"CUANDO UN AMIGO SE VA, DEJA UN ESPACIO VACIO, QUE NO LO PUEDE LLENAR LA LLEGADA DE OTRO AMIGO"
"En el año 1947 se hizo una redada en una fábrica de puros de Santa Cruz y encontraron un fleje de un periódico antifascista. Por esos panfletos y por unas pistolas viejas que aparecieron tiradas en una playa de San Andrés detuvieron a las tabaqueras de la fábrica y a un montón de compañeros de Tenerife, de La Palma y de Gran Canaria. A las chicas las metieron en la prisión de mujeres de la calle San Miguel, en los Toscales y a los hombres en la prisión de Fyffes. Los detenidos de La Palma pertenecían a una organización de ayuda a los presos y los de Gran Canaria eran miembros de un sindicato de camareros y de carpinteros. A todos nos englobaron en la misma causa: delito de sedición. Como algunos ya nos conocíamos de antes, de haber estado en la misma prisión en el 38, decidimos seguir aprendiendo el esperanto".
Cuando la librería Sigú fue un espacio de libertad /y 3
"El esperanto le dio sentido a mi vida por su carga idealista y universal"
"Durante el franquismo las tertulias se hacían en las librerías"
A Antonio García no le importa reconocer que el recuerdo y la nostalgia constituyen sus fieles compañeros de viaje. Entiende la vida como un largo tránsito que va desde el sueño y la utopía al desengaño, lo que no le ha impedido dejar de luchar para que el desaliento no inunde el lugar de la esperanza. Su vida ha estado relacionada con los libros. Recuerda que sus primeros trabajos estuvieron vinculados al mundo de las librerías. Empezó en la librería Popular de la calle Herradores que estaba regentada por Luque, un catalán anarquista, y por Bernardino Afonso, también miembro de la CNT, los dos estuvieron muchos años presos al estallar el Movimiento; después trabajó en la librería Católica donde fue detenido al iniciarse la guerra en 1936. Antonio García conoció al polifacético José Rivero, director de la película El ladrón de los guantes blancos, en la librería de su propiedad que estaba ubicada en el solar que hoy ocupa la dulcería Olivera. "José Rivero murió en frente al teatro Leal, en los bajos del hotel Aguere, donde había un bar. Sucedió una noche de carnaval. Yo estaba en la puerta del teatro Leal y se oyó un disparo. Corrí al bar y me lo encontré muerto. Nunca se llegó a saber la verdad porque de entrada se dijo que la pistola se le había caído a un fulano que estaba en la barra y el tiro lo alcanzó accidentalmente. Sabíamos con certeza que había sido intencionado. Al poquito llegó la guerra y se echó tierra al asunto. José Rivera era un hombre liberal. En esa película de José Rivera intervino Guetón, el hijo de don Luis Rodríguez Figueroa; cuando empezó la guerra Guetón estaba en Francia y vino a ver a una novia, lo detuvieron y lo desaparecieron. A don Luis Rodríguez Figueroa, que era abogado y diputado a Cortes, también lo mataron".
Armando Sigú
En la librería Lemus nos cuenta Andrés Rodríguez Barrella que don Antonio García era uno de los contertulios que animaban los debates, casi clandestinos, que se llevaban a cabo en la desaparecida librería de Armando Sigú.
"Armando Sigú estuvo en la escuela conmigo. Era un gran amante de los libros. Cuando se hizo mayor puso la librería Anchieta, en la calle Capitán Brotons. A mi me llegó a decir don Polo, el dueño de la librería Goya, que librero, Armando Sigú. Era un hombre que siempre estaba leyendo los libros y las críticas a los mismos. Orientaba a los chicos en la compra. Sabía y recomendaba los libros habiéndolos leído. Conocía su profesión. En su librería se reunía mucha gente a discutir y a comentar noticias y hechos de actualidad y sobre política. Participaban profesores de la Universidad, estudiantes, gente de la cultura, obreros y personas normales y corrientes que sentían inquietud. Esas charlas y discusiones se celebraban hasta los domingos por la mañana. Se hablaba y opinaba abiertamente, estábamos en confianza".
Estudiar, un compromiso inquebrantable
Nada más terminar el servicio militar en el año 1943, con veinticinco años, Antonio García empezó a trabajar en la carpintería que su padre tenía en la calle Herradores y después en la gestoria de Gaspar González, que estaba al lado del Ateneo, ocupación en la que se mantuvo hasta el mismo día en que lo volvieron a detener en 1947 y encerraron de nuevo en Fyffes.
