jueves, 28 de noviembre de 2013

JAURÍA SOCIALISTA, por Juan Henríquez

JAURÍA SOCIALISTA

Juan Henríquez

La RAE, entre otras, para el término de jauría, dice: conjunto de quienes persiguen con saña a una persona o a un grupo. La expresión puede aplicarse, sin que por ello te traten de alarmista, al fenómeno, inmoral  e inusual, de lo que está ocurriendo en la política canaria en general. Forman parte de la jauría política canaria todos los partidos representados en el Parlamento canario (PP, CC, PSC y NC), de manera singular, pero a los que habría que añadir a los/as saltimbanquis  de la política a título individual, por todos conocidos, en referencia a esos/as políticos/as que hoy están contigo, y mañana  con los de enfrente.
La putrefacción de la política canaria es la más parecida a una república bananera. Sé que a muchos les disgusta reconocer que vivimos en una colonia española, sin embargo, a raíz de la podredumbre política que nos rodea, cualquiera pensaría que somos una colonia senegalesa. Y lo que más llama la atención, y personalmente siento verdadera pena  de esta jauría política, es la antidemocrática actitud del PSC.  Y para colmo, hace unos días se destapa el tal José Miguel Pérez, Secretario General del PSC-PSOE, dictando normas que contradicen el punto i), art.36, de las funciones del Comité Federal: Determinar la política de alianzas del Partido y dirimir las discrepancias entre las Federaciones y la CEF en esta materia. Y en ninguna parte impide la política de alianzas con el PP. Lo diré sin rodeos: para mí que éste JMP no es trigo limpio, políticamente hablando.
La sumisión, el cautiverio y dependencia del PSC-PSOE a los nacionalistas de CC, es tal, que poco importa quedarse sin afiliados, es más, el nivel de expulsiones es tan brutal, que a éste paso se quedarán en el partido los Pérez, Cruz y Curbelos,  y la media docena de lameculos, cómo el recién nombrado presidente de la Comisión Gestora de La Palma, Marcos Pérez. Hoy llevar el carnet del PSOE en el bolsillo es un acto de valentía de ética y moral, salvo enchufados. ¡Ni conferencias, ni pingas en vinagre!

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