VAMOS A CONTAR MENTIRAS, TRA-RA-LÁ
El
uso de la mentira está tan tabulado que, en fin, se suceden en los medios los
análisis políticos sobre el discurso de Feijóo. Quizás, el único
posicionamiento ético al respecto ha sido la decisión de Sánchez de no participar
en este acto
GUILLEM
MARTÍNEZ
Alberto Nuñez Feijóo, durante su intervención inicial en la sesión de investidura del 26 de septiembre. / Congreso de los Diputados
1- La mentira es un ingrediente básico, no ya de la política, sino de la vida. La media de mentiras a las que una persona normal se remite a lo largo del día son siete. Por lo general, chorradas, cosas como “estoy bien”, “es que había tráfico”, “no me importa”, “no tengo prisa”, “te llamo sin falta”, “no sé qué tengo” o “yo no fui quien lo descuartizó”. Lo que indica que la mentira es nuestra amiga. Junto a la sal y la pimienta está ahí, para realizar reparaciones de urgencia, si bien cotidianas, en los sabores, de manera que no sean bruscos. Pero la mentira deja de ser una mascota cuando crece y engorda. Y cuando invierte su media. Cuando, por ejemplo, la media de verdades emitidas al día sean siete. Y esa fue la propuesta de Feijóo en el Congreso.
Feijóo ha mentido
con tanta intensidad que, personalmente, me encuentro ante la tesitura ética de
reproducir lo que ha apuntado
2- Feijóo
protagonizó una campaña electoral sustentada en la mentira. Tanto que, en lo
que es un exotismo esp, no ganó, sino que perdió unas elecciones por, todo
apunta a ello, mentir. Posteriormente, a través del uso de algo más próximo a
la mentira que a la verdad –no se pierdan el punto 4–, fue propuesto para
formar gobierno, una opción contrastadamente imposible en el momento de recibir
ese encargo. Hoy en el Congreso, Feijóo ha optado por un discurso sustentado en
la mentira. Ha mentido con tanta intensidad y extensión que, personalmente, me
encuentro ante la tesitura ética de reproducir, o no, lo que ha apuntado. Y he
decidido finalmente no hacerlo, pues hacerlo no solo no les informa, sino que
contribuye, y mucho, a su desinformación y a la mía. Simplemente les haré una
sinopsis y la reproducción de una sola mentira emitida, sencillamente, por ser
la menos creativa y original, y por su uso dilatado y periódico en casa sesión
de investidura PP desde la I legislatura Aznar, aquella renovación de la
mentira.
3- De manera
efectiva, Feijóo apuntó la creación de un nuevo delito: “deslealtad
constitucional”. Que, todo apunta a ello, puede ser de pensamiento y no de
obra. Pasaría a ser pecado, por tanto, no un pajote ante la CE78, sino los dos
segundos anteriores, cuando te la imaginas diciendo
¿vienes-mucho-por-aquí-marinero?. Quizás esto fue el hecho más diáfano de su
discurso. Lo demás necesitó de la participación de aún mayor confusión. Feijóo
ofreció al mundo seis pactos nacionales –ni cinco, ni siete; seis–, esa
cicatriz de la Transición. Que no cesa. Si no ofreces un pacto nacional –esto
es, una ceremonia en la que se simula no la solución, pero sí, la aprehensión
de un problema, de manera forever– eres un mindundi. Por lo demás, de su boca
surgió una de las mentiras en uso más dilatadas de la política esp, en
funcionamiento, lo dicho, desde Aznar: posibilitar, vía ley, que los jueces
elijan a los jueces. Esa delikatessen –que por aquí abajo supondría, visto el percal,
una judicatura aún más reaccionaria y cateta– nunca se ha llevado a cabo. Ni
siquiera en la II legislatura Aznar, cuando se podría haber hecho. La razón:
ningún partido, ni siquiera el PP, cedería a los jueces –o a los sexadores de
pollos– una atribución que ese partido puede detentar en solitario al acceder
al poder. Como, por ejemplo, nombrar a los jueces reaccionarios y catetos que
prefiera. Hace 10.000 años que no se renueva el CGPJ precisamente por eso. No
se renovará, salvo sorpresa inopinada, hasta que el propio PP pueda renovarlo.
Se trata ya de una crisis estructural abierta que, si el PP no soluciona con
cierto arte –que rapidez, ya no–, le puede arrastrar más de lo previsto a un
pozo sin fondo que se empieza a visualizar en la sociedad.
CGPJ no se
renovará, salvo sorpresa inopinada, hasta que el propio PP pueda renovarlo
4- No se puede
mentir tanto, en fin, si no es sobre mojado. Si no es sobre una tradición y una
dinámica de la mentira. No se puede mentir tanto sin la nominación fake como
candidato, por parte del rey, quien sabía que Feijóo no accedería al cargo,
salvo que el PP recurriera al grado mayor de la mentira –el delito– y cooptara
la decisión de algún diputado de otra formación. Tal vez, en la decisión del
rey rondaba el cálculo de que su elección de candidato no supusiera ningún
acceso a la Moncloa, sino que, simplemente, supusiera darle a Feijóo tiempo, y
tiempo televisado, para preparar una repetición de elecciones. Hoy, al menos, y
en todo caso, Feijóo ha expuesto un programa –un nuevo delito, seis pactos
nacionales y cientos de mentiras– con el que asistir a una repetición de
elecciones.
5- La derecha
española no podría mentir tanto si no hubiera acomodo a su mentira. Si, como la
derecha catalana, no dispusiera de un ecosistema tóxico de medios. No se podría
mentir tanto, no se podrían tomar granos de uva de cuatro en cuatro si nadie
más recurriera a la mentira con facilidad, sin consecuencias, si la mentira
–“el PSOE se compromete a regularizar los alquileres”, “se ha derogado la
reforma laboral de Rajoy”, “el feminismo es una sola persona”, “abandonaré este
parlamento en 18 meses, cuando Catalunya se independice”– no fuera un
componente habitual en todo el arco parlamentario, poco o nada penalizado
socialmente.
6- El uso de la
mentira está tan tabulado que, en fin, se suceden en los medios, mientras
escribo esto, los análisis políticos sobre el discurso de Feijóo. Esto es,
sobre mentiras. Con absoluta normalidad, a lo largo del día de hoy, se analizan
improbabilidades, y se busca lógica y futuribles en ellas. Quizás, el único
posicionamiento ético al respecto ha sido la decisión de Sánchez de no
participar en este acto. Ha enviado en su lugar, a debatir con Feijóo, a un
jabalí, término parlamentario del XIX para el orador que sacas a liarla, a
machacar el trigal sin especial orden. Óscar Puente, exalcalde de Valladolid,
si bien ganador de las últimas municipales en su ciudad, haciendo de jabalí,
pudo hilvanar un discurso más cívico y fundamentado en la realidad y en
posicionamientos morales que el del líder popular. Feijóo, ante la ausencia y
desprecio de Sánchez, quedó corrido –ojo, aludo a otro término del XIX, cuando
corrido equivalía a incómodo, en falso; lo contrario que en el siglo XXI, creo
recordar–. Fue más fluido, en todo caso, su diálogo con Abascal. Un diálogo
interesante, en tanto se mintió poco –ambos partían de mitos similares, lo que
impedía repetirlos–, y en el que Abascal dejó implícito los parecidos
razonables entre Vox y PP, y Feijóo sus diferencias. Entre el jiji y el jaja,
se produjo, no obstante, un momento cágate-lorito, un improbable y sobrecogedor
instante de sinceridad absoluta, cuando Abascal recordó a Feijóo que las dudas
que tiene en aproximarse a Vox son “de la misma tesitura que las que tiene el PP
europeo” para elegir asociarse a la nueva extrema derecha, y abandonar la
asociación con la socialdemocracia. Citó entonces a Meloni: “El PP debe
recuperar sus raíces”. Esto es Vox. Glups.
Con el escaqueo de
Sánchez, Feijóo, que no tiene con quien hablar, no ha tenido con quien hablar
7- Por Sumar habló
su nueva portavoz, Marta Lois, que se estrenó sacando fotos desde la tribuna,
esa vía muerta experimentada en su día por C’sZzzzz. Como si se pudiera
discutir con la mentira expuso, no obstante y de forma pedagógica, que Feijóo
no será presi porque carece de mayoría social, al carecer de ello la extrema
derecha, asociada al PP. Expuso un nuevo constitucionalismo izquierdista,
esbozado, pero nunca experimentado antes con efectividad –veremos en esta
emisión–, y explicó la amnistía como una solución para cientos de personas –no
políticos profesionales; los políticos, por cierto, afectados por la amnistía,
serían más de cien, y los civiles expuestos a condenas y/o multas ha pasado de
ser cerca de 5.000 personas, a mil y pico, según Òmniun; lo que, en efecto, es
mucho; no era necesario mentir, inflarlo–. Enrique Santiago –IU– y Aina Vidal
–Comuns– incidieron en la cosa pedagógica de la amnistía, que dibujaron como
una solución social, antes que una solución para políticos.
8- Es importante
observar lo dicho por el procesismo, esa otra escuela de mentira intensa –se
nos olvida en ocasiones, pero se va a hacer una amnistía para paliar los
efectos de la mentira sobre una sociedad; lo que habla de la mentira vivida, de
su peso–. De alguna manera, Junts se enfrenta estos días a cierta catarsis al
respecto de la mentira –una treintena de representantes en un parlamento creado
por el procesismo en Waterloo, que próximamente se chapará, han escrito un
manifiesto, en el que ya se alude a engaño y a corrupción económica en el campo
semántico Puigdemont–. Junts se enfrentará a más momentos como esos si sigue
adelante con su línea curva, vacilante, pero cada vez más firme, hacia el pacto
con Sánchez. ¿Qué han dicho los profesionales de ERC y Junts al respecto, por
cierto? ERC/Rufíán ha hecho concesiones al léxico del procesismo, ese aparente
radicalismo, a la vez que ha velado por distanciarse de esa –extrema– derecha
llamada Junts, con la que estuvo absolutamente asociada. Junts/Nogueras ha
hecho concesiones al léxico del procesismo, ese aparente radicalismo, a la vez
que ha exhibido su momentáneo poder y, pudiendo venirse arriba, no lo ha hecho,
sino que ha estado matizada. Parece que hay pacto. Veremos.
9- Importante: con
el escaqueo de Sánchez, Feijóo, que no tiene con quien hablar, no ha tenido con
quien hablar.
10- Importante: la
traducción del cat y del gallego no funciona en televisión. Es un problema
técnico, de superposición, fácil de mejorar. Sería mucho mejor apostar, no
obstante, por la poética que TVE nunca utiliza con ninguna lengua en ningún
formato informativo: los subtítulos. Los estudiantes de gallego, catalán y
vasco lo agradecerían. Y los curiosos. Y los gallegos, catalanes y vascos.
Subtitular es el futuro, si es que se desea futuro. Traducir es, en ese
sentido, poco intenso. No refleja la apuesta, por lo que se puede sospechar que
no la hay.
No hay comentarios:
Publicar un comentario