, Miguel de Unamuno le responde al personaje central, cuando éste se queja de la lejanía de Canarias, que de dónde estaban lejos…
Tal pregunta es toda una crítica de la razón eurocéntrica o, dicho de otra manera, de la razón colonial, de la razón colonial-imperialista-opresora y excluyente para ser más precisos… Porque si las distancias se midieran por la cantidad de personas que se llegan hasta un lugar, habría que decir que los que están lejos son otros, quiero decir que no seríamos nosotros, inundados como estamos por ríos de gente que nos anegan y ya casi nos asfixian.
Y, efectivamente, de todo ese caudal estamos nosotros lejísimos  y otros muy cerca, los que absorben, parásitos, la sangre de una riqueza que nos debería pertenecer. Y parece ser una maldición bíblica el que nos persigan hasta el final…
Hablo del fin de ellos y no del fin de nosotros, de Siete Sitios y los sietesiteños (o, mejor, sietesitiados), que es, claramente, un reducto del lugar conquistado a la fuerza por los sitiadores. Tal es el pesimismo que emana Siete Sitios, un lugar triste y cada vez más maloliente, un lugar para la desesperanza… 

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