ANATOMÍA DE UN 'META'DISCURSO
POR
VIRGINIA P. ALONSO
Mark Zuckerberg, con unas gafas de realidad aumentada en el evento anual
Meta Connect, en California, en septiembre de 2024.REUTERS/Manuel Orbegozo
Mark
Zuckerberg anunció este martes su decisión de convertir en una jungla las
redes sociales de su multimillonaria empresa, Meta, propietaria de Facebook,
Instagram y WhatsApp. Lo hizo a través de un vídeo-monólogo de cinco minutos y 17 segundos
que merece la pena diseccionar, porque posiblemente sea uno de los mejores
ejemplos recientes de tergiversación del lenguaje en esta era de posverdad
y autocracia.
"Es
hora de volver a nuestras raíces en lo que respecta a la libre expresión
en Facebook e Instagram. Comencé a construir redes sociales para dar
voz a la gente. Di un discurso en Georgetown hace cinco años sobre la
importancia de proteger la libre expresión, y hoy todavía creo en
ello", arranca.
Cualquiera que llegara de una galaxia lejana (o de otro tiempo) pensaría que Zuckerberg es un adalid de la libertad de expresión y de los derechos civiles. Pero no lo es. Lo que hace el dueño de Meta es preparar el terreno para las palabras que pronunciará después. Ese "dar voz" y esa "libre expresión" hacen referencia exactamente a la misma "libertad" que proclama Isabel Díaz Ayuso.
Con
la frase que cierra ese párrafo ("hoy todavía creo en ello"), Zuckerberg
intenta significar que en estos cinco años la libertad de expresión se ha visto
dañada, pero que él y sus redes sociales van a protegerla porque no tira la
toalla y viene a salvarnos del mal, como Donald Trump. Pero,
¿quién encarna ese mal? Ahora lo van a ver.
"Se
ha debatido mucho sobre los daños potenciales del contenido online", continúa. Falso. Se ha debatido y se ha alertado
sobre la vulneración de derechos y la proliferación sin control de discursos de
odio en las redes sociales, no de cualquier contenido online.
Ya
llegamos al mal. "Los gobiernos y los medios
tradicionales han presionado para censurar cada vez más. Gran parte
de esto es claramente político [...]". Parcialmente cierto,
pero 100% falaz. ¿Claramente político? ¿Los gobiernos y los medios? ¿Qué
gobiernos y qué medios?
Zuckerberg
no se refiere a gobiernos concretos, sino a sistemas de gobierno: o sea, a las democracias.
Y mete en el saco a los medios de comunicación, porque con todos sus fallos,
siguen siendo un pilar de los sistemas democráticos... y una competencia obvia
para las redes sociales y el negocio multimillonario de Mr. Zuckerberg, porque
qué mejor que la información fluya libre a través de las redes sin que nadie la
contraste ni verifique. Sus palabras son un calco del llamado discurso antiwoke;
tanto que podría haber utilizado el término "cancelar" en
lugar de "censurar", pero este último sigue teniendo más
fuerza y sonoridad.
Desde
que en 2011 varios movimientos impulsados a través de las redes sociales -primaveras
árabes, 15M, Occupy Wall Street, etc.- amenazaran algunas prerrogativas de
los más privilegiados y, sobre todo, a partir del recrudecimiento del terrorismo
islamista en la UE, no pocos gobiernos democráticos han trabajado con
denuedo en endurecer sus legislaciones, aunque esto supusiera un recorte
de libertades fundamentales, entre ellas la libertad de expresión, que
algunas venimos denunciando desde el año 2014.
En
España tenemos ejemplos más que sobrados: la reforma del Código Penal de
2015 y la ley mordaza, sin ir más lejos. Gracias a la primera,
artistas como César Strawberry o tuiteros hasta entonces desconocidos
fueron procesados por delitos de terrorismo. En Francia se mantuvo
durante dos años el estado de emergencia tras los atentados de Bataclan con
la excusa de la amenaza terrorista y con la limitación de derechos que esa
excepcionalidad conlleva.
Pero
tampoco es esto a lo que se refiere Zuckerberg, sino más bien a leyes como la Directiva
de Servicios Digitales de la UE, que establece mecanismos para evitar que
los algoritmos de las grandes plataformas favorezcan los discursos de odio o
mensajes que puedan interferir en procesos electorales. La
Comisión Europea contempla sanciones de hasta el 6% de la facturación global
para las compañías que vulneren las reglas. De nuevo, el negocio.
