jueves, 4 de febrero de 2021

TEO MONTA EL POLLO

 

TEO MONTA EL POLLO

Mientras en mi cabeza los ‘youtubers’ están perreando con Bad Bunny, Iglesias detiene su intervención y, poniendo la misma cara que much@s hemos puesto mirando a Teodoro García Egea, ha preguntado: “Pero, ¿qué hace?”

MARINA LOBO

Antes que nada, feliz año. No, no es que se me haya ido la olla –todavía, que el 2021 es muy largo– , es que esta es la primera semana que vuelve a haber sesión de control en el Congreso de los Diputados desde navidades porque así lo manda nuestra inamovible constitución. Reconforta comprobar cómo algun@s han aprovechado para coger fuerza durante este parón. “Bienvenido a esta casa mes y medio después”, le espeta irónicamente Pablo Casado a Pedro Sánchez nada más llegar, cual madre que te coge el teléfono cabreadísima después de que no la hayas llamado en toda la semana.

 

Sánchez tampoco se ha quedado atrás. A estas alturas, ya habrán visto que le ha dicho al líder del PP que “incluso el señor Abascal le da lecciones en cuanto sentido de Estado”. Se ve que mes y medio te da hasta para reconciliarte con tu cuñado. La primera llamada al orden de Meritxell Batet tiene lugar poco después de empezar la sesión, cuando ya se han producido sucesivos abucheos a Sánchez e incluso golpes en la mesa de algún diputado como forma de protesta. La bronca se la lleva, en general, la bancada del PP, desde donde sus diputad@s graznan cual gaviotas –nunca mejor dicho–.

 

Es curioso cómo la ultraderecha y el PP, que antes se peleaban por ver quién tenía más banderas de España, ahora se pelean por enarbolar la bandera de Andorra

 

Están ávidos de participar, incluso aunque el que interviene no sea de los suyos. “¿Por qué considera usted oportuno cambiar al ministro de Sanidad en lo peor de la pandemia?”, pregunta Gabriel Rufián (ERC). Antes que la respuesta de Sánchez, se escucha la de un espontáneo del PP que, sorprendido, sentencia: “Pues es una buena pregunta”. Mientras este señor sigue en su escaño dilucidando cómo se le habría ocurrido al diputado de ERC tan elaborada cuestión, el hemiciclo se ha convertido en mitin. El electoralismo de Sánchez alzando a Illa como un “gran candidato a la Generalitat” y criticando al independentismo dista mucho de la respuesta que podía haber dado, más si tenemos en cuenta que era una de esas preguntas que sí o sí iba a caer en el examen. “¡Pues no te ha contestado, Rufián!”, exclaman al finalizar en tono jocoso desde el PP. Crossovers más raros que este se han visto –véase la canción de Taburete y Camela–.

 

 “¡Venga Teo!”, jalean sus compañeros a Teodoro García Egea antes de su intervención, por si no fueran ya suficientemente enérgicas sus intervenciones. Una, a veces, cuando está en el hemiciclo, tiene que esforzarse en recordar que se encuentra en un lugar en el que se toman decisiones importantes y no en Eurovisión. “Recuerde cuando señalaba al Rubius pero callaba cuando se refería a su portavoz condenado por no pagar impuestos”, le ha dicho Teodoro a Pablo Iglesias. Siempre que pienso en Teo se me vienen a la cabeza los cuentos infantiles, los de Teo va al parque o Teo y su cumpleaños. Teo hacía muchas cosas, pero el de Teo va a Andorra a mí no me lo leyeron. Es curioso cómo la ultraderecha y el PP, que antes se peleaban por ver quién tenía más banderas de España, ahora se pelean por enarbolar la bandera de Andorra. El Rubius se ha convertido en la novia a la que todos quieren invitar al cine, mientras ella solo quiere irse con sus amigas a perrear hasta el amanecer gastándose el menor dinero posible en copas.