"Siete meses después salí libre del Consejo de Guerra que se celebró en el cuartel de Artillería. El abuelo de Santiaguito Pérez, don Santiago Pérez Izquierdo, que era notario, me echó una mano para que no me tocaran. Al salir de Fyffes comencé a trabajar en Bodegas Fuencaliente hasta que entré en la Agencia Acuña, donde me jubilé, al cabo de treinta y nueve años. Esos trabajos no me apagaron el deseo de instruirme. Será porque cuando empecé a estudiar de pequeñito en los hermanos de la Salle nos enseñaban menos que a los niños de pago. Durante la República en la Alhóndiga, un edificio que estaba al lado del Ayuntamiento de Laguna, daban clases gratuitas para adultos. Me desconsolaba por no poder ir y aprender con Ramón García Rojas y Pedro Díaz Duque. Mientras que los hermanos sólo llegábamos hasta la regla de tres, ellos les enseñaban ciencias naturales, aritmética, geometría y hacían pilas eléctricas. En esa Alhóndiga también ensayaba la banda municipal y, después, hasta hace algunos años, entrenaba el Canarias".
Antonio García se preparó concienzudamente para acceder a la Universidad y superó la prueba de mayores de 25 años. Guarda especial recuerdo de Javier Muguerza y Escohotado. La cultura, en general, y el esperanto, en particular, han constituido sus principales señas de identidad.
"El esperanto lo empecé a estudiar cuando ingresé en Fyffes en el año 1938. Don Juan Régulo se encargaba de darnos clase; lo hacía con tanto entusiasmo que entre los alumnos habían obreros y chicos del campo que lo llegaron a aprender con facilidad. Se esforzaban en aprender en gramática española para poder comprender el esperanto. En esas circunstancias el esperanto era una cuestión idealista, un idioma internacionalista. Cuando se normalizó mi vida me hice miembro de la sociedad esperantista de La Laguna, a la que sigo perteneciendo. El esperanto es un idioma que no se debería perder. En lo que a mí respecta le ha dado un sentido a mi vida por su carga de idealismo y por su sentido de internacionalista".
Poema a los que no volvieron
"Cuando ingresé en Fyffes el año 1938 conoció al artista bohemio Policarpo Niebla Mora que estaba escribiendo en una libreta versos inspirados en lo que veía en aquella prisión. Me prestó la libreta y la copié a mano. Todos los poemas estaban agrupados bajo el nombre de "Partir". Policarpo tanto hacía caricaturas como escribía poesía. Esa libreta me la quitó la policía cuando me detuvieron el año 1947. Pensé que me la iban a desaparecer pero me la devolvieron. Entre los poemas que escribió había uno dedicado a los presos que sacaban de noche y no volvían. Él los escribía y don Jacinto Alzola les ponía la voz: Dijeron hasta luego y en el silencio hondo sus pasos se sintieron; hasta luego, hasta luego; los hombres ya se fueron, pero llega rodando la noche, hasta luego, hasta luego; en esta hora de la noche mucha gente mirará a las estrellas y verán que las estrellas lloran...
También le escribió unos versos al huerto de alfalfa que estaba detrás de la prisión. Los soldados que hacían la guardia no dejaban pasar a nadie por esa zona, pero cuando eran mujeres o niños que iban a comprar alfalfa hacían la vista gorda. Cuando esas mujeres venían con el ramito en la mano, pegado al pecho, pasaban caminando despacito cerca de las alambradas para ver si veían a sus padres, sus esposos o sus novios presos: Esa mancha verde, tan sin valor ayer, un día se vistió de novia, de madre y de hija..."
Un artículo conmovedor.En él se refleja el espíritu idealista e internacionalista de nuestros pioneros esperantistas y la labor docente y divulgativa que de un modo altruista realizó el protagonista y D. Juan Régulo Pérez. Amantes de la justicia,la paz,la cultura y la neutralidad lingüística.Siempre en nuestra memoria D.Antonio García. Felicitaciones al autor D. Antonio García García.
ResponderEliminarGracias por su opinión y por la alta estima que mantiene hacia don Antonio García García, mientras cualquiera de nosotros lo recuerde él seguirá vivo. No me imagino La Laguna, sin la figura de Don Antonio cruzando sus calles.
ResponderEliminar"El día que el Amor nazca de verdad en los corazones de los hombres, la paz reinará sobre el planeta y legiones de seres libres poblarán la tierra".