8 DE MARZO: AHORA MÁS QUE NUNCA ‘LO PERSONAL ES POLÍTICO’
CARMEN BARRIOS CORREDERA
Fotoperiodista y escritora. Candidata de Podemos al Senado por Madrid
ELENA SEVILLANO
Activista, sindicalista y diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid.
La revolución de
las mujeres, el feminismo, ha venido para quedarse. Tal como expresa el lema de
los setenta Lo personal es político, la pretensión de apropiación de nuestros
cuerpos que hace el patriarcado a través de su herramienta económica
predilecta, el capitalismo, llega a unos niveles de comercialización de
nuestras vidas que nos arrasa. No estamos dispuestas a permitirlo más. Porque
nos arrasa en todos los órdenes de la existencia.
La huelga feminista
del 8 de marzo se ha vuelto a plantear, en este 2019, en forma de huelga
laboral, de cuidados, de consumo y de huelga educativa. Las mujeres saldremos a
la calle el 8 de marzo para denunciar también que se nos sigue matando, que las
violencias machistas y las violaciones de nuestros derechos aumentan en un
patriarcado que se rearma, como indican las alarmantes cifras de incremento de
los delitos sexuales y violaciones contra las mujeres, especialmente las
violaciones en manada perpetradas por grupos de entre dos y cuatro varones:
desde 2016 hay registradas 89 violaciones múltiples, de las que 58, esto es el
65,2%, lo fueron en 2018. ¿Tendrá algo que ver el “mensaje” que se envió con la
perversa sentencia de La manada?
El movimiento
feminista plantea una huelga general de 24 horas, y no un mero paro laboral,
porque las mujeres reivindicamos decencia social, dignidad y respeto vital, y
esto es algo que va mucho más allá de una huelga de producción al uso. Estamos
impugnando un sistema de vida, el patriarcado, que es “el sistema” que nos
oprime desde hace generaciones, casi de forma atávica, y que nos mantiene a las
mujeres en el último peldaño de cualquier escala social. Además, impugnamos
igualmente el capitalismo como forma imperante en las relaciones económicas,
sociales, políticas, vitales, que lo impregna todo, y no solo porque haya
brecha salarial, que la hay y muy profunda, sino sobre todo porque el
capitalismo ha degenerado en una herramienta económica puramente consumista,
basada en necesidades irreales y sostenida sobre la desigualdad de género. Bajo
su escala todo lo que existe es objeto de consumo, cualquier brizna de vida
puede ser rentabilizable y aquí, justo aquí, los cuerpos de las mujeres son
mercancías explotables sexual, emocional y biológicamente. Además de constituir
una masa laboral entre baratísima y coste cero, que trabaja dentro y fuera de
casa, ahorrándole al sistema billones de euros que lejos de ser cubiertos por
el Estado del Bienestar en retroceso, son cubiertos por el trabajo invisible y
esclavo de las mujeres.
Cuando las mujeres
hablamos de poner #LaVidaEnElCentro nos referimos a la consideración social,
política y económica que afirma que la vida de animales, planeta y personas y
su bienestar es un valor inalienable y a preservar, y que la sociedad en su
conjunto está obligada a contribuir de forma solidaria y responsable a
garantizar que los cuidados deben ser un derecho social amparado por el sistema
de forma pública y para todos y todas. Ese era el pacto que las élites
decidieron romper.
Hay asimismo que
tener en cuenta que, fuera de casa, las mujeres nos hemos convertido en una
fuerza de trabajo barato que inunda el sector servicios de cerebros que crean y
manos que producen cobrando salarios exiguos, que no dan para vivir, y a menudo
nos colocan en la emergencia social y en los límites de la pobreza y de la
indignidad vital, con contratos precarios sin derechos que nos afectan
mayoritariamente a nosotras. Por ello también la huelga del #8M2019 debe ser
total.
Le Monde
Diplomatique del mes de enero publicó un especial fabuloso analizando el
movimiento de los “chalecos amarillos” en Francia. Entre los artículos que
ofrecía había uno titulado “El inesperado poder de las trabajadoras”, escrito
por Pierre Rimbert, en el que afirmaba que los sectores predominantemente
femeninos de la educación, el trabajo social, la salud, la limpieza o el
comercio son la invisible piedra angular de las sociedades liberales. A estas
trabajadoras se les ha atribuido mucha capacidad de aguante, pero la
devaluación de los salarios y de las condiciones laborales, que provocan la
extenuación de las mujeres y su explotación máxima en jornadas laborales mal
pagadas y penosas han hecho que las mujeres francesas no lo puedan soportar y
salgan a las calles a mostrar su enfado y su rechazo a un sistema de dominación
que las explota doblemente. En el citado artículo se analizaba como las
rotondas francesas, las plazas y las calles se llenaron de mujeres trabajadoras
de estos sectores, y se abordaba con acierto lo que esto significa o puede
significar: las trabajadoras tienen un inesperado poder, forman parte de una
masa de empleos que no son deslocalizables. No se pueden deslocalizar los
servicios de limpieza, ni la atención a las personas dependientes ni la
atención sanitaria o educativa, son trabajadoras a pie de calle, a pie de
plaza, a pie de barrio, a pie de casa.
