JM AIZPURUA
Viendo la foto del
orfeón ministerial (¿tanta gente para esto?) surge la duda si es su simpleza
intelectual o lo intrincado del problema, la causa de su fracaso en la gestión
de la pandemia.
Poner a un filósofo
catalán al frente de Sanidad, que ni Irene quería, es una constatación de la
teoría de la papa caliente, pero el resto de las portavoces deja perplejo al
espectador ante la falta de carisma y capacidades. Lo de las FYCDSDE, vamos la
poli de siempre, es una chusca cesión a los patrioteros del pelotón de los
torpes, al que solo les faltó la cabra.
A los reyes no
consiguieron engancharlos al asunto, pues no encajan por ningún lado. Como no
surjan temas de cuernos, esta monarquía está tocada.
Ya en su final de
pandemia, todos embisten a la ministra Ribera, pues su Plan de Des, ha sido un
fiasco y les dan ganas de meternos de nuevo a todos en casa. Pero no es ella la
culpable de que España sea un kilombo territorial, ni tan siquiera la Constitución78
que ya iniciaba un camino federal; lo son los ciegos y absurdos patrioteros que
se pliegan a la ultraderecha.
La realidad
territorial nos dice que un obrero gallego no visitará nunca Maspalomas y
posiblemente no sabe donde está; ni le importa. Lo mismo que al paisano de
Artenara que nunca visitará el barrio de Locay en Lugo. Y es que España 2020, es la “rejuntación”, de
lo que quedó en el XIX y XX después de perderlo todo, hasta la honra.
El estúpido intento
Sánchez, de unidad, es anacrónico y opuesto a la realidad, que, en las comunidades
nacionales, las regionales, y las comarcales, debió basar la batalla contra el
virus, y debió aceptar la propuesta Canaria y así eludir esa papa caliente que
es la descolonización Canaria y el enfrentamiento con el sultán por sus aguas.
Se ha metido de cabeza en el kilombo de la territorialidad y ha sido
anticonstitucional, sin respetar el espíritu de la Transición, el sesgo
constitucional federal, y una realidad ineludible que refleja un paisanaje
vario y muy sujeto al terruño propio e incluso al barrio. Es lo que hay tras
500 años.
¿No aprendió que no
dejarle hablar a Revilla de su tren es contraproducente?
Usted con los
presidentes autonómicos, debió concebir estrategias, y crear planes que,
comunicados por expertos en ellos y con carisma, no hubieran sido una nueva
cruz que hemos aguantado confinados y viendo sus escasas dotes de locución y su
falta de sinceridad, o las de su oráculo sanitario Simón que no daba una. Illa
es en sí mismo una pesadilla.
Ustedes pensaron
que vendría el Covid19 maniatado y custodiado por las FYCDSDE, hasta Moncloa y
la gloria sería eterna para Sánchez. Pero sin vacuna, sin test, sin UCIs y con
más de 30.000 muertos, no es la gloria la que llegó, si no la catástrofe y la
desesperación que usted tendrá que comérselas.
Los viejos, a los
que ya nos racaneaban en pensiones, hemos visto con terror cómo nos negaban
respiradores, como nos confinaban en centros sin recursos, o como cerraban
nuestros asilos para que el virus se cebara. Hemos muerto abandonados, sin la
prometida eutanasia, y con el único consuelo de un sanitario que se apiadó de
nosotros y al que deberemos eterno reconocimiento. De nuestros entierros mejor
no hablar, y su proyecto de homenaje póstumo, es la mayor de las indignidades.
Su tacticismo
político le llevó a un orfeón ministerial de anulación de Podemos, con sus
miembros más leales e inútiles, que no han sido capaces de estar a la altura de
la lucha anti coronavirus.
Cambie ya, que aún
puede todo ser peor.
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