LAPORTA: DE LA
CAUTELARÍSIMA A LA BUTIFARRA
Los problemas para poder inscribir a los jugadores Dani Olmo y Pau Víctor y
su controvertido comportamiento en el palco de un campo son el último capítulo
de una gestión polémica al frente del Barcelona
Joan Laporta. /
Luis Grañena
Partamos
de una premisa cierta. Joan Laporta recibió un club con una situación económica
complicadísima por culpa de la gestión realizada en la etapa de Bartomeu, que
se vio agravada por las consecuencias de la pandemia. Dicho lo cual, la
realidad es que, cuatro años después, el Barcelona está muy lejos a nivel
económico, institucional y de reputación de las expectativas que generó cuando
Laporta inició su segunda etapa al frente de la entidad. El caso de la no
inscripción a tiempo en LaLiga, el pasado 31 de diciembre, de Dani Olmo y Pau
Víctor es el último ejemplo. El presidente culé puede vender como un éxito
conseguir de forma provisional la cautelarísima por parte del Consejo Superior
de Deportes (CSD) para que ambos futbolistas sigan jugando, pero se equivocaría
si no hiciera autocrítica sobre su manera de gestionar la institución.
El caso de los dos futbolistas citados es paradigma de la más que discutible praxis que lleva a cabo en numerosas ocasiones el dirigente azulgrana. Ambos llegaron al equipo el pasado verano, y el Barça pagó por el fichaje de Olmo unos 55 millones de euros, sabiendo que el club no tenía en ese momento margen salarial (el límite que impone el fair play financiero de la Liga a los clubes) para poder inscribirlos. De hecho, Olmo, ante el riesgo que asumía, añadió en su contrato una cláusula llamativa: la posibilidad de quedar libre si debido a esas dificultades administrativas se quedaba sin ficha. Solo un giro de guion inesperado, la importante lesión de su compañero Christensen, facilitó que se diera de baja al danés, dejando margen para poder inscribir a los recién llegados, pero con un asterisco importante. Esa situación tenía fecha de caducidad, el último día del año.
¿Qué
está pasando para que un club de la importancia y las posibilidades del
Barcelona tome unas decisiones que erosionan su prestigio?
Laporta
tuvo cuatro meses para solucionar este asunto y no fue capaz de cumplir en ese
tiempo con los requisitos exigidos por la Liga de Fútbol Profesional. Cuando
vio que se le echaba el tiempo encima, el mandatario intentó que la justicia le
echara una mano, pero sus recursos fueron rechazados, tanto en la vía civil
como en la mercantil. Su última bala fue la venta a unos inversores árabes de
los futuros palcos VIP del nuevo Camp Nou, pero no pudo presentar el día 31 el
justificante de haber recibido el dinero, y LaLiga, que esta vez se mostró
estricta porque estaba ya escarmentada de promesas pasadas del mandatario con
otros supuestos acuerdos económicos que no llegaron a materializarse, pero que
sirvieron para poder eludir otras situaciones similares de falta de límite
salarial para inscribir jugadores, desinscribió a los futbolistas. Como hay dos
artículos del reglamento General de la Real Federación Española de Fútbol, el
130.2 y el 141.5, que impiden que un jugador cuya licencia se cancele pueda, en
el transcurso de la misma temporada, obtener licencia en el mismo equipo del
club al que ya estuviera vinculado, Dani Olmo y Pau Víctor no podían volver a
jugar lo que queda de campaña con los catalanes.
Es
llamativo que de forma paralela al caso de los futbolistas se produzca otro
hecho que deja en muy mal lugar a los dirigentes barcelonistas: la posible
llegada a la sección de baloncesto de Thomas Heurtel, que debido a la
disconformidad de una parte de la masa social con su contratación por
situaciones ocurridas con el francés en una etapa anterior, se terminó por
descartar apenas unas pocas horas antes de su presentación y con el jugador ya
en la ciudad.
