AVISO: LA EUTANASIA NO SERÁ OBLIGATORIA
JUAN CARLOS ESCUDIER
Parece que a la
quinta será la vencida y que la mayoría del Congreso que este martes apoyaba
tramitar la regulación de la eutanasia convertirá en ley el derecho a la
autodeterminación individual que, como afirmaba Salvador Pániker, es mucho más
que el derecho a una muerte plácida. Se abre así la puerta a poder dimitir de
la propia existencia cuando el sufrimiento es insoportable e innecesario, una
salida por la que escapar no ya de la vida sino de sus espantos más terribles.
Ni vivir puede entenderse como un deber ni tiene ningún valor cuando se degrada
hasta el punto de que al sufrimiento se añade la angustia de no poder ponerle
fin.
La eutanasia no
será obligatoria. Es bueno recordarlo tras escuchar los argumentos en su contra
proferidos por representantes de la derecha, que rebajaron el nivel de la
política al límite de lo despreciable. No se trata de reconocer a las personas
el mismo privilegio que tienen las mascotas cuando es inhumano mantenerlas con
vida para que el Estado se ahorre 20.000 euros al año por cabeza en
tratamientos así como la pensión correspondiente, que es lo que adujo para
su vergüenza el portavoz de Sanidad del
PP, José Ignacio Echániz. No es una filosofía de la izquierda ni consiste en arrear empujones a la muerte
para aligerar costes. Es defender esa libertad que tantas bocas llena y
facilitar su ejercicio cuando lo que está en juego no es perder la vida sino la
dignidad personal, que es por lo que siempre hay que estar dispuesto a dejar
este valle, sobre todo si es de lágrimas.
Es repugnante que
el partido que más hizo para devaluar el Estado del Bienestar y que durante la
crisis logró que, por primera vez en la serie histórica, se frenara la
esperanza de vida de los españoles denuncie ahora que regular la eutanasia sea
una estrategia para contener el déficit asociado al envejecimiento. Los mismos
que obligaron a los jubilados a pagar por sus medicinas, reduciendo
indirectamente sus pensiones, o, en algunos casos, les hicieron elegir entre
medicarse o seguir comiendo, salga ahora con esta boludez impresentable.
En definitiva, es
un insulto a la inteligencia que quienes propiciaron que la gente se muriera
sola en sus casas por falta de asistentes sociales o fuera de ellas, cuando
eran desahuciados por el pecado de haber avalado a sus hijos en paro con sus
propias viviendas, emplee ese tipo de argumentos. En lugar de regular la
eutanasia, propone el PP la ley integral de cuidados paliativos que nunca
planteó cuando gobernaba, lo cual es un complemento necesario pero nunca una
alternativa. No se pusieron los populares a la altura de Vox, que se refirió al
Estado “socialcomunista” como una máquina de matar y comparó la futura ley
“homicida” con la solución final de los nazis, aunque se quedaron a un paso.
Sólo por la ceguera
que llega a provocar la religión católica, a la que siempre le fue muy rentable
disponer del monopolio de la muerte y extender el miedo a la señora de la
guadaña para lograr la obediencia de sus fieles, es posible considerar la vida
como un valor absoluto. La muerte, volvía a decir Pánijer, no es un acto sino
un proceso y la forma de concluirlo, cuando prolongar el dolor no tiene
sentido, ha de ser una decisión personal. Dueños de nuestro cuerpo, también
tenemos que serlo de la forma de morir porque nadie puede obligarnos a vivir
contra nuestra voluntad. Lo cruel no es ofrecer la posibilidad de evitar el
sufrimiento sino bloquear esa salida. Los defensores a ultranza de la propiedad
privada habrían de ser los primeros en entenderlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario