JULIA OTERO, FRANCO Y AGRICULTORES INDIGNADOS
JESÚS CUADRADO
Julia Otero, la
directora de Julia en la Onda, no tiene buenas relaciones con la geografía.
Como réplica a uno de los habituales exabruptos de Vox, culpó a Franco de la
marcha de su pequeño pueblo gallego, siendo niña. “Expulsada de mi tierra –como
tantos emigrantes- por el régimen que usted venera”, les dijo. Qué torpeza de
alguien que forma parte del grupo de los principales creadores de opinión en
España. ¿El éxodo rural es responsabilidad del dictador? Es imperdonable
mostrar tal nivel de desconocimiento sobre qué significa ese desplazamiento
masivo de población en el desarrollo de la Humanidad, españoles incluidos.
Alguien debería
explicarle a la famosa comunicadora que el éxodo rural supuso un avance
extraordinario, que fue la consecuencia de la industrialización de España, y
pobre el país que no lo “sufriera”. ¿Conoce la periodista alguna sociedad que
haya logrado el paso de una sociedad agraria de subsistencia a otra industrial
y urbana sin pasar por ese proceso de redistribución de la población en el
territorio? No sé a ella, pero a mí, como a tantos, no me empujó Franco a
marchar del pueblo a Valladolid para estudiar “en los curas”. Me llevaron mis
padres con mucho sacrificio, y para intentar mejorar nuestra condición de
campesinos pobres, como casi todos en aquellos años.
Todo esto son
obviedades. Lo que importa es preguntarse por el origen de ideas tan negativas
para una sociedad que necesita explicaciones racionales sobre su pasado y sus
opciones de futuro. Eso, mejor que ensalzar al dictador, sin conciencia de
hacerlo, como promotor de la modernización del país. Lo único que aportó ese
autócrata sanguinario fue un retraso de varias décadas en el imprescindible
avance que representaba la industrialización y urbanización para España.
Conocimientos de enseñanza obligatoria, insisto.
No es difícil
seguirle la pista a estos disparates. Sergio del Molino, el padre de la
denominación de éxito, España vacía, tiene mucho que ver con la distorsión de
la naturaleza del mundo rural. Autor de un libro de éxito con ese nombre, ha
proporcionado el argumento: Franco, culpable de lo que él llama “Gran Trauma”,
un éxodo rural masivo provocado por la dictadura, según su “tesis”. Escribí en
Cuarto Poder sobre este libro y sigue maravillándome que, teniendo en cuenta su
desprecio hacia los habitantes rurales –insultados como heterófobos, racismo
contra el forastero, etc.-, se haya convertido en una suerte de bandera de los
“admiradores del mundo rural”, de todos los Teruel Existe. Pero, así están las
cosas.
Lo podrían arreglar
unas buenas clases de geografía con unos adecuados mapas temáticos, pero no
corren buenos tiempos para esa disciplina. Que en 2020 se explique a los
españoles que la inevitable concentración de la población, en todo el mundo
–“Francia vacía", "Alemania vacía”, "Japón vacío”-, en
territorios urbanos cada vez más reducidos es una especie de trauma provocado
por el capricho de un dictador, por ejemplo, desanima. ¡Tantos años de cada españolito
en la escuela para llegar a esto!
Como ya he
analizado antes (aquí y aquí), la principal dificultad que tenemos en España
para responder a la “transición rural”, que unos pocos geógrafos hace años que
investigan y tienen bien definida, está en prescindir de un modelo mental zombi
sobre nuestro medio rural. Los pueblos de los que se habla en prensa, radio y
televisión no existen. El mercadeo con la nostalgia sobre pueblos-cementerio
hace daño y no lleva a ninguna parte.
Un desenfoque que
se repite: la confusión entre lo agrario y lo rural. El propio ministerio de
Agricultura, Pesca y Alimentación mantiene en su estructura ese equívoco. Se
identifican actividades agrícolas y ganaderas con problemática de los espacios
rurales, pero son realidades con dinámicas propias. A la hora de afrontar la
despoblación, no se debe ignorar que la propia mejora de la productividad
agraria, algo imprescindible, provoca la reducción de ocupados, en España como
en los Países Bajos. Esa confusión es una garantía para no superar ni los
problemas de renta de los agricultores ni el futuro de nuestros pueblos.
La respuesta del
ministro a las protestas de los agricultores muestra que no tiene ninguna
política agraria para la gran revolución de la cadena de valor alimentaria, que
está dejando tiesos a agricultores y ganaderos, en tanto otros se lo llevan
todo. Salvo que su anuncio de tomar café con los responsables de las grandes
cadenas de distribución y venta suponga alguna alternativa. Ni eso, ni simular
que se negocia una PAC que otros deciden, representa política agraria alguna.
Ni política agraria
ni política rural. Cuando repiten como mantra que la solución es “banda ancha
en los pueblos”, la pregunta obligada es “¿y algo más?”. ¿Algún programa que
pueda identificarse como política rural, más allá del cacao mental entre reto
demográfico, despoblación y repoblación, cualquiera que sea lo que quieren
decir con eso, pilares de la PAC y tanta retórica hueca? Confusión que se hace
cuerpo en esa cosa que, antes con Rajoy y ahora con Sánchez, denominan
pomposamente Comisionado del Gobierno para el Reto Demográfico, nada menos, y
que, hasta ahora, ha producido exactamente nada.
El economista
Richard Baldwin demuestra cómo las fuerzas geográficas que empujan hacia la
concentración de la población en pocas áreas urbanas son imparables en el mundo
de la “Nueva Globalización”, que él conoce tan bien. Lo que hay que tener en
cuenta es cómo de esa misma tendencia nacen fuerzas de dispersión que deben
estudiarse para abrir nuevas posibilidades funcionales en los espacios rurales,
como, por ejemplo, las opciones de residencias secundarias al servicio de esas
concentraciones urbanas, hoy ya una realidad contundente, investigada por
geógrafos como Luis Carlos Martínez, de la Universidad de Valladolid.
Pero no ayuda que
quienes tienen la oportunidad de llegar a la opinión pública y, sobre todo,
quienes tienen el poder y la obligación de implementar las políticas necesarias
estén tan lejos de la realidad, agraria y rural.
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