¿Qué
está pasando para que un club de la importancia y las posibilidades del
Barcelona tome unas decisiones que erosionan su prestigio? En esta segunda
etapa al frente de la institución, Laporta ha terminado rodeándose de personas
leales, que no van a cuestionar públicamente sus decisiones, antes que de
profesionales contrastados y expertos en distintas materias. Es significativo
que más de 20 altos ejecutivos le hayan abandonado desde marzo de 2021, cuando
ganó las elecciones. Jaume Giró, Ferrán Reverter, Eduard Romeu, Jordi Camps, Enric
Llopart, Jordi Llauradó, Mateu Alemany, Franc Carbó, Maribel Meléndez… Uno de
ellos, Giró, publicó hace unos días en el diario ARAun artículo muy
crítico con la situación actual del Barcelona: “El Barça empieza a parecer un
club que, instalado en la tragedia, empieza a escenificar una farsa. No hace
falta mucho para que sea el hazmerreir de todo el mundo, si es que no lo es
ya”.
La
renovación con Nike y la venta de los palcos VIP le ha devuelto a la regla 1:1
(fair play financiero), que le permitirá fichar sin tantas restricciones
económicas
No
parece de recibo que la actual vicepresidenta y portavoz del club, María Elena
Fort, reconozca públicamente que “no sé los nombres de las dos empresas del
Golfo Pérsico que han comprado por 30 años esos 470 asientos VIP”. ¿Una
anécdota? Más bien parece un síntoma de que la directiva no sabe lo que hace.
Algo que perciben hasta destacados miembros actuales del equipo, como el
brasileño Raphinha, que declaró: “Si yo estuviera en otro club y viera la
situación de Pau Víctor y Dani Olmo, quizás pensaría si sería lo mejor venir
aquí”.
En
el debate actual sobre su forma de gestionar el club, Laporta ha echado más
pólvora con su comportamiento en el palco del estadio de Arabia Saudí donde se
juega la Supercopa, cuando se enteró que el CSD había fallado a su favor en el
tema de Olmo y Víctor. Los gritos desaforados, los insultos dedicados a
presidentes de federaciones territoriales, las butifarras (cortes de
manga) que realizó o las patadas al mobiliario, no se corresponden con el
comportamiento que debe tener el máximo dirigente de una de las instituciones
deportivas más importantes en el mundo, por mucha tensión que llevara
acumulada.
Gracias
a una decisión muy controvertida del CSD, Laporta salva una situación muy comprometida,
al menos hasta que el Consejo tome una decisión definitiva
Es
cierto también que no todo ha sido malo en el actual mandato de Laporta. Ha
conseguido importantes contratos económicos, como los de Spotify, la renovación
con Nike (con cuantiosas y discutibles comisiones al mediador inglés Darren Day
en ambos casos), y la venta de los palcos VIP, lo que unido a la rebaja de la
masa salarial de la plantilla, le ha devuelto a la regla 1:1 (fair play
financiero), que le permitirá fichar sin tantas restricciones económicas. Pero
la deuda sigue siendo muy alta, rondando los 2.000 millones de euros, de los
que 1.100 corresponden al proyecto Espai Barça, que incluye la remodelación del
Camp Nou. Esto supone que la deuda de 2024 es un 70% superior a la que había en
2019, según Jorge Martín Magdalena, doctor en Ciencias Económicas y
Empresariales por la Universidad de Comillas.
Gracias
a una decisión muy controvertida del CSD, que muchos enmarcan dentro de un
contexto político y en un momento de tirantez del organismo gubernamental con
LaLiga y la RFEF, y que pone en peligro los mecanismos de control económico de
la patronal futbolística que han aprobado los propios clubes, muchos de los
cuales se sienten ahora mismo agraviados al tener que hacer grandes esfuerzos
por cumplir con las normas, Laporta salva una situación muy comprometida, al
menos durante los tres meses que hay de margen para que el Consejo tome una
decisión definitiva. Los partidarios más afines de Laporta, que siguen siendo
muchos, pensarán que sale triunfador de este capítulo, pero cuesta compartir
esa postura viendo el daño reputacional que ha sufrido su figura y la del club.
Y no solo de la ajena sentimentalmente al club. Hasta 10 plataformas culés han
firmado un documento en el que piden la dimisión de Laporta y toda su junta
directiva o, como mínimo, que se sometan a una cuestión de confianza
vinculante. En caso de no aceptar estas propuestas, estos grupos no descartan
activar un voto de censura. Parece evidente que no comparten la afirmación que
hizo Laporta el último día de 2021, cuando anunció “el fin de la degradación de
una etapa gloriosa del club”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario