lunes, 3 de febrero de 2020

EL MECENAZGO DE LOS SEÑORES DEL AZÚCAR


EL MECENAZGO DE LOS SEÑORES DEL AZÚCAR
ANA SHARIFE
Las islas canarias disfrutaron durante los siglos XVI y XVII de un desarrollo cultural sin precedentes. Al puerto de Amberes llegaban navíos procedentes del archipiélago que transportaban su oro: el azúcar. Y la economía se organizó alrededor de este producto. La proliferación de los ingenios fue pareja al asentamiento de las familias flamencas atraídas por este cultivo. Después sería la malvasía.

Comerciantes del norte de Europa establecieron redes familiares en el archipiélago canario. Una élite isleña culta que por un lado añoraba el arte de su tierra, y por otro intentaba mantener su prestigio social


Así, comerciantes procedentes del norte de Europa establecieron redes familiares en el Archipiélago. Una élite isleña especialmente culta y refinada, que por un lado añoraba el arte de su tierra, y por otro intentaba mantener su prestigio social y cuidar el espiritual. Estos hacendados flamencos importaron obras artísticas procedentes de los talleres de Flandes para construir las primeras iglesias y grandes capillas de recintos eclesiásticos, también para sus oratorios privados. Gracias al mecenazgo artístico de estos señores del azúcar, se formó una clientela entre los habitantes de las islas que se sintió atraída por las manifestaciones artísticas de aquellos objetos piadosos como retablos, manufacturas, piezas de orfebrerías, misales, cantorales y bordados, esculturas y pinturas de gran belleza.

La ruta de este floreciente comercio se movía al margen de la Península. Era una línea directa de Brujas, Amberes y Flandes que llegaba a Canarias, salvo excepciones, pues algunas obras, como El Cristo de La Laguna, se embarcaron desde Cádiz.

Se importó tanto arte y de tan buena calidad que Canarias custodia una de las colecciones más relevantes y, a la vez, más desconocidas del mundo. Su minucioso inventario sitúa al archipiélago a la vanguardia internacional del arte flamenco de los siglos XVI y XVII.

Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias reúne por primera vez en un solo documento digitalizado un inventario de todo el arte flamenco que se conserva disperso en las islas. A pesar de la excepcionalidad del legado, no se había hecho un estudio completo con criterios de investigación unificados que determinara el calibre de este patrimonio artístico, lo que ha generado gran expectación en los más importantes investigadores y especialistas en arte flamenco del mundo.

La producción del arte flamenco era tan apreciada en las capas altas de la sociedad, así como entre los altos funcionarios y los burgueses acaudalados, que Canarias posee obras de los más grandes artistas de la época: Hendrick Van Balen, maestro del barroco flamenco; Joos Van Cleve, uno de los más importantes e influyentes artistas que trabajaron en Amberes a comienzos del siglo XVI; Pierre Pourbus, el principal pintor de Brujas y una de las figuras clave del Renacimiento nórdico; Pieter Coecke van Aelst, polifacético y célebre artista, pintor de la Corte de Carlos V; y Lambert Lombard, pintor renacentista del príncipe-obispo Érad de la Marck, entre otros muchos.

Durante casi dos años, la especialista en arte Marta Pérez de Guzmán y el documentalista gráfico Roberto de Armas recorrieron cada una de las islas, sus iglesias, ermitas y templos, así como capillas privadas, museos y casas particulares que se encontraban engalanadas por tablas individuales, o bien formando dípticos, trípticos o polípticos, además de retablos y esculturas que, en ocasiones, respondería a las exigencias de una piedad individual más que a necesidades litúrgicas.


“En Canarias tenemos la colección más importante de arte flamenco después de Flandes y Madrid”, señala Pérez de Guzmán. “Me ha sorprendido la cantidad y calidad de las obras, además del buen gusto de las colecciones canarias, algo que contagiaron a sus habitantes”. Para la especialista “junto al legado arqueológico prehispánico, el arte flamenco es el patrimonio más valioso de Canarias”.

