PANCHO GUERRA Y VICTOR RAMIREZ: DOS ARTÍFICES
DE NUESTRA LITERATURA
POR
ALFONSO OSHANAHAN
Un libro y una
ceremonia fúnebre nos acercan estos días a dos escritores canarios, Víctor
Ramírez y Pancho Guerra, el primero porque acaba de dar a luz un nuevo volumen
en el que se recogen sus recientes artículos periodísticos en Diario de Las Palmas,
y el segundo porque -el hecho ha tenido mucha más publicidad- sus restos mortales han sido trasladado del
cementerio de Las Palmas de Gran Canaria, donde reposaban, hasta el de San
Bartolomé de Tirajana, su Tunte natal.
Ya he comentado días atrás que dicha ceremonia me ha parecido un
"secuestro" total, y aquí las comillas juegan un doble papel, el de
señalar el sentido figurado de su uso, obvio por lo demás, y el de indicar,
para mí al menos, provisionalidad de asentamiento. He dicho al respecto que los
restos de Pancho Guerra deberían figurar en un mausoleo que se erigiera en
alguna parte a aquellos canarios que aplicaron su genio al engrandecimiento,
consciente o inconsciente, de su patria, grande o chica, porque a la postre
todas las patrias son una sola y porque, como me ha llegado a decir Víctor
Ramírez (y yo le he robado la idea, provisionalmente), hasta los muertos serán
canarios cuando Canarias sea una Patria soberana, poniéndome como ejemplo el
caso de James Joyce, que murió inglés y la historia lo ha hecho irlandés.
Quiero
insistir sobre el tema -lo de ese panteón de canarios ilustres, por decirlo en
términos convencionales- porque a una idea así es preciso darle mucha más caña
para que prenda. Los periódicos y las columnas están llenas de ideas que acaban
muriendo, no tanto porque las ideas sean malas, sino porque son inoportunas,
como toda buena idea poética, y perdón por la inmodestia. Pero el escritor, el cronista,
el articulista, el poeta en suma, que tanto se deben al oportunismo del
momento, también debe ser jugador fullero contra los ardides del tiempo y del
momento, y no es posible que las miserias del tiempo cotidiano acaben por
oscurecer las ideas que sugieren el tiempo futuro.
¡Oh
los cuentos famosos de Pepe Monagas, aquellos que leímos por primera vez en los
años juveniles, todavía no invadidos por la televisión basura, que está
privando a la juventud de gozos y placeres compartidos por generaciones anteriores!
Fue entonces cuando nos iniciamos en el encuentro con nuestra propia habla por
la razon bien simple -entonces sólo intuida- que Simón Benítez Padilla no hacía
ver en la introducción de los primeros cuentos famsos de Pepe Monagas vertidos
en libro y pupblicados por la Peña de Amigos canarios en Madrid:
"lo
que Monagas necesitaba era salir intacto de su escondite del Risco. No con
traje de buen corte, ni con parla de buen hablista, sino charlando con dejo
cansino, arrastrando el acento, comiéndose unas cuantas consonantes, dejando la
palabra sin acabar, interrumpiendo el párrafo para echarse una copa de ron
cubano, hablando el guanche en fin".
Pero
en con Claudio de la Torre, en la introducción al volumen primero de las obras
completas de Pancho Guerra, donde encontramos más claramente expresada la idea
que anotábamos arriba acerca de James Joyce:
"puede
decirse que los Hermanos Millares vivieron una época relativamente feliz, si
por felicidad cabe entender la paz y el sosiego de que disfrutaba nuestra isla
al empezar el siglo. Hicieron, sin embargo, una obra dramática, de clara
disconformidad, no exenta de piadosa comprensión con el ambiente que les
rodeaba y que con frecuencia debió de asfixiarles. Actitud, en suma, de
rebeldía aunque pasiva, destinada de momento a quedar impresa en unas páginas.
