A contracorriente
QUIÉNES SON LOS FASCISTAS
Enrique
Arias Vega
Me preocupa la proliferación de fascistas, a tenor
del aumento de calificaciones de tales a los colectivos y a las personas más
variadas.
He hecho un
repaso de las declaraciones, programas políticos, actuaciones y debates de
estos últimos doce años y, para mi sorpresa, los únicos que propugnan la
subordinación del individuo al estado —esencia del fascismo— son los políticos podemitas, por una parte, y los
recientes separatistas vascos y catalanes, por otra.
El otro ingrediente de esta preterición del ser
humano y su pérdida de derechos históricos fundamentales —la vida, la libertad
de expresión y pensamiento,…—, por otros recién inventados, contingentes y
atrabiliarios, es el etnicismo, es decir, la superioridad moral y hasta
jurídica de unos seres sobre otros.
Lo estamos viendo en el supremacismo catalán excluyente de todo lo español, en un remedo
2.0 de las cruces nazis en los judíos como paso previo a su exterminio.
No quiero pecar de alarmista, difamador ni nada por
el estilo, válgame Dios, pero el proceso del independentismo catalán sigue la misma
mecánica que llevó a Hitler al poder, en la que las elecciones se combinaron eficazmente
con el amedrentamiento y la violencia: ¿cuál es, en el fondo, la diferencia
entre los CDR y las SA de Erich Röhm? Por otra parte, las únicas apelaciones a
la violencia como método de acción política y estrategia de acceso al poder las
he visto siempre en boca de gentes de Podemos.
Aun así, ¿cuántos reclaman en esta sociedad el
aislamiento de dichas conductas, eso que llaman el cordón sanitario? Para mi sorpresa, son ellos precisamente los que
piden el ninguneo de los otros, con lo que de esta manera el término fascista
acaba ya de dejar de tener algún sentido.
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