PETRÓLEO TRANSFORMADO EN EDUCACIÓN Y SALUD
Niko Schvarz, Periodista
El
lunes 21 se adjudicó la licitación para la explotación del mayor yacimiento
petrolífero de Brasil, el de Libra, descubierto en 2007, ubicado en aguas
ultraprofundas de la denominada capa de pré-sal en la cuenca de Santos, a 183
kilómetros de la costa de Río de Janeiro, y cuyas reservas de crudo se calculan
entre 8 mil millones y 12 mil millones de barriles, que casi duplican las
reservas actuales del país.
Constituye
la mayor área de exploración de crudo del mundo. Cuando esté en plena marcha
podrá producir 1,4 millones de barriles (de 159 litros) diarios. La producción
actual de Brasil es de 2,1 millones de barriles diarios. La explotación estará
a cargo de un consorcio integrado por la petrolera estatal brasileña Petrobras
en un 40%, la angloholandesa Shell y la francesa Total con 20% cada una, y las
chinas CNPC y Cnooc con 10% cada una.
Apenas
adjudicada la licitación, la presidenta Dilma Rousseff dijo en un discurso a la
nación que la misma constituye “un hito en la historia de Brasil”, ya que el
85% del ingreso generado por la explotación del yacimiento “pertenecerá al
Estado brasileño y a Petrobras”. Sostuvo que “esto es muy distinto a la
privatización”, en respuesta a los trabajadores petroleros que se opusieron a
la licitación. Más aún: esta es la primera subasta que se realiza en Brasil
bajo el régimen de división de la producción,
que sustituyó al de concesión y que establece la participación
obligatoria de Petrobras en la explotación de los recursos. Y está en
consonancia con el hecho de que el gobierno brasileño tuvo la iniciativa en una
ley que sancionó este año el Congreso y que destina el 75% de las regalías del
petróleo extraído de la capa pré-sal a la educación y el 25% a la salud. Cabe
recordar que este modelo de licitación fue aprobado en 2010 por el presidente
Lula, con el objetivo expreso de que el Estado retuviera más recursos de la
explotación petrolera para destinarlos a la educación y la salud.
Es
interesante destacar, asimismo, que las grandes empresas petroleras
estadounidenses, las mayores del mundo como ExxonMobil, no participaron en el
proceso. Tampoco la petrolera británica British Petroleum. Se ha señalado que
ello se debió al alto valor del bono a
pagar y a un régimen de adjudicación no suficientemente atractivo para ellos. A
contrario sensu, esto demuestra el alto interés que tiene para el Estado
brasileño y la defensa efectiva de la soberanía nacional. En efecto: los
ganadores, que tendrán la concesión durante 35 años, deberán pagar al Estado
brasileño un bono de 15 mil millones de reales (equivalentes a unos 6.900
millones de dólares al cambio actual). Por otra parte, solo en regalías el
Estado percibirá más de 300.000 millones de reales (unos 138.000 millones de
dólares) en 30 años. El ministro de Energía, Edison Lobâo, podía decir,
volviendo a refutar el concepto de privatización, que “no estamos privatizando
el petróleo del pré-sal, estamos apropiándonos de esta riqueza inmensa que se
encuentra bajo el mar”.
Con
la misma razón, la presidenta Dilma enfatizaba en su discurso: “Estamos
transformando el pré-sal en nuestro pasaporte hacia una sociedad futura más
justa y con una mejor distribución de los recursos”. Y más adelante:
“Comenzamos a transformar una riqueza finita, que es el petróleo, en un tesoro
indestructible, que es una educación de alta calidad”. Merece también retenerse
el siguiente concepto: “Brasil es, y continuará siendo, un país abierto a la
inversión nacional o extranjera, que respeta los contratos y preserva su
soberanía”.
El
presidente de la Empresa de Investigaciones Energéticas (EPE por su sigla en
portugués), Mauricio Tomasquin, declaró que “la subasta fue un buen
negocio y le permite al Estado obtener
recursos para explotar el crudo. Brasil podrá desarrollar la industria nacional
y financiar la educación y la salud. Las empresas asociadas se beneficiarán de
un petróleo de muy buena calidad con poco azufre. El mundo gana un nuevo gran
productor de petróleo en una región sin
conflictos, con una democracia fuerte”.
Por
su parte, el experto Giovanni Alves, de la Universidad del Estado de Sâo Paulo
(Unesp) formuló este agudo comentario: “En términos de geopolítica, Libra
representa un cambio fundamental: un nuevo círculo de alianzas estratégicas que
no pasa por Estados Unidos”.
Por
aquí volvemos al tema de la defensa de la soberanía. El mismo que hizo valer la
presidenta Dilma Rousseff al denunciar en la ONU el espionaje que practica
Estados Unidos contra Brasil y contra la empresa estatal Petrobras
precisamente, espionaje que, según se demuestra ahora, se extiende a toda
América Latina, ha asumido y asume proporciones escandalosas que motivaron la
denuncia y el reclamo de explicaciones por parte de los gobiernos de México y
de Francia, entre muchos otros, y que muestran a Estados Unidos como el
detentor del mayor sistema de espionaje de la historia de la humanidad.
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