EL CRUCIFIJO ATACA DE NUEVO EN LA ESCUELA PÚBLICA
POR MIGUEL CANDELAS
La Iglesia
Católica lleva siglos controlando de un modo u otro la política en España.
Desde los tiempos de los visigodos hasta la actualidad, y exceptuando las
etapas de dominación árabe, francesa y republicana en nuestro país, los obispos
han vigilado a reyes, presidentes y ministros para no perder su poderosa
posición económica e ideológica, […]
La Iglesia
Católica lleva siglos controlando de un modo u otro la política en España.
Desde los tiempos de los visigodos hasta la actualidad, y exceptuando las
etapas de dominación árabe, francesa y republicana en nuestro país, los obispos
han vigilado a reyes, presidentes y ministros para no perder su poderosa
posición económica e ideológica, hasta el punto de definir incluso la identidad
nacional española, vinculando el patriotismo con el catolicismo, ya que a su
juicio, todos los que no seamos seguidores de la Iglesia de Roma no podemos ser
considerados como auténticos españoles. Esta concepción, base del
nacional-catolicismo practicado por los sectores políticos conservadores y
derechistas (y a veces no solamente ellos) parecería que hubiese ido menguando
tras la llegada de la democracia a nuestro país, pero ofensivas confesionales
como la del nuevo currículo de la asignatura de religión en la enseñanza pública
demuestran como seguimos viviendo, con los matices que se quiera, en un estado
pseudo-religioso controlado desde la sombra por las sotanas.
Este empeño de
la Iglesia por infiltrarse siempre en el sistema educativo y mantener la
influencia sobre las mentes de los más jóvenes no es casual, y tiene directa
relación con el hecho de que la jerarquía eclesiástica lleva más de dos
milenios manejando la propaganda de forma magistral (de hecho el propio término
proviene de una bula papal del siglo XVII). La propaganda, como proceso
persuasivo de diseminación de ideas y valores sobre otros individuos o grupos a
través de manipulaciones psicológicas, siempre ha encontrado en la infancia y
en la juventud un campo abonado perfecto para plantar una doctrina, y la
Iglesia obviamente no ha sido una excepción. Desde los tiempos del
paleocristianismo, el adoctrinamiento de las nuevas generaciones ha sido una constante,
y no por casualidad, tres de los principales sacramentos suelen tener lugar en
dicha etapa (bautismo, comunión y confirmación). Como señalan todos los
psicopedagogos, el cerebro del niño es como una esponja a lo largo de todo su
desarrollo intelectual, por lo que la imposición de dogmas durante estos años
clave deja siempre una huella imborrable en el inconsciente, la cual de un modo
u otro arrastrará la persona durante toda su vida.
El nuevo
currículo de la asignatura de religión (que todos los colegios públicos están
obligados a ofertar) trata de volver a llevar la catequesis a la enseñanza,
sustituyendo a la razón por la fe, enfrentándose al evolucionismo e incluyendo
el rezo obligatorio como parte de la evaluación de la asignatura, que para colmo
de males, puntuará para la nota media final de cada ciclo, lo que vinculara el
catolicismo a la posibilidad de obtener una beca o no. Según lo publicado en el
último Boletín Oficial del Estado (BOE), los alumnos de religión tendrán que
aprender que el origen del mundo es divino y que el ateísmo lleva a la
infelicidad del ser humano. También, se eliminan los polémicos debates sobre el
aborto o la eutanasia, así como los temas dedicados a otras creencias
religiosas como el budismo, el hinduismo, el judaísmo o el islam, lo que nos
hace retornar al oscurantismo de la época en la que solamente se admitía la
existencia de una sola religión verdadera, la cual el Estado debía amparar por
leyes justas mientras perseguía a todas las demás.
Nadie niega que
el estudio de las religiones sea importante para comprender la historia del ser
humano, todo lo contrario, pero su enseñanza debe enfocarse desde una posición
laica y no religiocéntrica. en una asignatura sobre la historia y cultura de
las religiones, que muestre desde un marco teórico científico y riguroso como a
lo largo de la historia los seres humanos han creado distintos sistemas
ideológicos basados en lo divino para tratar de explicar los fenómenos ocultos,
instaurar pautas de comportamiento y dar legitimidad a las estructuras
políticas. Una asignatura que dé a conocer a los alumnos todo el legado
artístico y la riqueza cultural que los distintos credos nos han legado a las
generaciones del presente, pero en todo momento, los profesores deben enfocarla
desde una posición de distancia sobre las distintas religiones, y educando para
el respeto entre todas ellas. La escuela pública debe presentar a los dioses
como lo que son; mitos creados por el ser humano al servicio del propio ser
humano, no al revés. Y además, los docentes de dicha materia deberían obtener
su capacitación por medio de una oposición pública, no siendo nombrados por el
episcopado.
En resumen:
aunque nos encontremos en pleno Siglo XXI y llevemos más de trescientos años
luchando por sustituir las tinieblas del oscurantismo por la luz de la razón,
los líderes políticos conservadores de nuestro país aún se resisten a aceptarlo
(y por desgracia no solo ellos, ya que veinte años de gobiernos socialistas han
demostrado como también los políticos de izquierdas acaban siendo cómplices de
este confesionalismo). El nuevo currículo de la asignatura de religión es más
que una simple concesión a la Iglesia: es un verdadero insulto a la
inteligencia humana, y lo que es peor, un grave peligro para las futuras generaciones
que van a educarse aprendiendo que venimos de una costilla, que una paloma
inseminó a una virgen y que los no creyentes estamos condenados a las llamas
del fuego eterno. En cualquier caso, esta nueva ofensiva nacional-católica debe
ponernos más que nunca en guardia a los sectores que defendemos una enseñanza
laica en nuestro país. Llega el momento de coger el toro por los cuernos, de
revocar el concordato con la Santa Sede y de recuperar la plena soberanía
educativa (al igual que hicieron los franceses hace ya más de un siglo)
eliminando el catecismo de la enseñanza pública.
https://laicismo.org/2015/el-crucifijo-ataca-de-nuevo-en-la-escuela-publica/123987
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