Ésta fue su gloria, la que nos han legado".
"De momento", nos dice
Claudio de la Torre... Cierto: de momento... Porque la historia es un momento,
un largo momento si quieres, como el que lleva transcurrido desde que los
hermanos Millares escribieron su obra, un momento más corto desde que Pancho
Guerra muriera en Madrid una vida cuyo rumbo torció una guerra civil, como
igualmente nos deja debidamente anotado aquel otro cómplice de la canariedad
futura que fue Claudio de la Torre. Y, en fin, de momento dejemos a Pancho
Guerra en la cuna trillada de San Bartolomé, debajo de la gran bóveda celeste
sobre la que se erigen Tunte y las Traimanas, y quedémonos con otro escritor de
las filas de "Diario
de Las Palmas" (porque Diario de Las Palmas y las
publciaciones de esta casa fueron albergue de la producción literaria de Pancho
Guerra), cuyos "Respondos"
están en libro, salvados de momento de la noche de las hemerotecas, donde laten
muchas esencias de la canariedad, que no perdidas...
Los
"Respondos"
de Víctor Ramírez son una especie de desafío
al periodismo convencional. Porque, ¿a quién responde? Hay un "pariente" que se agazapa en
cada artículo, un pariente que podemos ser cualquier de sus próximo0s amigos, o
un supuesto lector "hembra" para el que solía escribir Julio
Cortázar, que en el caso de VR ha trocado en puritito lector "macho",
cuyo halago no busca en tanto en cuanto casi siempre lo que trata es de
revolcarlo en sus contradicciones más íntimas, zarandearle su conciencia...
*
UN ARTICULISMO QUE TIENE ALGO DE UNAMUNO
Tiene
algo de unamuniano, en ese sentido, el articulismo de VR recogido en este libro
"Respondo",
algo de maestro que alecciona a sus alumnos. Porque Unamuno, ya saben, era muy
principalmente un pedagogo, uno de los grandes didácticos españoles. Creo que
la comparación no es ociosa, porque si a Unamuno le dolía su patria, España, a
Víctor lo que le duele es su patria, Canarias, sin asomo de egoísmo isloteño
alguno, pues toda su prosa periodística -y la no periodística, aunque dejemos
eso aparte ahora- arranca de la universalidad del canario, pero del canario
universal, es decir, del canario no colonizado. Iba a decir del canario
autónomo, pero bien sabemos que lo de Víctor es la independencia de las islas,
una independencia que no tiene fin en sí misma, sino como vía para la justicia
social.
Por eso el independentismo de VR no es sectario ni excluyente,
como el de otros desgraciadamente, sino un independentismo integrador, aunque,
eso sí, lo sea reivindicativo y aleccionadore, quiero decir, instructivo,
iluminador, solidario, cualidades que comparte con la inmensa mayoría de sus
compatriotas canarios, que, no llegando a la misma formulación ideológica,
tienen una misma base sentimental, emotiva. Y eso porque pocos como Víctor
conocen el patriotismo literario en el que nos sustentamos (y la literatura es
lo que mejor refleja la entraña de los pueblos) y mucho menos proclaman, como
él, que "Canarias no es sólo de los que pensamos así", sino de
todos -mejor de la mayoría que comparte aquellos sentimientos, porque, ya se
tabe también, en todas partes hay alimoches...
Por
lo demás Víctor no sólo ha querido escribir y comprometerse casi a diario en
las columnas de "Diario
de Las Palmas", sino que se ha empeñado en que esa
prosa periodística (acaso la más liviana, pero también tan costosa como la
otra, la narrativa) salga también en un libro. Porque lo que queda no es sólo
lo que se escribe, sino lo que se plasma en libros. (La noche de las
Hemerotecas es uno de los grandes agujeros negros por pesquisar, sobre todo en
Canarias, donde gran parte de nuestros grandes escritores esperan, seguro que
impacientemente, que la patria les saque de nuevo a la luz. La patria o los
patriotas, pero, ya se sabe, no hay una cosa sin la otra...)
