martes, 31 de marzo de 2015

MEDITAR CON HUELLAS

MEDITAR CON HUELLAS

POR EDUARDO SANGUINETTI
Medito y manifiesto de inmediato, con espontaneidad suma: Como el enigma del oráculo, el metalenguaje en este milenio de las grandes muertes colapsa aquello que sugiere, disuelve lo que toca, no responde a la razón y a la mesura, sino a la locura y la agonía en la que se debate una humanidad que elimina ideas e ideales y a los hombres y mujeres que se autodeterminan por y para sí, sin la rigidez de límite, ni la urgencia de una ruptura.

El hombre que tal vez puede hacernos vivir una historia consagrada en naturalidad y espontaneidad, en un lazo común fundacional, deviene en material psicobiodegradable.

Estamos instalados en un orden natural desde el origen; nuestra especie abandonó ese orden, que la naturaleza lo asimila a su ser, sin planteos de ningún tipo, solo “es”.

El hombre ha creado dioses por temor, desidia, soberbia o simplemente por sentirse mínimo y pequeño ante toda la desmesura del cosmos integral.

Esos dioses no han acudido en nuestra ayuda, sólo fetiches y supersticiones, que devienen en confrontaciones de todo tipo, en cuanto y tanto, los “libros sagrados” entregados en manos de un “iluminado” por dios o la divinidad, que bajó, subió o simplemente se materializó en un instante, para dejar en claro su omnipotencia, omnipresencia, en fin, dejar muy bien explicitado que es el “todo”.

Anteponiéndose a esta divinidad, se instala la figura del demonio, Satán, Mefistófeles, encarnados en los sueños de grandes inquisidores… y si nos abandonamos a una existencia acorde con el Orden Natural, posiblemente conseguiremos una armonía puntual, necesaria para la felicidad y la paz, que una humanidad sin ambiciones, avidez, pacatería, moralinas, solo dejándose ser y estar, sin prisa alguna por intentar llegar ¿adónde?, de todos modos moriremos… Una humanidad que tenga por norma relacionarse en amor, un “loco” amor a todo lo que “es”, al margen de todo tipo de competencia y comparaciones estériles.

Para conseguir esa armonía hay que abstenerse de entorpecerla con reglamentaciones arbitrarias. Hay que dar libertad de actuación a los hombres, cuya naturaleza les impulsó a ese orden natural -idea precursora de Friederich Nietzsche: “Hemos descubierto la dicha, sabemos el sendero que conduce a ella, hemos encontrado la salida en el inicio de millares de laberínticos años. ¿Quién otro lo hubiera hallado sino el hombre dispuesto a todo por alcanzar la potencia de ser…?”.

Y recordar que en la naturaleza no existe la propiedad privada, origen de guerras, asesinatos y genocidios. La norma y el milagro no debiera ser “materializar”. Se preguntarán sobre la autoridad, bien, impone criterio quien es idóneo y ostenta la capacidad para ejercerla, es decir el sistema de cada pequeña comunidad, pues se trata de la creación de comunidades autodeterminantes y auto-replicantes, debe ser colegiado… las grandes urbes son enemigas de la naturaleza, no se puede hablar de ecología ni de cuidado del medio ambiente con ciudades de millones de habitantes hacinados: es un sarcasmo.

Todavía nos es posible a los seres humanos tomar las decisiones correctas. Necesitamos un cambio espectacular, tanto en la política como en la ideología, porque hay una diferencia fundamental entre lo que los científicos nos dicen que tenemos que hacer y nuestra actual realidad política. No podemos cambiar la realidad física, así que tenemos que cambiar la realidad política.

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