domingo, 22 de octubre de 2023

LA VOZ DE IONE BELARRA

 

LA VOZ DE IONE BELARRA

JUAN TORTOSA

La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 en funciones, Ione Belarra, interviene en la Reunión de Alto Nivel sobre la Transición de Sistemas de Cuidados hacia Modelos Centrados en las Personas y en la Comunidad, en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, a 18 de octubre de 2023, en Madrid (España). Gustavo Valiente / Europa Press

Tristes tiempos estos, en los que la voz de la cordura llega a parecer una osadía. Oigo a Ione Belarra (cuando en alguna tele se dignan darle voz), leo sus reflexiones y sus denuncias en X y me siento aliviado; compruebo que no estoy tan loco como creo, que lo que pienso hay alguien en la política, alguien con altavoz público que lo dice y lo escribe. Parece mentira que existan tan pocas voces como la suya, una de las pocas que clama en el desierto; una voz que, apenas abre la boca, no faltan los dispuestos (y dispuestas) a tirársele en tromba a la yugular. Hasta que van pasando los días y se va comprobando que aquello que denunciaba la secretaria general de Podemos estaba cargado de razón, puro sentido común.

 

El pasado 20 de agosto fue la voz de Ione Belarra, junto a las de Irene Montero y Pablo Echenique, la que se alzó en las redes para denunciar el beso sin consentimiento de Luis Rubiales a Jenni Hermoso y exigir que la violencia sexual contra las mujeres debe terminar. "Violencia sexual, ha dicho violencia sexual", y el universo mediático al completo se rasgó las vestiduras llamando de todo tanto a ella como a sus compañeros de formación, "unos radicales de izquierdas que cada vez pintan menos y no saben qué hacer para llamar la atención". Pues menos mal que pintan poco.

 

No tuvieron que pasar muchos días para que cambiara el cuento, para que se empezara a admitir que Podemos, con su secretaria general al frente, había colocado el foco en el punto exacto, para que se reconociera que buena parte de quienes a primera hora pusieron el grito en el cielo empezaran a recoger velas y admitir que la voz de Belarra denunciando el comportamiento del presidente de la Federación de fútbol estaba cargada de razón.

 

Si tiene que calificar de capitalismo despiadado las prácticas de algún que otro supermercado, Belarra lo hace; tampoco en esto parece que le falte mucha razón, ¿verdad? Diga lo que diga, siempre hay alguien que se lleva las manos a la cabeza gesticulando escandalizado. O escandalizada. Como cuando reclamó un tope para el precio del gas para bajar así la factura de la luz, que algunos de sus compañeros socialistas de Gobierno la miraron como diciendo estás loca para poco después acordar con Portugal establecer ese tope en 30 euros al mes.

 

"Lo más difícil es defender la paz durante la guerra", escribió al poco de comenzar el conflicto de Ucrania, provocando acto seguido el cabreo de Margarita Robles, compañera de gabinete con la que no parece encontrar buena sintonía. No digamos ya cuando, a propósito de la espantosa tragedia que se vive estos días en Palestina, expresa sin matices que Israel está llevando a cabo un genocidio planificado y, en consecuencia, hay que suspender relaciones diplomáticas ese país y llevar a Netanyahu ante el Tribunal Penal Internacional. Además de aplicar sanciones ejemplares contra el primer ministro israelí y su titular de Defensa entre otros miembros de su gobierno.

 

"Eso es alimentar los conflictos", proclama sin que vergüenza alguna ese perejil de todas las salsas llamado Felipe González. Ahí queda eso. "Eso es antisemitismo", remata un González Pons (PP) que nunca se atrevería a decir que condenar el atentado de Hamás es islamofobia. "La posición del Ejecutivo la fija el presidente", exclaman en estéreo Félix Bolaños y José Manuel Albares. "El PSOE tiene muchas dificultades para entender que este es un Gobierno de coalición y que por tanto no solo el PSOE habla en nombre del Gobierno", explica Ione Belarra de la manera más pedagógica que puede, con tranquilidad pero con contundencia, cada vez que es interpelada por sus denuncias y exigencias, esas que ponen de los nervios a personajes de toda condición, como ocurrió hace pocos días con algún insigne cocinero, de esos que le echan a la vida más cuento que condimentos.

 

Pasará como con tantas cosas ha pasado ya: acabarán dándole a la razón a Belarra. Porque la tiene. Porque lo que dice la secretaria general de Podemos suelen ser de sentido común y porque llamar a las cosas por su nombre es el primer paso para resolverlas. Se agradece que quien las diga sea una ministra de un Gobierno de la Unión Europea, la secretaria general de un partido que está en el Gobierno, que a su vez es una de las cinco diputadas integradas en Sumar, cinco votos fundamentales para la investidura de Pedro Sánchez y tan decisivos como los de cualquier otra formación política.

 

No es una voz cualquiera la voz de Ione Belarra. Cómo se agradece escucharla.

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