Han sido 302 visitas con un total de 380 obras examinadas y documentadas, 12 obras en proceso de estudio, y 72 obras aún por consultar. A menudo “muy delicadas y valiosas, que nos ha servido para conocer el estado de conservación y las medidas necesarias para su cuidado”, indica la investigadora.  La mayoría de las piezas se encontraban en la isla de Tenerife (160 obras). Luego, La Palma con 120 obras examinadas, seguida de la isla de Gran Canaria con 100, y en La Gomera hallaron una en perfecto estado. “La mayor parte de las piezas están muy bien conservadas”, señala. Sin embargo, “algunas necesitan restauración y seguridad”.

La relación de obras ha seguido las pautas establecidas en el Sistema de Información LAVA, un inventario general digitalizado de bienes patrimoniales de Canarias, que en el futuro será de acceso público, desarrollado por el Gobierno de Canarias. Se completa así “un diagnóstico actualizado y riguroso que sirve, entre otras cosas, para dar a conocer todas estas obras de valor incalculables y desconocidas para la mayoría o que se encontraban dispersas en distintas publicaciones”, explica Pérez de Guzmán.

También han descubierto obras cuya autoría en principio era desconocida. “Se está trabajando en la asignación de sus autorías, o incluso devolvérsela a sus auténticos creadores gracias a los avances en la investigación a nivel internacional”. Algunas son “obras de taller, a veces con la marca específica, pero sin autor”, entre finales de la Edad Media y principios del renacimiento, “piezas bellísimas de gran calidad”. Sin embargo, no están todas las que fueron. “Muchas se han perdido en ataques piratas e incendios y también por deterioros, descuidos, ignorancias, enajenaciones clandestinas y saqueos”, advierte. Y aun así “sigue siendo una colección al nivel de las mejores del mundo que no tiene parangón en el mundo”, subraya.

Pintores de príncipes y reyes

Algunas de las obras más valiosas sobre papel eran estampadas en la célebre imprenta de los editores y libreros flamencos Plantin-Moretus, lo que da buena cuenta de las relaciones que establecieron los antiguos Países Bajos y las Islas Canarias en aquellos tiempos de esplendor.

En pinturas este singular patrimonio isleño tiene entre sus máximos exponentes piezas tan valiosas como el Tríptico de las Nieves, en Agaete, una de las obras más importantes de la producción del pintor de cámara del rey de Francia y del rey de Inglaterra, Joos van Cleve, conocido como el maestro de La Muerte de la Virgen. De este pintor flamenco, fundamental del Renacimiento, “se conservan muy pocas obras suyas fuera de Francia y, ninguna de la calidad de la de Gran Canaria”, destaca Pérez de Guzmán.

El Tríptico de las Nieves es parte del políptico del genovés Antón Cerezo, que llegó a las Islas en el siglo XV, al poco de la conquista castellana. “A su muerte lo donó a la ermita. Eran gente muy devota que pensaban que así salvaban su alma”, señala la investigadora.

En la Catedral de La Laguna se encuentra el Retablo de Nuestra Señora de los Remedios, la obra de mayor envergadura y más importante del mundo de Hendrick van Balen, compañero de Rubens y maestro de Van Dyck, de quienes fue una gran influencia. “Matías Díaz Padrón, uno de los mayores expertos de arte flamenco, fue el primero que atribuyó la autoría de este retablo encargado por Pedro Mazuelos a principios del siglo XVI, actualmente repartidas en tres iglesias diferentes”, explica. Se han localizado todas las tablas que en su día lo componían. “En los querubines se puede apreciar su clara influencia en Rubens”, describe la especialista.

O el Retablo de Nava y Grimón, “pintado por Pieter Coecke y el enigmático pintor conocido como el maestro de San Pablo y Barnabás (cuya Sagrada Parentela se encuentra en el Museo de Kassel) quien se encargó de los laterales de este retablo. Presenta una gama cromática y una composición excepcional”, describe la investigadora. Está depositado en el Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife.

De Lieja a Telde (Gran Canaria) llegó el tríptico de La Adoración de los Pastores, realizada por el renacentista Lambert Lombard, pintor del príncipe-obispo Érad de la Marck. Una joya que alberga la Parroquia de San Juan Bautista, cuyo primer propietario fue el conquistador Cristóbal García del Castillo, capitán de la Real Hermandad de Caballeros de Andalucía, quien también compró “el retablo Vida de la Virgen y la infancia de Cristo, que es de una gran delicadeza y gran calidad. Entre los personajes se encuentra Santa Gúdula, patrona de Bruselas, y firma Joris, lo que podría referirse a Gerard Goris o a Jean Borreman el joven”, señala Pérez de Guzmán . “En su testamento, del 14 de enero de 1539, García del Castillo, refiriéndose a este retablo dijo “que me truxeron de Flandes en vida de mi primera mujer y di a la iglesia para el Altar Mayor”. Su primera esposa fue Marina Rodríguez, apodada ‘la inglesa’.