Víctor Ramírez, pues, comentarista de actualidad, articulista de
prensa, como muy pocos de su generación literaria y la nuestra, alejados la
mayoría del conocimiento de nuestro pueblo por culpa de ellos mismos. Y nadie
mejor para demostrarlo que el caso particular de VR, que muchos buscan y
admiran, pero que otros, muy pocos ciertamente, detestan y se alejan, cuando
podría pensarse que a priori iba a tener todas las dificultades
concebibles para poder desarrollar esa labor. No es así, y a la vista está, y
ello no es una casualidad, sino que se produce por la liberalidad de un medio,
y un medio es una combinación de director, empresa, redacción y colaboradores,
en cuyo elenco más distinguido figura hoy Víctor Ramírez.
*
LA REVITALIZACIÓN DEL PERIODISMO CANARIO
Con
personalidades así, el periodismo en Canarias se revitaliza, recibe desde fuera
de sus estrictos contornos profesionales, savia nueva, ideas nuevas. A la edad
que ya tiene, pocos casos se ven de impulso tan nuevo y decidido a una vida que
ya muchos, a su misma edad, la tienen casi recorrida, de puro resabiados. A los
cuarentinueve años, sin embargo, VR escribe con la alegría de un primerizo. Con
más alegría, quiero decir, con más impulso, rescatando antiguas visiones iluminadas
y esperanzadoras. Y ahora, tras los "Respondos",
se ha metido, igualmente, a pecho descubierto, con otra serie, "Agüita pasada",
persistiendo en su empeño aleccionador, refrescando la visión comprometida de
las cosas que muchos de su generación hace tiempo que perdieron. Y no es que
Víctor se considere superior a nadie, sino solamente que no decae en el antiguo
compromiso que nos llevó a muchos a la literatura y al periodismo. Le mueve, ya
lo decíamos, una rebeldía redentorista.
"¿Qué otra cosa -otra cosa decente- que republicano se
podía ser en mi juventud?", se preguntaba a viva voz mi padre, evocando
los años treinta. Y hoy ¿qué otra cosa -otra cosa decente- se puede ser que
nacionalista en la hora canaria?, nos preguntamos muchos, y acaso algún día transmitamos
a las generaciones futuras con nostalgia pasada, como la que transmitìan los
republicanos españoles que sobrevivieron a la guerra civil. Víctor, sin
embargo, va más allá, y plantea la independencia como supremo ideal, porque
como dicen incluso los socialistas españoles, y en eso no se equivocan, y de
ahí su absurdo temor, todo nacionalismo es independentista, y mientras
España no se decida a convertirse en el viejo ideal de los republicanos de la
primera República, el de nuestro Franchy Roca sin ir más lejos, la España
Federal, la de la unidad asumida por consenso, España sigue siendo un artificio
impuesto y Canarias un apéndice cuya sola entidad autónoma reside en un
Estatuto otorgado.
Y justamente para intentar salir de ese marasmo es donde la
vocación redentorista de VR encuentra su mejor y natural campo.
Insisto,
para terminar, en lo que dije al principio: VR no es un comentarista al uso,
lleno de tics, de resabios, de técnicas manidas y de estilismos de repujo más o
menos de salón. Es un vitalista que ama entrañablemente a su tierra, nuestra
Patria Canaria, que es feliz y lo proclama. Es feliz sin exclusiones, sin
iluminismos, aunque sí con ardor, con pasión de misionero por la causa de la
independencia, que es su convencimiento y que es el sentimiento de casi todos
los canarios.
Agradezcámosle a Víctor haber decidido que la tinta de la prensa
no mancha sus manos, sino que es de las pocas maneras de acercar su
pensamiento, su corazón y su rebeldía a una mayoría de lectores, entre los que
me encuentro desde el primer día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario