EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO Y POETA.
Noche un tanto más
aburrida que de costumbre que consagró a Bong Joon Ho como el primer director
que consigue el Oscar a mejor película por una producción no hablada en inglés
"Parásitos".
Irónico, que una
película que ha sido filmada para denunciar, ridiculizar y hacer daño, a cuenta
de la soberbia de los privilegiados en un mundo superlativamente desigual e
injusto como éste, se haya convertido en el privilegiado éxito de la temporada.
Siendo consecuente, si hiciera nuestra (o la Academia de Hollywood hiciera
suyas) las enseñanzas del film coreano, la gala de los Oscar no tendría que
existir, o al menos no presentarse a competir.
Demuele de
inmediato lo que pretende denunciar Bong Joon Ho, pierde toda la potencia de la
autenticidad, al pregonar lo que no cristaliza en acto de vida, o sólo es una
fábula metafísica el film, el mensaje elocuente es para distraer a millones de
espectadores que dejan su dinero en las salas de cine, la eterna historia
capitalista que el coreano intenta derrumbar. La hago más fácil, no se puede
estar en contra del cambio climático y volar en jet privado.
La Academia decidió
quedarse con la anomalía dentro de un discurso general más o menos homogéneo.
Mirando con cierta distancia, hay que decir que la mayor parte de las películas
nominadas tratan del cine en el cine; del cine como experiencia compartida; del
cine como historia común; del cine, de la memoria, del tiempo mismo del cine.
“Érase una vez... en Hollywood”, que habla de exactamente lo que dice el
título, pasando por “El irlandés”, que no es más que una lectura hacia dentro,
entre dientes, de la filmografía entera de Scorsese en la voz de Scorsese,
pasando igualmente por “Dolor y gloria”, que no es más que cine que devora
cine, Almodóvar al cubo, ninguna de ellas ganó. Venció la opuesta, “Parásitos”.
Entonces, adiós al ensimismamiento global, bienvenido cine denuncia y
combativo, al menos en la pantalla.
Joaquin Phoenix
ganó sobremerecidamente el Oscar al mejor actor, recibido entre lágrimas y
emoción inocultable. Laura Dern consiguió lo suyo no tanto por su trabajo en la
ninguneada “Historia de un matrimonio” como por el mejor y más comentado
monólogo de los últimos años visto en una pantalla (el de la Virgen María).
Brad Pitt mejor actor secundario, también hizo referencia al impeachment. El
film maestro “El irlandés” quedo sin nada, luego de presenciar como la
irrelevante Ford vs. Ferrari se llevaba dos Oscar. Eso duele. Su único premio
fue el reconocimiento público y emocionado a Scorsese de, otra vez, Bong Joon
Ho, el único con capacidad para salirse del guion.
Luego la resucitada
Renee Zellweger se llevó también lo que le tocaba por “Judy”, remasterizada en
un film para olvidar. Todo predecible, inexplicable, ¿deducible? En fin, es
Hollywood, no la vida, que transita por otros senderos, los esencialistas,
impuestos en tendencia vintage, por usinas del mundo espectacular de la
academia hollywoodense que nos cocina el porvenir cada año… y el show continúa.
(*) Poeta y
filósofo
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