CARNAVAL A TODA MARCHA
Por Eduardo Sanguinetti,
filósofo, poeta y performer
argentino, especial para NOVA
"Camino por la calle de los primeros dolores con un carnaval a toda marcha. Voy trotando por el camino, entre un denso gentío equinoccial, derramando las melodías que he aprendido. Soy viajero y aventurero, en mi búsqueda de una salida, me ocurren cosas" (Fragmento de mi novela Morbi Dei, Ed. Corregidor)
Eso que pedimos con la mayor insistencia al destino, al final nos lo acuerda (el precepto queda verificado) pero nos lo acuerda más que cuando no lo esperamos más. Hay que desconfiar de las ventajas fáciles que nos ofrece un mundo que simuladamente abre sus puertas a todos los que obedecen… Pero alcancemos un estado de extrema felicidad que suprime por un tiempo la memoria de lo que jamás ocurrió.
Permanecer
enmascarado, sin dejar un flanco al descubierto, se ha convertido en costumbre
habitual en la Argentina del espectáculo rabelesiano, tendencia porno de
estación. Utilizar esas nuevas corazas propias de la represión fundamental: el
simulado pudor, esa otra máscara que sella la boca ante las resistencias,
rebeliones y remite al remolino de las palabras que se pudren por jamás haber
sido pronunciadas y la irrisión, acompañada por estereotipos que se asimilan a
ellas: "Demasiado fácil", "no es nada", "te
banco", "me lo banco", etcétera.
Y los relatos
promiscuos se cuentan por miles, datos mentirosos, distópicos, que se
promocionan día a día en la corporación mediática, tan afín a la destrucción de
la realidad. Funcionarios incapaces en todos los ámbitos, artistas chatarra,
chicas escorts cumpliendo funciones en estadios trascendentes, nuevas mascotas
instaladas para condimentar de modo superlativo el circo pantagruélico de una
Argentina plena de delincuentes blindados como el muñeco del Mago de Oz,
entregados al juego fashion kitsch, violento en su persistencia de ser lo que
jamás será: arte, sólo sedimento de deposiciones.
Todos para uno y
uno para nadie, articulando sus máquinas de guerra contra el orden establecido
por una Constitución en estado vegetativo. Y bien, machirulos y sus chicas
"todo terreno", tilingos medio pelo, aceitan sus piezas de armas de
guerra, los "siempre presentes en el derrumbe" se preparan para sus
próximo balbuceos, plenos de falacias, apoyado por el periodismo afín... Y la
realidad en exteriores, con el cielo pintado a mano.
La realidad es una
formidable docente. Si la vida va cuesta abajo, si se nos priva de lo que más
queremos y aún tenemos deseos de vivirla, aceptaremos pagar los costos y
prolongarla asimilada a instantes de alegría, no dudo, deberíamos hacer lo
imposible para que nada ni nadie nos prive el goce de existir, de ser y estar
como nos plazca, llevar a cabo en acto, todo los que nos dicte la necesidad,
sin que eso atenta en lo más mínimo nuestra libertad.
No mediremos en el
tomar revancha de quienes nos niegan la posibilidad de permanecer en este
mundo, en estado de igualdad, fraternidad y naturalidad, pues la única libertad
con que contamos no depende más que de cada uno, la que poseemos, sin
atrevernos a dejarla, si el deseo acompañe al acto de librarnos de quienes nos
la niegan, reprimiendo y asesinando a comunidades aterradas, pero en
condiciones de responderles a esos ungidos en elecciones bajo presión de
democracia simulada, procedimental, la he denominado, asimilado al decir de
Giovanni Sartori.
Esos que desde el
poder "regalado" gobiernan, con desparpajo y ánimos imperiales,
naciones colonizadas. Nada más estúpido que aceptar órdenes de ignorantes
mascotas, divorciados de la vida y de la verdad, en ser, deber y hacer. “Es
necesario renunciar absolutamente para ser absolutamente”, he escrito en mi
ensayo Alter Ego (Ed. Corregidor). Es necesario también perseverar sin
esperanza de victoria. El destino otorga su chance después de un largo periplo
cercano a la muerte.
Los valores que
tenían valía, aunque más no sea por ser enumerados, en este milenio de la
muerte del sentido, claudicaron. Quizás las personas que solían frecuentarme ya
no me interesan, son mis verdugos agazapados tras las máscaras del simulacro y
bajos instintos a flor de piel.
Seres asimilados a
intereses de ocasión, su mezquindad los torna en miserables, ¿qué interés
podría sentir alguien como yo, solidario con quién sufre, silenciado por
gobiernos y mafiosos de todo color, despojado de todo lo material, nutrido con
un buen humor que persiste, que ha renunciado a lo vacuo y banal, con amor a
una tierra, ya sin bandera? Y el entorno temeroso, tan apegado a frivolidades
matizadas de creencias narcóticas y faranduleras, snobs, hipócritas y con
sensibilidad ausente.
Traidores y
cobardes, hoy pareciera valores supremos de este prostíbulo casual, donde todo
se compra y vende, pero ¿y el amor? ¿Se podrá sobrevivir sin ese espacio, sin
tiempo ni lugar, para las almas en pena, que ya no acuden a él, aunque más no
sea para dar nombre a su deseo?
Hoy todas las
relaciones humanas se articulan alrededor de la depreciación ajena: para ser,
es preciso que el otro sea menos, o casi nada… Un regreso a Freud, el mundo
habitado por humanos, es demasiado lento en instancias esenciales, como
comprender al instante, dejando de lado las futilidades cotidianas, a las que
nos tienen acostumbrados los burocráticos trámites que legitimen nuestra
existencia, en identidad y pertenecer ¡Qué Imbecilidad!, la castración es una
práctica que no termina de practicarse, por rutina, sin pausa ni tregua.
Cosas de la vida,
de quién sigue nomadeando, con los bolsillos vacíos y durmiendo al
"sereno", espero vivan mis palabras en el corazón de quién me lee.
Tal vez alguien recuerde que todo lo manifestado lo ha escrito con pasión un
argentino, que ha tomado el riesgo supremo de permanecer en esta tierra, donde
pulsión y sangre, desgarro y herida, coraje y voluntad, son horizontes
eliminados, para los que la habitan, tan estúpidamente coquetos, en sus
gabinetes de la prisión en donde los han metido a patadas virtuales, de
usuarios sin contraseña.
Cuando se empieza a
repechar, el alma tira para delante, con envergadura de ser, luchando, dudando,
indignándose, viviendo, buscando, esperando, gozando, sufriendo. Franqueando
indemne los círculos entrelazados de los cinco órdenes determinantes en mi
vida: soñar, intuir, simbolizar, realizar, imaginar, sigo caminando, silbando
las melodías que he aprendido, en años dorados de mi infancia.
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