Mientras en mi cabeza los youtubers están perreando al ritmo de Bad Bunny, Iglesias detiene su intervención y, poniendo la misma cara que much@s hemos puesto mirando a Teodoro García Egea –que es básicamente un gesto de incredulidad mezclado con vergüenza ajena y una pizca de duda al intentar adivinar si lo está haciendo a propósito o si se ha tragado el hueso de una aceituna de esas que lanza a 5 kilómetros–, el líder de Unidas Podemos ha dicho, extasiado: “Pero, ¿qué hace?”. Nunca tres palabras definieron tan bien la actitud de un diputado. Teo monta el pollo. Meritxell Batet pide silencio. Y, cuando por fin lo ha conseguido, un diputado del PP –seguramente antes malote de su clase– lo ha roto. “No se escondan detrás de las mascarillas porque se les reconoce igualmente”, ha dicho la presidenta de la Cámara. Uno de ellos se ha quitado la mascarilla durante un momento a modo de protesta. Esa persona es Eloy Suárez Lamata, diputado del PP conocido por votar “sí” por error en la moción de censura de Rajoy y por plantear endurecer en Zaragoza las sanciones penales por la ocupación de viviendas. “Inasequible al desaliento”, se define en su bio de Twitter. Y el que avisa no es traidor. Su última publicación es un mensaje criticando a Sánchez con una foto muy pixelada del presidente que, suponemos, ha sacado él desde su escaño –a mí no me dejan sacar fotos, si no ya hubiéramos publicado aquí una de Ortega Smith aburriéndose soberanamente en el Congreso, incluso mientras hablan los suyos.

 

Todo esto lo observa atentamente desde su nuevo sillón Iceta, que se estrena en la sesión como ministro de Política Territorial. Iceta es una de esas personas que da aplausos mullidos, de esos que suenan poco porque junta primero las bases de las muñecas y luego las palmas de las manos. Ha empezado su intervención confundiéndose de micro pero ha sorteado las preguntas sin enfadarse. Lo mejor, a pesar de que no se puede hacerse viral porque no cabe en un vídeo de Twitter, ha sido el intercambio dialéctico entre él y Rufián. Más de media hora en la que, los que aún estábamos allí, hemos asistido a una clase avanzada de posicionamientos en cuanto a la realidad territorial de Cataluña –con sus intereses de por medio, claro–, con un Gabriel Rufián que se ha llevado apuntadas la mayor parte de las contradicciones políticas de Iceta durante estos últimos años –que no son pocas– y un nuevo ministro que, como ha tenido que reconocer el diputado de ERC, es muy hábil parlamentario.

 

La ministra de Sanidad ha hablado de una nueva etapa, la de la vacunación, y ha puesto fecha. A partir de marzo espera que el escenario sea muy diferente

 

Ha sido día de estrenos. Carolina Darias ha intervenido por primera vez como ministra de Sanidad y hay que prestar atención, ya que es muy probable que dentro de poco se convierta en una de esas personas a las que vemos más que a nuestras familias, aunque sea por la tele. Los diputados lo saben bien. “Todo el grupo parlamentario le desea lo mejor”, le ha dicho Echániz Salgado, del PP, a la nueva ministra. Carolina Darias se ha estrenado haciendo algo muy vistoso, pero también muy arriesgado: un anuncio. La ministra de Sanidad ha hablado de una nueva etapa, la de la vacunación. Y, algo aún más arriesgado, ha puesto fecha. A partir de marzo, ha dicho, espera que el escenario con el aumento de llegada de las vacunas sea muy diferente. Palabras muy bonitas que ha compaginado con el silencio ante varias propuestas que le ha hecho Iñaki Ruiz de Pinedo, de Bildu: Liberar las patentes convirtiéndolas en un bien público, tomar la nacionalización temporal de aquellas farmacéuticas que especulen con las vacunas o crear una industria farmacéutica europea, para garantizar que no se mercantilice con la salud. Eso igual para la siguiente etapa.

 

Iceta y Darias han hablado prácticamente uno después del otro. De hecho, se sientan al lado –con un asiento entremedias–. Se ha hablado mucho de “errores políticos”. Hay errores políticos de los que ya algunos han aprendido, como no poner la mano en el fuego por alguien en un caso de corrupción porque es más probable que te quedes sin mano antes de que llegues al hospital. Pero hay otr@s que no solo no aprenden de sus errores políticos, sino que se revuelcan en ellos hasta la obscenidad, como es el caso de García Egea. Un paso más allá, en el último escalón antes del precipicio, hay algo peor. No es un error, sino una acción intencionada, como querer alimentar el odio y el racismo aprovechándose de una situación desesperada. La interpelación de Vox al Gobierno ha sido hoy, y cito textualmente, “sobre las medidas para frenar la ‘invasión’migratoria en España”. Solo la demencia que denota el uso del término ‘invasión’ en el registro de la moción ya debería ser suficiente para no darle más cabida a un discurso perturbado de un partido que, tristemente, nació por culpa de errores políticos –y periodísticos. Y, como aquí somos de aprender de los errores, ni una palabra más sobre el discurso xenófobo. Buenas tardes.


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