LA USURPADORA BOLIVIANA NO TIENE QUIEN LA ESCRIBA
ITZAMNÁ OLLANTAY
Gabriel García
Márquez, en 1961, en su obra: “El Coronel no tiene quién le escriba”, describió
las penurias y adversidades que vivió un Coronel retirado, luego de librar la
Guerra de los Mil Días, en la Costa Atlántica colombiana, esperando un correo
con el cheque de su jubilación que jamás llegó.
La usurpadora
boliviana no tiene quien la escriba
En su situación de
carestía total, el Coronel centra sus esperanza en el gallo de pelea que su
hijo le heredó. Alimenta, incluso con sus últimos centavos al gallo de pelea
que espera pelear y ganar algún día…. En la última parte de la novela, ante la
pregunta recriminatoria de su esposa Úrsula: ¿Qué comeremos si el gallo pierde
la pelea?, el Coronel responde: entonces comeremos mierda.
Luego del Golpe de
Estado, y la instauración de la dictadura actual en Bolivia, la usurpadora
Jeannine Añez, y sus cómplices, lejos de “blanquear” su apariencia y esencia
democrática, se enfangan, aún más, en una secuela de anima adversidades
internacionales que aísla al gobierno de facto boliviano.
La primera
confrontación diplomática fue con Venezuela, luego con Argentina. Siguió con
México y España. Ahora, con el gobierno cubano, porque el Canciller de este
país llamó a los hechos por su nombre. La usurpadora boliviana, en un período
de 2 meses, incendió rencillas nada menos que con 5 países históricamente
hermanos y solidarios con Bolivia.
A nivel interno,
incluso con todos los medios de información públicos y privados que la
dictadura tiene bajo su mando económico, tampoco logra levantar o proyectar la
imagen democrática de la usurpadora. Al grado que, en el 11º aniversario del
Estado Plurinacional de Bolivia (22 de enero pasado), Jeannine Añez, vestida de
verde, y rodeada de uniformados de verde olivo, tuvo que dar su “informe de
gobierno” desde un balcón a un escenario vacío, sin público.
Siempre para
contrarrestar a su enemigo fijado, Evo Morales, Añez intenta levantar su imagen
en las redes sociales con mensajes, incluso con déficit ortográfico, pero,
incluso en Internet su soledad es apabullante. Mientras su enemigo “salvaje”,
es casi un “influencer” en el Twitter en comparación con Ella.
Aunque Ella
desearía participar en eventos internacionales, nadie la invita. Incluso su
homólogo venezolano, el auto proclamado Guaidó hace giras por Europa, pero
Jeannine tiene que conformarse con su apellido asimilado a algún linaje
medieval español.
Al carecer de voto
popular para usurpar la silla presidencial boliviana tubo que refugiarse en la
Biblia y en el Dios desconocido. Pero, incluso últimamente ya no lleva consigo
ni la Biblia, ni crucifijo alguno. Quizás porque en su fuero interno resuene el
mandato de: “No usarás el nombre de Dios en vano”.
La soledad y la vaciedad
de la usurpadora se externaliza también en su llanto constante en eventos
públicos. Quizás porque cree que a sus cómplices machos les conmueve el llanto
de una “madre castigada”. O quizás porque el sentimiento de culpa por las
víctimas de las dos masacres y de sus huérfanos desasosiegan su alma. Quién
sabe.
Lo cierto es que la
usurpadora y su régimen, día que pasa sienten que la soledad no se abate ni con
las armas, ni con las masacres, ni con las mentiras. Ella y sus cómplices, al
igual que el Coronel de la novela de García Márquez, saben que al final de la
dictadura, les tocará comer m... Esta es la certeza que los agobia, y por
momentos los vuelve más violentos e irascibles.
Ollantay Itzamná
Defensor
latinoamericano de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos
https://ollantayitzamna.com/
@JubenalQ
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