SILENCIO AMORDAZADO
(PEDRO GARCÍA CABRERA)
Graciliana Montelongo
Amador
Y lloraba la viejita porque su amor, el que partió buscando un futuro
mejor, jamás volvió
Y lloraba en su jardín, bajo la sombra del almendro que él, un día plantó.
Y lloraba al recordar sus palabras:
Cuando esté asentado allá, construiré una casita para los dos.
Primero fueron las cartas, las que dejaron de venir. Ella las
disculpaba diciendo:
El mar se quedó con ellas, se las entregó a las sirenas solitarias. Así conocerán el
verdadero amor.
Luego el silencio de los días, los meses, los años… Sin darse cuenta
el pelo negro, se volvió de plata, y la mirada, se perdió en el horizonte de la
esperanza, en el horizonte del olvido.
Hoy estamos todos así. Llorando
como la viejita, por las mentiras de una promesa rota. De quien no tiene
escrúpulos, de quien no tiene
sentimientos para robar la ilusión, la
vida, a niños, jóvenes, adultos y mayores. Hemos retrocedido en el tiempo hasta
sentir el aliento del fascismo en la nuca. Nos plantaron un almendro en nuestro
jardín (La Democracia) que cuidábamos cada día para que diera fruto, pero
cuando maduró, llegaron ellos y arrasaron con la obra de aquel esfuerzo. Nos dejan sin nada. Hoy en el
silencio de mi escritorio, evoco, a las palabras amables, a las palabras diáfanas,
a las palabras de amor y sobre todo a la palabra esperanza. Las han secuestrado del lenguaje cotidiano. Ahora la palabra
adquirida y usada en la verborrea a la
que nos someten día a día es: La mentira.
Quiero despedir el año que pasa, con un canto a la libertad, haciendo
una llamada a todos los representantes del pueblo, sobre todo de nuestro pueblo
Las Islas Canarias que como decía
Pedro Cabrera en su poemario De hacia la libertad 1977:
Contra el frio y la nieve,
con la pena insepulta
entre espinas y lágrimas,
amo la libertad.
Y en su otro poemario De las islas en que vivo, 1971:
Un día habrá una isla
que no sea silencio amordazado…
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