TOMANDO EL AGUA DE LA VIDA
CRISTINA COVO
Desde que el hombre
comienza su andadura por la vida, comienza también su proceso de evolución, su
madurez como especie .
El ciclo del
samsara es precisamente ese, nacer, madurar, morir. En ese proceso tenemos dos
opciones, aprender la lección que se nos pone por delante o volver a caer una y
otra vez en los mismos errores. Tal como dice el refrán, el hombre es el único
animal que tropieza dos veces en la misma piedra, todas las posibles mejoras
empiezan en este escenario, todas las pruebas deben interpretarse como una
forma de ascenso. Superado el obstáculo, pasamos al siguiente nivel, dentro de
esta escala nos estamos midiendo y superando dia a dia. A partir de los siete
años el individuo va tomando conciencia de sí mismo, antes no había tenido que
enfrentarse al dilema del bien y del mal, simplemente porque no había
despertado a esta realidad . Pero a partir de esa edad ya sabe lo que es mentir,
ya puede engañar y es completamente consciente de cómo está obrando: ya posee
capacidad de discernimiento. No se trata de pasar por la vida y quemar sin más
sus etapas, sino de aprender algo de ella. Los antiguos tomaron la imagen del
hombre sabio, que llegando al final de sus días bebía las aguas del Mnemosine,
el río de la Vida o del Leteo que le sepultaba finalmente en la muerte, con lo
cual debía volver a empezar de nuevo, porque para él la lección había sido
nula. Empezar por el principio es involucionarse, sin metas, dirección ni
aprendizaje es imposible la linea de crecimiento.
Tan sólo con ese
pensamiento espero dar a mis días el sentido que realmente me enriquece y
agranda como persona, para que mi paso por este mundo sea realmente
constructivo y deje alguna huella.
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