Sigamos
analizando las palabras de Zuckerberg: "Las recientes elecciones [en
referencia a las de noviembre en EEUU] también se presentan como un punto de
inflexión cultural hacia la priorización, de nuevo, de la libertad de discurso".
Acabáramos: con Trump llega ese soplo de aire fresco que nos hará ser libres y great again.
"Después
de que Trump fuera elegido por primera vez en 2016, los medios tradicionales
escribieron sin parar sobre cómo la desinformación era una amenaza para la
democracia. Intentamos, de buena fe, abordar esas preocupaciones sin
convertirnos en árbitros de la verdad. Pero los verificadores de datos han
sido demasiado parciales políticamente y han destruido más confianza de la
que han creado".
Esto
me recuerda a mi paso por el juzgado hace unas semanas tras la demanda que
interpuso contra mí y contra Público el director de una web a la que
calificamos como "web de desinformación". Tras aportar una batería de
pruebas que evidenciaban que sí es una web de desinformación -entre ellas,
numerosos desmentidos de los principales verificadores-, el abogado del
demandante alegó que nuestras pruebas no eran creíbles porque esos
verificadores trabajan, según él, al servicio de la izquierda y, por tanto, contra
su cliente, cercano a la extrema derecha.
No
deja de ser llamativo que Zuckerberg y el abogado de este periodista utilicen
exactamente los mismos argumentos. La transversalidad del movimiento
reaccionario es fascinante.
"Vamos
a deshacernos de un montón de restricciones en temas como la inmigración y
el género que no están dentro del discurso mainstream". Es decir que, con los cambios que va a aplicar Meta en
sus redes, cualquiera podrá decir y convertir en viral enunciados
como que los migrantes se comen nuestros perros. Y nadie en Meta
hará absolutamente nada porque ya no habrá verificadores que, en su afán woke,
izquierdista y de defensa de lo políticamente correcto, digan que esa
afirmación es mentira y frenen así su alcance. Meta implantará un sistema
similar al que utiliza X, la plataforma de Elon Musk, a base de
notas de la comunidad.
"Vamos
a detectar menos cosas malas, pero también reduciremos la cantidad de
publicaciones y cuentas de personas inocentes que eliminamos
accidentalmente". Hablar de
"personas inocentes" implica que hay otras que son culpables. Si las
"inocentes" son las distribuidoras de discursos de odio y bulos,
¿quiénes son las culpables? Creo que se responde solo.
"Vamos
a trasladar nuestros equipos de moderación de contenido y confianza y seguridad
de California a Texas. Creo que trabajar en lugares donde hay menos
preocupación por los prejuicios nos ayudará a generar confianza mientras
promovemos la libertad de expresión". Texas,
bastión republicano, es uno de los 22 estados de EEUU que prohíben el aborto,
incluso en casos de incesto o violación.
Por
último, y por si no había quedado claro, Zuckerberg anuncia que "vamos
a trabajar con el presidente Trump y otros para hacer frente a los
gobiernos de todo el mundo que están atacando a las empresas estadounidenses y
promoviendo la censura".
Minutos
después del anuncio de Zuckerberg, Trump afirmaba que no descarta emplear el Ejército para controlar el Canal
de Panamá y Groenlandia. Horas antes, líderes de toda Europa
habían alertado de que Elon Musk es un peligro para la democracia después de que el
dueño de X y Tesla, asesor de Trump y miembro de su futuro
Gobierno, llamara "tonto" al canciller Olaf Scholz, arremetiera
contra miembros del Gobierno británico y aseverara que la formación de extrema
derecha AfD es la única capaz de "salvar a
Alemania".
Habían
pasado apenas 72 horas desde que Ann Telnaes, viñetista de The Washington
Post, abandonara el periódico después de que no le
publicaran una caricatura suya crítica con Jeff Bezos, presidente
ejecutivo de Amazon y dueño del diario.
Según
el índice de
multimillonarios de Bloomberg, Musk Zuckerberg y
Bezos son, por este orden, las tres personas más ricas del planeta.
Facebook tiene 3.070 millones de usuarios activos al mes en el mundo;
Instagram, 2.000 millones; X, 611 millones; WhatsApp, 2.780 millones y
Amazon, 310 millones. La población mundial alcanzó casi los 8.200 millones a
mediados de 2024.
Este
trío de poderosísimos tech bros ha decidido cambiar el curso
de la Historia. Ahora, Donald Trump mediante, solo tienen que pulsar un par de
teclas para que suceda ante nuestros ojos y a una velocidad vertiginosa. La
demolición era esto. Saluden la nueva era.
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