PRESIDENTE INTERINO ALBERTO NÚÑEZ FEIJÓO
Veremos
al líder del PP cada vez más embriagado de ‘interinismo’, inaugurando
charcuterías y centros de dietética y exigiendo reunirse con los mandatarios de
turno
GERARDO TECÉ
Alberto Núñez Feijóo el
pasado 22 de febrero durante una visita a la Feria Internacional de Energía y
Medio Ambiente.
No quiero asustar a nadie, pero sí alertar de lo que se nos viene encima: Alberto Núñez Feijóo está entrando en la fase del presidente interino, también conocida como Fase Guaidó de Frustración Política. ¿Recuerdan a Juan Guaidó? Aquel opositor venezolano, harto de ser oposición, salió una buena mañana de la cama, cargó el café y llamó a la prensa para comunicarle al mundo que se declaraba, a sí mismo, presidente interino de Venezuela. Ser presidente interino, lo fuimos comprobando con el tiempo, no implicaba tomar decisiones gubernamentales –eso seguiría recayendo sobre el presidente a secas–, pero sí salir a la calle a comportarse como si fuera el presidente.
Hace tiempo que lo
venezolano es trendy en España y Feijóo parece estar entregándose a esta moda
con fuerza. A principio de semana, el líder del PP avisó al Ministerio de
Defensa de que tenía previsto viajar a Letonia para visitar al ejército español
desplazado allí. Solicitud que obligó a Defensa a tener que dar una respuesta
incomodísima para todos: salvo que pretenda usted dar un concierto a lo Marta
Sánchez para animar a las tropas, las visitas al ejército en el extranjero las
realizan cargos institucionales y, que se sepa, no es usted en estos momentos
ni presidente de su bloque. Frustrado por la decisión y dando claros síntomas
de estar sufriendo un brote de interinismo, el gallego denunció el intento de
politización del Ejército –cargos institucionales, háyase visto– y se plantó en
IFEMA a dedicar la mañana a que gente inteligentísima le enseñase cosas que no
entendía mientras fotógrafos disparaban retratando tan borbónica escena. De
momento la Casa Real no se ha quejado.
La fase presidente
interino es una etapa de la desesperación política por la que ya pasó su
antecesor Pablo Casado –Dios lo tenga en su gloria–. Tras perder dos elecciones
generales en 2019 y comprobar que ni las manifestaciones en Colón, ni la
pandemia, ni sus gritos en el Congreso habían hecho caer al Gobierno, Casado
empezó a mostrar graves síntomas de la dichosa enfermedad. Tras pasar por la
fase temprana en la que Feijóo se encuentra en estos momentos, la de pretender
estar en lugares que no le correspondían, Casado decidió un 2 de mayo de 2020,
festividad en Madrid, decir basta, hacerse un Juan Palomo y organizarse a sí
mismo un acto en el que pasó revista a una tropa formada por policías locales,
médicos y bomberos de la Comunidad. Uno a uno, aquel Jefe del Estado de la
República Independiente de la Calle Génova Número 13 fue pasando revista a los
profesionales allí congregados, situados a varios metros unos de otros, no
tanto por seguridad covid, sino para conseguir generar espacio y pasillo
suficiente para que el flamante presidente interino de aquella plaza pudiera
echar la mañana haciéndolos cuadrarse. Berlanga, removiéndose en su tumba,
logró sacar una mano de la tierra a duras penas y hacer el gesto de que alguien
le acercase una cámara.
En estos casos es
preferible estar preparados y ponerse en lo peor. Si las encuestas siguen sin
asegurarle a Núñez Feijóo su entrada en La Moncloa, si los estudios
demoscópicos que el partido encarga cada mes siguen sin reconocerle mayor
imagen presidencial entre la ciudadanía de la que tiene el propio presidente,
la cosa irá a más. Veremos a Feijóo, embriagado de interinismo, inaugurar
cafeterías, charcuterías y centros de dietética un día y al siguiente exigir
reunirse con el mandatario de turno que esté de paso por España. Lo veremos, como
vimos a Pablo Casado –Dios lo tenga en su infinita gloria– darle estatus de
Cumbre Internacional a la videollamada mensual de líderes del Partido Popular
europeo. Videollamada tras la cual los líderes que son presidentes reales se
irán a gobernar y el resto a poner lavadoras. El resto excepto Feijóo, que
convocará a los medios para anunciar cómo le ha ido a España en la cumbre. Lo
veremos, no lo duden, desfilar por todo tipo de ferias de muestras siendo
informado a lo borbón de lo último en robótica y cruzando los dedos para que, a
la Inteligencia Artificial, que es inteligente pero no por ello educada, no se
le ocurra preguntar y este quién es. Es el presidente interino, se verá
obligado a responder balbuceando el pobre científico de turno.
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