LAS PARADOJAS DE LA
RELIGIÓN
EN LA ESCUELA
Muy bienvenida sea la contestación
política, mediática y social que se ha organizado con la
publicación en el BOE del nuevo currículo de religión en la escuela.
Algunos sectores venimos denunciando
este hecho desde hace mucho tiempo e, incluso, desde los años noventa, existe
una Campaña unitaria denominada: “Por una escuela Pública y Laica: Religión
fuera de la Escuela”. Sin embargo algunos de los que (ahora) se “rasgan las vestiduras”
nunca han querido participar de ella, quizá porque en los contenidos de la
Campaña también se promueve la no financiación por parte del Estado de los
centros dogmáticos católicos. Y/o -también- porque “defienden” los puestos de
trabajo de las personas que imparten religión y que han sido designados por los
obispados: Primera paradoja.
Segunda paradoja: Hay que recordar que
en 2007, con otro gobierno y otra mayoría parlamentaria, también se publicó en
el BOE, el currículo de Religión, que -en el fondo- era de similares
características, aunque entonces se hablaba del hecho religiosos global, por
ejemplo. Pero sin embargo, una de las novedades de entonces fue que se
incorporaban contenidos para el “segundo ciclo de educación infantil”, hecho
–lamentable- que iba mucho más allá de lo que estipulan los “Acuerdos con la
Santa Sede de 1979”, ya que estos se refieren solo a la Preescolar de 4 y 5
años y con la Educación e Infantil (LOGSE-LOE) se ampliaba a los tres años.
Ya, este hecho, se catalogó -por nuestra parte- de vergonzante e ilegítimo.
Pero, sin embargo, no se produjo tanto revuelo, desde ciertos sectores que hoy
“montan en cólera”.
Es cierto que entonces gobernada la
Conferencia Episcopal el integrista Rouco (y estaba en el guión) y,tercera paradoja, ahora es Blázquez, el Delegado del
Papa populista y aperturista: Francisco. Quizá por ello a algunos les sorprende
aun más. Como si la institución papal históricamente no fuera la misma y con
los mismo intereses de todo tipo. Para que “algunos” aprendan.
Diversos colectivos cristianos de base
se están quejando de este currículo (con razón), pues dicen que puede tener un
efecto “bumerán” contra la propia Iglesia y que “atenta contra la libertad de
conciencia” del alumnado. ¿Y lo que había hasta ahora, no atentaba a la
libertad de conciencia?: Curioso. Cuarta Paradoja.
Aunque asistir a religión es una opción voluntaria. ¿Es que segregar al
alumnado, independientemente del currículo -sobre todo en edades tempranas- en
función de las convicciones de sus padres/madres no es una afrenta a la
libertad de conciencia de todos y todas y una grave vulneración de los Derechos
de la Infancia?
Hay quienes desde esa parte del ámbito cristiano, con buena voluntad, más
que con pragmatismo, expresan: “…no está mal que se hagan algunas explicaciones
teológicas, pero no hay que imponer prácticas religiosas. Es un cambio brutal,
retrógrado, porque desde hace muchos años ya estaba asumido que la asignatura
de Religión es el estudio del fenómeno religioso”. Aunque -nos consta- que
-acertadamente- otros colectivos cristianos de base abogan, con claridad, para
que le religión salga de la escuela. Esa es la cuestión.
Esta situación y estas paradojas nos lleva a la siguiente conclusión: En el
fondo, el problema no radica en el currículo que se acaba de publicar.
Lo trascendente e importante es qué la Religión confesional sigue presente
en la Escuela, por decisión política, de unos y otros, con ciertas
complicidades sociales y sindicales. Y que el Estado financie Centros privados
dogmaticos católicos, que -además- con la LOE/LOMCE se les considera, nada más
y nada menos, que como Servicio Público.
Que más de quince mil “verdaderos delegados diocesanos” designados por los
Obispos, figuran como personal laboral (gracias a la LOE) en los centros
escolares de titularidad pública y que no sólo se limitan a impartir catecismo
a los escolares que asisten a religión sino que hacen proselitismo católico (en
ocasiones muy integrista y en contra de leyes civiles), que participan de los
debates en los claustros y en el Consejo Escolar, que imparten otras
asignaturas (con la complicidades políticas y sindicales) y que gracias, en
esta ocasión a la LOMCE, podrían ser designados como miembros de los equipos
directivos en la Escuela de titularidad Pública.
Que en una inmensa mayoría de las aulas que se imparte “catequesis”, antes
y después del BOE: Se reza, se promueve la diferenciación sexual y de roles
(niño-niña) como don recibido de Dios, se habla de creacionismo, se difunden
ideas en contra de leyes civiles, como la interrupción del embarazo, la
sexualidad, los modelos de familia, la orientación sexual, etc. etc. etc. Se
transmiten ideas mágicas que van en contra de razonamientos filosóficos y
científicos probados. Y luego están los libros de texto de religión que se
viene utilizando desde hace tiempo, verdaderos catecismos, que rezuman
patriarcado.
En todo esto radica el verdadero
problema. Pero ésto a algunos, de los que ahora “ponen el grito en el cielo”
(nunca mejor expresado), no lo van a reconocer. Como se niegan a utilizar el
eslogan: “Por una escuela Pública y Laica: Religión fuera de la Escuela”: eso
es demasiado: Quinta paradoja.
Como antes comentábamos: Mientras tanto
-afortunadamente- año tras año, cada vez menos escolares asisten a religión.
Por ello las personas que imparten religión (que cada vez tienen menos alumnado
que atender) se dedican a realizar otras tareas organizativas y académicas… Por
supuesto, quitando puestos de trabajo a miles de profesores interinos que han
aprobado una oposición por mérito y capacidad: Sexta
paradoja.
Pero –sobre todo y como antes
indicábamos- una gran mayoría de estas personas se dedican a hacer proselitismo
religioso católico en los centros. En suma: A evangelizar, que para eso están.
Para velar porque se mantenga la simbología católica, poner belenes, hacer
actos procesionales, poner carteles católicos en los centros y a promocionar la
caridad cristiana. También a invitar al Obispo de turno (al fin y al cabo es su
jefe) a que saluden a todos los escolares de un centros con un evangélico
“besamanos”. En ocasiones, a llevarlos a que se le imponga la ceniza a oír misa
o cualquier acto religioso en horario lectivo A promocionar los sacramentos. A
organizar “apetitosos” viajes para sus alumnos. Y ello nos cuesta a todas y a
todos, llevemos a nuestros hijos a religión o no, unos setecientos mil millones
de euros cada año. Séptima paradoja.
Eso parece no molestar tanto. Como
tampoco que se financien -por parte del Estado- es decir por parte de todos y
todas, católicos o no, centros dogmáticos católicos, mientras se eliminan
aulas, profesorado y medios de todo tipo en la escuela de titularidad
pública. Octava paradoja.
Amigos y amigas: Todo va en el mismo “paquete”, por mucho que “algunos”
miren hacia otro lado. Y ahora se quejen de un boletín que huele a incienso.
Pero, por supuesto, ¡bienvenido sea este debate! Y más, en pleno año electoral.
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