UNA NUBE...
DUNIA
SÁNCHEZ
Una nube aparece en
medio de un firmamento adolecido, consternado,
hambriento de la humedad de sus
labios, de sus manos. Dos miradas pérdidas en el infinito de lo eviterno, de la
molicie asfixiada de raros movimientos de un atardecer. Y viene la palabra, una
palabra casi precisa, casi exacta, bañada de unas lágrimas que se van, que se
encuentran. Amparadas por el oleaje
cercano se miran, no se conocen y una luz estrecha las engancha en una voz que ellas no escuchan, solo, silencio.
Xx:
Te mueves entre los
precipicios de los atardeceres. Te asomas con la venganza muerta, con tu cuerpo
grande, con tus manos pequeñas, con tus ojos de asombro y me buscas. No me
encuentras y retrocedes hacía atrás, involucras a la brisa en el largo túnel
que traerá hasta mi, supongo.
Yy:
No, no eres tú.
Acaso, no me ves, no conversas cuanto mis ojos ante ti se atreven tímidamente a
señalarte y me escondo, y me voy lejos
pero no mucho. Tal vez después regrese con las primaveras de algún beso nacido
en la sed de tu vientre, de tu boca.
Xx:
Uhm…la mar, la mar.
Paseo mis pensamientos ausentes de la dejadez, con la amplitud de tus mirada
clara bajo el rumiar musical de las olas contra las rocas. Y , otra vez…te
observo en la paciencia de los atardeceres
cuando la siesta despliega sus alas de mariposa como velo de la distancia.
Yy:
Embarazada de
poemas azules, naranjas, verdes, amarillos, rojos tomo la calma. Tu espalda se hace gigante,
enormes pasos agitados me envuelven hasta que llego a ti, pasos acogidos por la
fertilidad de un cuerpo que flota en el sueño.
Xx:
Soy liberada
vertiente en lo cotidiano. Un espejo me observa y yo también a él, la silueta
de tu verticalidad me alumbra de espaldas a la precisa palabra que te diré, que
te digo. Y no entiendes, y no me ves, y no respondes a mi aliento calmo.
Yy:
La marea sube.
Llega hasta las rodillas. Vestidas alargamos los brazos en el sentido que las
ballenas son fugaces astros de las emociones. Y
te empeñas en que todavía, todavía es temprano. Tendremos que agarrar el
tiempo…tic-tac…tic-tac y respirar de su influencia en la espera. Pero ¿no te
das cuenta? Cada vez nuestras huellas, en esta playa, se disuelven con mayor
celeridad. Te llevaré rosas, te llevaré
claveles, te llevaré lirios y bajo la luna que viene te abrazaré…si me dejas.
Xx:
La marea sube.
Llega hasta la cintura. Y las ballenas con su tanto profundo nos imantan, nos
hechizan en el olvido de nuestro amor.
Sí ¿tú también te has olvidado? Miremos la caída de la tarde como
plenitud de un nuevo instante en la sonrisa arrinconada en nuestros pesados
hombros.
Una nube que se va.
La alegría y no sé bien porqué vuelve a
sus rostros. Cometas tardíos vuelan en la playa agarrados a esa brisa fuerte.
Ellas los miran. Las palabras se desnutren, se pierden en el fondo de un
horizonte bello…muy bello. Un fondo donde el rigor del amor, del querer, del
vientre a vientre muerde, mata la desidia, el alud de hiel que penetra en el
día a día. Espesa luna es la que viene, con el todo de su fragancia, de su lumbre,
de su hechizo en las mareas de cristal.
Y no se ven, y no se tocan, y no se escuchan solo el sueño de una noche
que vendrá con toda su entereza, con toda la viveza entre sábanas liadas a sus
piernas.
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