lunes, 19 de diciembre de 2011

SOBRE LA NARRATIVA DE ANTONIO BERMEJO








EL PODER ANDA EN LAS SOMBRAS
Por Roberto Cabrera

Si las carreras cotidianas, el corre-corre, no le hace reparar en un hombre de escasa estatura y blancas sienes, ni siquiera pararse y conversar, si menos socavar en su espíritu noble... espere amable lector. La cosa va de un «narrador canario».
Si por fortuito, hablase del mejor, será una incógnita. Por los designios de tales malas artes: la envidia o la mentira, político rebotallo tan sólo en las perpendiculares del tiempo tratando de medrar, cincela una silueta y sin quererlo... Antonio Bermejo.
Si en el hoy de ahora mismo parece hallarse lejos de la Literatura porque ni usted ni yo solemos leer sus narraciones, recientes sorpresas sin embargo, nos conectan con un libro caliente, extraído del horno donde con agallas se trabaja para dar alimento crujiente al gallo de pelea que vino de Las Palmas, a medirse aún, no con nosotros, con esas fuertes, terribles manos negras, cerniéndose en el círculo de una fugaz gallera... La Feria del Libro de este año.
En aquella parcela de los Cuentos Canarios Contemporáneos, Bermejo deja correr la pluma de diminuto quíquere, configurando la problemática y la estrechez de los años cincuenta, el prostibulero drama y el festín, junto al personal de observador que se asoma con superioridad dialéctica y lo acorralan los gritos del reprimido sexo y borrachas miradas de complicidad de unos supuestos compañeros de posguerra. Isaac de Vega y Arozarena Rafael, lo contemplan entusiasmados ante la vaguedad de su inteligente descripción de casta espuela que araña en el lector recuerdos olfativos «matazón de cochino», lúgubres ambientes mísero festeros en nuestros ojos y en nuestros expectantes oídos lega: redoble de bombo, malévolas risas, que se escapan de un corro comunal de mujeres.
Los adornos de la tradición daban a intentar disfrazar una hediondez antigua, como tratando de disparar el alma, más arriba de las banderitas multicolores y el aire «tirano» del que Bermejo extrae con su escritura-bisturí auténticas bolas o furúnculos de repulsión, angustia y desencanto con el más llano de todos los lenguajes. Rey de la metáfora exquisita, ídolo sin peana oficialesca, a razón de un veredicto popular y subterráneo, por sus venas corre el garbo imperecedero, la chispa divina, la simpatía alegre que heredara de su madre gomera.
Con la «Fiesta», Bermejo tira un cabo de una generación a otra, es decir identifica a las gentes de hoy, escritores, jovenzuelos sobrevivientes a la quema del franquismo, con aquellos otros que vivieron sus días adolescentes lejos de la dictadura hasta que la salida de aquel avión que de Tetuán partió, comenzó a tarar creatividades, o al menos a intentarlo... de ahí lo de las sombras. Don Antonio, configura el encuentro así mismo entre dos tipologías de hombres tan solo separadas por las fechas y el embrollo estilístico.
«Una fealdad y belleza —dice en la Fiesta— maquilladas con la tristeza de la miseria».
Su arrope a la desaparecida Gaceta Semanal de las Artes y su novela «La lluvia no dice nada» galardonada con el «Pérez Armas» de 1956, hacen pensar que la antes citada obra, debe ser buscada y encomendado a los críticos el trajín de favorecer la escasa industria de la conciencia que poseen las islas, trazando paralelas con aquellas otras: Fetasa o Mararía... quizá Parhelios, Guad... porque resulta que nos hemos dado a coleccionistas de obras de arte y aquellos sorprendidos pliegos, como otra cría de faisán o de corne, han de ver luz en nuestras desesperadas niñas.
Muchos, al cabo de esta olvidada «La Fiesta» rescatada, serán quienes con impaciencia esperen la gran novela de Bermejo, cargada no sólo con su garra y simpatía, sino con su visión contemporánea de estilo estimulante y cerebral... es posible que resuelva él, todo aquello de la cacareada universalidad y el ineludible hilo del terruño, pendientes corno tantas entelequias, de ser resueltas, como ciertas afirmaciones de la axiomática moderna o la filosofía actual.

Portada de la edición de Historia de café pobre, preparada, recopilada y editada por Roberto Cabrera al amparo del Exmo. Ayuntamiento de S/C de Tenerife.

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