Ambición de Poder
Graciliana Montelongo Amador.
Y el hombre tomó del agua del
naciente. Desde ese momento, la tierra compartió con él, toda sabiduría, toda verdad. Vivieron en armonía durante varias estaciones.
Pero un día, del interior del hombre surgió un pensamiento:
¿Por qué compartir con todos, el todo?
Entonces pensó, y mal
pensó, en una estrategia para llevar a buen término su ambición. Poseer las riquezas del mundo. Así que preparó un
discurso, en el que puso en marcha la gran idea… (Divide
y vencerás)
Las mayorías confiadas, cayeron en la trampa que meticulosamente construyó. Una farsa. Un
sentimiento apocalíptico que se manifiesta en algunos seres humanos. Para mantenerla, necesita rodearse de
individuos predispuestos. Perfectamente seleccionados. Adoctrinados en la
materia. Y consiguieron dominar el
mundo. Adueñándose de la tierra a su antojo. Cambiando oro, piedras preciosas
por vidas. Los más afectados, los niños.
Algunas personas descubrieron las verdaderas intenciones de estos personajes,
que representaban muy bien su papel. Intentaron advertir al resto. Pero el telón se mantenía cerrado. Era
demasiado grueso, demasiado fuerte, demasiado pesado. La voz, todavía débil de aquellas buenas gentes,
apenas se podía escuchar entre los aplausos. Se disipaba por el patio de butacas.
Hoy
a pesar de que el telón se desplomó, la mayoría de la gente todavía no ve, no se cree, la cruel
verdad, que tienen delante. Que toca en cada puerta, de cada hogar, de cada
familia. Hoy apenas se escucha el grito
del pueblo reclamando sus derechos, que han sido pisoteados. Unos derechos, por
los que lucharon nuestros abuelos, nuestros padres. Por los que se encarceló a
muchos. A los que incluso les costó la vida a cambio de la libertad. Unas
cicatrices que todavía sangran. Hoy sólo se escuchan los gritos, por la alegría,
efímera, que les produce el triunfo del futbol (Por cierto que cobran mucho
dinero, que sale de nuestros bolsillos. Para ellos no hay recortes) Llevan
semanas preparando esta fiesta. Comprando banderas para decorar los balcones. Comprando camisetas. Y no escuchan el sonido de la realidad. No escuchan la exigencia de los nuevos recortes. No escucharon ayer a un alto
cargo, decir que nosotros somos los responsables de esta crisis… Incluso,
algunos dicen que quieren ser felices a costa de lo que sea. Que quieren ver a
sus hijos y hermanos felices y les ocultan la verdad (Después será peor, cuando
les llegue de golpe) Pero nada importa. No tienen trabajo, pero
guardan silencio. No tienen dinero para comer, pero guardan silencio. No tienen casa, pero guardan silencio.
¿Hasta cuándo?
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