EL CUERPO DE LAS MUJERES
JOSÉ SATURNINO MARTÍNEZ GARCÍA
El
cuerpo de la mujer genera tensiones en el seno del feminismo. Por un lado, para
las feministas liberales y posmodernas el empoderamiento de las mujeres lleva a
que ellas son las únicas soberanas sobre su propio cuerpo. Por tanto, nadie
puede decirle a una mujer cómo vestirse, cómo bailar, si dedicarse al trabajo
doméstico, si sacar partido económico a su propio capital erótico o si ofrecer
su capacidad reproductiva a otras personas, a cambio de dinero. Desde este
punto de vista, las personas somos libres por tener el derecho a decidir qué
hacer, dadas las oportunidades a las que nos enfrentamos. Muchas mujeres
preferirían no optar entre trabajos malos y la prostitución, pero dada esa
alternativa, debemos respetar a las que eligen la prostitución.
Pero
hay otra forma de entender el feminismo. Desde un punto de vista más radical,
la cuestión no descansa en la libertad individual. Por dos motivos. Por un
lado, lo que queremos no es algo que se nos presente libremente en nuestra
mente, sino que es resultado del momento histórico en el que vivimos. Por
ejemplo, durante muchos tiempo se empleó la expresión "quien lleva los
pantalones" para señalar quien detentaba el poder en una relación afectiva.
Ahora las mujeres llevan pantalones, una forma no consciente de acercarse al
estatus de los hombres, pero no sé de hombres a los que les haya dado por
ponerse falda para reivindicar el estatus de igualdad con respecto a las
mujeres. Sin embargo, en muchas épocas históricas los varones vestían con
faldas. Somos libres de elegir falda o pantalón, pero no somos libres al
decidir el sentido social que en un momento dado se asigna a una u otra
prenda.
Por
tanto, la libertad de elegir que dan por supuesto liberales y posmodernas
oculta la limitación para determinar las circunstancias históricas que nos ha
tocado vivir. Y lo que busca el feminismo radical es precisamente ir a la raíz
de esas circunstancias históricas, y transformarlas. Desde la miope visión de
libertad como simple elección, no es posible la transformación del sentido que
damos a llevar falda o pantalón. Hace falta un trabajo colectivo de toma de
conciencia y de transformación, para que las elecciones individuales libres se
hagan en un marco donde el sentido social de ser hombre o mujer sea resultado
de las propias decisiones, y no del contexto histórico. Dejar la transformación
social necesaria en manos de decisiones libres, sin modificar las relaciones de
poder, solo lleva a la reproducción de la dominación.
La
tensión entre ambas formas de entender el feminismo se manifiesta con especial
tensión en el cuerpo de la mujer. El debate se ha planteado falsamente en un
sentido puritano. Dado que el feminismo radical coincide con el pensamiento
católico en condenar la pornografía y la maternidad subrogada, parece que
estamos hablando de una actitud mojigata respecto al sexo.
Pero
este acuerdo táctico obedece a motivos profundamente diferentes. Es la cuestión
de qué se puede vender y qué no, no la voluntad de Dios. El feminismo radical
nos defiende a todos cuando señala que el problema del capitalismo es que
quiere que nuestros cuerpos sean mercancía. Decir que todo lo que uno elija
está bien, es decir que además de estar de acuerdo con respecto a estos temas del
cuerpo femenino, estaremos de acuerdo en acabar con la legislación que obliga a
que haya un día descanso a la semana, vacaciones pagadas, restringir el trabajo
en festivo…
De
lo que habla este tipo de feminismo es que si no ponemos una frontera al "lo hago porque quiero, o porque no
tengo mejor opción" estamos todos convertidos en mercancías. Eso estará
bien, para quien tenga poder de comprar y mal, para quien solo tenga la opción
de venderse. Cuanta más desigualdad haya, la libertad de elegir, más convierte
en puras cosas a los pobres, que no tienen más opciones que aceptar lo que se
les ofrece para no morir de hambre.
Por
tanto, para que la libertad de elegir sea libertad de ser personas y no la
condena de ser cosas para los ricos, es necesario que haya condiciones de
igualdad material.
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