El ejemplo francés
sirve para ilustrar una realidad que se está produciendo en España de un modo
análogo, por lo que ya toca hacer una huelga potente e impugnadora para decir
NO a un sistema que nos explota doblemente. Los sindicatos mayoritarios, CCOO y
UGT no se atreven todavía a acompañarnos -aunque sí sus bases- en este
recorrido vital que nos afecta a toda la sociedad. Y consideramos que se
equivocan. No están sabiendo ver el alcance de este movimiento insurreccional
que compromete a un poco más de la mitad de la población española y que llama a
la sororidad a las abuelas, a las madres y a las nietas, a las tías, a las
hermanas, a las amigas, a todas las mujeres que componen la sociedad española a
decir #BastaYaDeAbusos.
Las mujeres hemos
estado protagonizando las huelgas y las reivindicaciones obreras desde el
principio de la industrialización en España. Las cigarreras constituyeron un
potente movimiento por la consecución de derechos y mejoras en las condiciones
laborales en los albores de la industrialización en España, y a menudo se las
olvida. Las mujeres asturianas protagonizaron una pelea contra el franquismo
heroica en la Huelgona de 1962. La mujeres del textil fueron y son hoy también
(desde las tricotantes de Posadas, a las camiseras de Ike o a las aparadoras de
Elche) puntales del movimiento obrero, igual que lo son en la actualidad las
sindicalistas y Espartanas de CocaCola en Lucha, las Kellys y las trabajadoras
de Vodafone o de Amazon o de la asistencia a domicilio …y tantas y tantas
mujeres maltratadas en el empleo que se han levantado y se levantan para
cuestionar el estado de cosas en cada momento que les ha tocado vivir.
Asimismo, las
mujeres hemos protagonizado luchas sociales y políticas importantes. Gracias a
las mujeres asociadas entorno al Movimiento Democrático de Mujeres (MDM) y al
movimiento vecinal nuestros barrios periféricos de la mayoría de las grandes
ciudades españolas hoy tienen las calles asfaltadas, semáforos en las esquinas
y colegios públicos, porque fueron ellas las que lo reivindicaron con acciones
espectaculares de lucha en los años sesenta y setenta del siglo pasado. Y son
invisibles, de forma mayoritaria no se las recuerda ni con el nombre de una
calle, porque son los prohombres del patriarcado los que nombran la gran
mayoría de nuestras calles y plazas.
La creatividad y
las luchas de las mujeres sirven para mejorar las vidas de todas las personas,
pero nunca se nos reconoce. Del mismo modo que no se le reconoce al feminismo
el avance social y evolutivo que ejerce.
Es de justicia
recordar en este texto que la Ley de Adulterio fue tumbada por las mujeres
feministas organizadas, que en 1976 acudieron desde toda España en autobuses a
Zaragoza a protestar porque se juzgaba a una de nosotras por adulterio. Ellas
tumbaron esa Ley injusta y trasnochada, por la que la sociedad de la época
condenaba todavía a las mujeres a ser “propiedad” del marido o carne de cárcel.
También es de justicia recalcar que la Ley de Amnistía sacó de la cárcel a
todos los presos políticos, pero se olvidó de las adúlteras, que permanecieron
encerradas hasta que se derogó la Ley de Adulterio en 1978, dos años después de
aquel juicio y muchas movilizaciones y protestas en las calles.
Hemos sido
igualmente las mujeres feministas las que hemos conseguido que haya una Ley de
divorcio y una Ley de aborto en España, porque tenemos claro que en nuestro
cuerpo mandamos nosotras. Que #LoPersonalEsPolítico es tan evidente que duele.
Las feministas que
saldremos a la calle este #8M2019 no tenemos que perder de vista que venimos de
generaciones de orgullosas luchadoras por los derechos de todas y de todos y
que entre nuestras demandas principales está la de una sociedad inclusiva,
igualitaria, amable, de cuidados y solidaria, con pensiones justas y públicas,
salarios y empleo dignos, escuela para todos y todas, servicios de la
dependencia y sanidad pública de calidad y universal. Los derechos que exigimos
son un patrimonio social que ataca la raíz del patriarcado y el individualismo
ramplón y privativo del neoliberalismo, que nos quiere siervas, esclavas y
objeto preparado para ser consumido.
Tal como afirma la
filósofa Rosi Braidotti en Por una política afirmativa (Ed. Gesisa, Barcelona,
2018) citando a su vez a las Riot Girls “hay una guerra en curso y las mujeres
no son en absoluto pacifistas. Somos las chicas de la guerra, chicas de lucha,
chicas malas. Queremos organizar una forma de resistencia activa, pero también
queremos divertirnos y queremos hacerlo a nuestro modo”.
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