Destaca también el cuadro de Peter Snayers, “un pequeño lienzo, pero muy interesante” que se encuentra en La Orotava. Su pintura fue muy reconocida y sus batallas y retratos fueron especialmente valorados por los militares y cortesanos que rodeaban la corte bruselense. O las tallas gótico-flamencas de Era de Mota, piezas de excepcional valor en el contexto de la imaginería religiosa adscrita al arte flamenco en Canarias, en la Iglesia de San Miguel Arcángel de Valsequillo.

De Flandes también llegó a Taganana (Tenerife), cuya iglesia tiene el magnífico Tríptico de la Adoración de los Reyes. Si bien hay discusión entre los historiadores del arte sobre su autoría, decantándose unos por Hans Memmling, y otros por Marcellus Coffermans. El excepcional tríptico de la parroquia de Santiago (Realejo Alto), atribuido al maestro de Delft, así como La última cena, atribuída a Ambrosius Franken, actualmente en estudio, en la Iglesia de Santo Domingo (Santa Cruz de La Palma).

Entre los extraordinarios exponentes de la imaginería del patrimonio histórico-artístico de carácter devocional, Canarias también custodia, entre otros, la imagen de La Piedad en San Andrés y Sauces, el grupo escultórico de Santa Ana Mettertia, en la iglesia de San Francisco (Santa Cruz de La Palma), la Virgen de la Encarnación y la Virgen de las Angustias, así como la Virgen de Consolación, de maestro del Hijo Pródigo, en La Orotava (Tenerife), o El cristo de La Laguna, de Louis Van Der Vule.

 ‘Virgen de Consolación’, de Maestro del Hijo Pródigo en la iglesia de la Consolación (La Orotava, Tenerife)

‘Virgen de Consolación’, de Maestro del Hijo Pródigo en la iglesia de la Consolación (La Orotava, Tenerife)



De arte prehispánico al flamenco en 100 años

Debido a su histórica posición geográfica, privilegiada en la ruta de Europa hacia el Nuevo Mundo y a tiro de piedra del continente africano, el archipiélago canario se convirtió en un lugar estratégico de primer orden en la navegación atlántica. Prácticamente todas las naves que se dirigían hacia América, África o Asia pasaban por sus aguas: los portugueses en el siglo XV cuando se pugna por alcanzar la hegemonía en la carrera por controlar las rutas en el África occidental. Luego les seguirán los franceses, ingleses y holandeses.

En Canarias se pasó del arte rupestre al arte flamenco en cien años. Con las islas se acuerda el primer tratado internacional entre una monarquía europea del Renacimiento y una monarquía indígena legitimada ante el Derecho Internacional. Si la fecha oficial de finalización de la conquista de La Palma se sitúa en mayo de 1493, apenas unas décadas después Santa Cruz de La Palma es ya la tercera zona portuaria más importante del Imperio Español, tras los puertos de Sevilla y Amberes, algo que mantuvo hasta mediados del siglo XVII. La relevancia comercial de esa pequeña ciudad isleña, que había llamado la atención de comerciantes genoveses, pero sobre todo de flamencos y portugueses, hizo que tuviera el primer Juzgado de Indias de Canarias en 1558.

Siendo geográficamente una región aislada, las aguas de Canarias siempre fueron una autopista de contactos e intercambios con el mundo. El propio enclave del archipiélago ha facilitado, además del intercambio comercial, la llegada de obras y artistas foráneos, e incluso de movimientos artísticos vanguardistas que se presentaron con antelación a la Península.

Esta importante herencia en la que se incluye el arte flamenco “ha sido fundamental en la reflexión crítica ejercida posteriormente por los artistas insulares”, señala Pérez de Guzmán. “Así se ha construido una historia singular. Una ventana a la historia, a los valores, sentimientos y emociones de una época que nos da las claves para entender quiénes somos”.

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