Sanguinetti versus Sanguinetti
EDUARDO SANGUINETTI
Julio María Sanguinetti manifiesta en su habitual estilo, ramplón, soberbio y de academia tercermundista colonizada, propio de un político de la época de los caudillos y del voto 'out let', que los países del Mercosur cometieron un “acto de intervencionismo contrario a las tradiciones y normas de Latinoamérica en la vida interna de un país que actuó bajo sus códigos”. ¿A qué tradiciones se remite Julio María? ¿A aquellas que nos hacen volver a historias de golpes de estado, de desapariciones y torturas?
Sin dudas a la tradición de historias triunfalistas e incuestionables,
cargadas de mentiras, traiciones y utopías inversas, escritas en los medios,
como “El País” de Uruguay, “La Nación” de Buenos Aires, que pretenden y lo
lograron hasta hoy, dibujar la historia a su antojo, en favor de pequeños
grupos de poder, que marcan tendencias y llegan a la noticia cuando esta ya es
historia y ficción novelada.
Dejo de manifiesto, en mi calidad de ‘Indignado y Harto’, que estos medios
monopólicos elevan a categoría de símbolos a personajes anodinos,
acomodaticios, esclavos de tendencias de temporada, siempre en el camino de la
‘fama y el éxito’ a cualquier costo y al margen de todo lo que tiene de
trascendente la aventura de vivir, con la anuencia de una comunidad
anestesiada. Aventura de vivir, en el disenso y la resistencia, a un sistema
esclerótico y estúpido, silenciando las voces y las vidas de quienes se atreven
a existir en los límites.
Remarcó en tal sentido Julio María que los errores que se atribuyen a la
decisión parlamentaria paraguaya podrán ser juzgados por las propias
instituciones paraguayas, o por la Corte Internacional de Justicia, “pero no
por el gobierno argentino, brasileño o uruguayo”. ¿Cuál es la razón por la cual
Julio María Sanguinetti lanza su palabra, siempre a destiempo para los pueblos
y a tiempo para los pactos empresariales corporativistas y con los patrones del
hemisferio norte, manifestando que la ficción se ha apropiado del espacio de
verdad ocupado por la Historia? Deviene de tal modo, la permanente presencia de
este ex-bi-presidente en cuanto medio de comunicación existe, proclamando su
fatuo discurso de un pasado abolido y la ausencia de credibilidad, que le
imprime a las corporaciones económico mediáticas, cobardes y con temor en
‘poner en juego algunos valores’ perimidos.
Renglón aparte, ¿a quién se le niega el tan mentado derecho a réplica? Es
un legítimo derecho, pues tengo mucho por decir, y mucho más por hacer, a favor
de la comunidad en la que intento vivir. Resisto al estar siempre sometido al
deprimente discurso de un grupo de personajes que pertenecen definitivamente a
un atroz pasado, que parece repetirse y replicarse en los hechos que se van
suscitando en estos días en Eco-Rio y su farsa de cuidado del medio ambiente;
Paraguay y su golpe de estado democrático, Bolivia y sus fuerzas armadas
acuarteladas, Moyano y CGT en Plaza de Mayo en Buenos Aires, simulando poner en
jaque el gobierno de Cristina Fernández, las reuniones con todos del motonauta
Scioli, siempre en campaña electoral, el hijo de inmigrantes italianos Mauricio
en Singapoore…y no olvido la cumbre del Mercosur, organismo que el mismo Julio
María consideró ineficaz y a la que hoy asigna importancia, al poner de
manifiesto cierta ilegalidad al hacer de lado la participación de Paraguay en
dicha reunión; el Mercosur, organismo al que en el 2005, en plena crisis por
las ‘pasteras’, manifesté desde este medio la inutilidad del mismo. Un Mercosur
siempre accionando en desfavor de las comunidades y sus necesidades y a favor
del flujo de capitales, a que fue remitida la gestión de dicho organismo.
A su vez, Julio María calificó
la decisión de “intervencionismo” como “un peligrosísimo precedente”. En
verdad, lectores de La República, con respeto invito a Julio María Sanguinetti,
bi-ex-presidente del Uruguay, dejar de lado su narcisismo e intentar encontrar
las palabras, fuera de tiempo y espacio, para comenzar a escribir sus memorias
acerca de lo que ‘pudo haber sido’, dejando de lado fábulas acerca de
Reconquistas, o seguir seduciendo en sus giras por el río Paraná, invitado por
los empresarios, siempre alertas en detrimento de sus pueblos; o en la “Cumbre
de los millonarios”, en conferencias en concierto, en ensamble con el chileno
Frei, siempre en plan de Reconquista y estar presente en cuanto acto
corporacionista de macro-empresarios ‘non sanctos’, a los que es tan afecto,
como es costumbre hablando, siempre hablando a destiempo, para justificar lo
injustificable: La realidad como la verdad, no son un cuento, Julio María
Sanguinetti, jamás fueron un cuento
? El silencio Julio María Sanguinetti es sano y saludable, sobre todo cuando
viene acompañado de la persistencia de la memoria, por haber transitado una
existencia, en dominios inexplorados, computando siempre a favor de las
degradantes burguesías capitalistas y sus líderes de ocasión, ‘muñecos de
escaparate’ de Imperios en putrefacción o de repúblicas estúpidas.
Los Sanguinetti llegaron a esta región, como bien sabe Julio María, con
Garibaldi en 1834, y los tránsitos que tomaron los descendientes de José
Sanguinetti en sus vidas fueron disímiles. Mi bisabuelo Apolinario Escolástico
Sanguinetti, un hombre íntegro, fue fundador del primer periódico de la
Mesopotamia: “El Entre Ríos” en la ciudad de Colón; su hijo, es decir mi
abuelo, el ingeniero A. Eduardo Sanguinetti, fue un pionero en el sur argentino
de hidrocarburos, para ser exacto en Paza Huincul, Neuquén, en 1918, directivo
de YPF y amigo de Mosconi, socialista de la primera hora, amigo y compañero de
Alfredo Palacios, Lisandro De la Torre y otros grandes; enemigo de Perón y
exiliado de Argentina en aquellos oscuros años, que parece hoy se replican y
repiten en maneras y formas… Un hombre que hizo de lado honores y paparruchadas
por el estilo que tardíamente quisieron endilgarle, fue fundador con otros de
instituciones que aún hoy perduran y tienen que ver con la educación, el saber
y el conocimiento, que a no dudarlo implica responsabilidad que yo asumo en
este difícil momento.
Pertenezco a la línea de la familia Sanguinetti que no quiso ser
coleccionista y asumir posturas de tipo burguesas, sino más bien de seres cuyas
vidas pueden ser coleccionables en lo que hace a su proceder y accionar: ser
fieles a sí mismos y reconocerse como tales, en favor de existencias austeras,
a favor como manifiesto permanentemente de nuestra existencia ‘personal y
cultural’. Asimilo estas vidas a las del presidente del Uruguay, José Mujica,
un hombre sabio e íntegro, que en mi anterior columna, impulsé su nominación
para ser dignísimo candidato al Premio Nobel de la Paz, instancia que de
inmediato trajo aparejadas adhesiones y rechazos; curioso, pues no hay un solo
motivo que se pueda esgrimir en desfavor de tal nominación al Nobel, pues
Mujica reúne en sus acciones, modos, maneras y “ser”, todo lo que se precisa
para acceder a ese polémico Nobel de la Paz, tan manipulado y manoseado en
estos años, al ser entregado a seres que por acción de vida, siempre a favor de
impulsar guerras e invasiones a naciones libres, asesinando pueblos y haciendo
desaparecer milenarias civilizaciones, destruyendo y aniquilando lo que tiene
de fantástico el duro oficio de vivir; culturas degradadas y la ‘diferencia’,
que ya no tiene espacio, en un mundo donde el capitalismo reina discriminando…
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