NO SOLAMENTE HA SIDO ANGHEL MORALES GARCÍA,
EL TRISTEMENTE IGNORADO
Rafael ZAMORA
MÉNDEZ
Allá, por el año 1.942, -(¡ya ha llovido bastante
desde entonces!), descendía un servidor por el clásico y bien
conocido,"PIE RISCO", ubicado en la isla de El Hierro, que, entre
sofocantes transpiraciones, amenas chácharas y corporales fatigas,
directamente, nos conducía hasta el inconmensurable VALLE, DE EL GOLFO,
adorable rinconcito isleño de mis esenciales juveniles remembranzas.
Transitaba, en la familiar y placentera compañía de un
apuesto joven capitán, que no cesaba de detallarme las interesantes vivencias
acaecidas a todo lo ancho y largo de su íntegro período militar, con inusitadas
anécdotas de asombrosas vivencias íntimas.
Un empedrado extenso camino, plenamente modulado entre
resbaladizas curvas, algún que otro viejo duraznero escondido, marchitado peral
o abatidas castañas rodantes, amén de los impresionantes rebotes efectuados por
alguno que otro atrevido y tremendo lagarto, benéfico ancestral morador de
aquellos abruptos parajes, nos impulsaba hacia la resuelta bajada, cabalmente
ansiosos por llegar cuanto antes al emplazado y pródigo "MIRADOR DE
JINAMA"
Enclavados, sin más, ante esa soberana maravilla de la
Madre Naturaleza, comenzamos a lanzar gritos, en vez de los tan afamados
silbidos gomeros, nuestro más práctico, sencillo o rústico correo canoro, que
en resonante eco iba devolviendo nuestras apasionadas palabras, anunciando ya
la más cercana de las pertinentes apariciones.
Él, a sus considerados padres, HERMINIA y JULIO, a la
espigadísima tía EVANGELINA. Un servidor, a los queridos abuelos, DOLORES,
RAMÓN, así como a los jóvenes tíos, MERCEDES y RODOLFO.
¡Conmovedores instantes afectuosos aquellos,
impregnados de irreprimibles emociones excitantes, sin posibles parangones!
De todo esto, la insalvable Máquina del Tiempo,
legítimamente, por ser habitual Ley de Vida, radicalmente hambrienta, sin
permisible enmienda, ha sido la fatal devoradora de una larga y humana pléyade
de transcurridos años.
Aquel lozano, capitán llegó a ser un destacado
comandante, solicitado Profesor-Instructor Académico, y soberbio escritor hasta
alcanzar la obligatoria meta que determinaba la reposada situación del forzoso
retiro.
¡Sólo Dios, sabe a fondo y conoce al dedillo, cuántos
paisanos nuestros, recibieron de su desmedida generosidad y profusa humanidad,
singulares y beneficiosos favores, al ser llamados para incorporarse a filas!
Se trataba de mi admirado primo, JOSÉ AYALA ZAMORA.
Persona culta en donde las hubiera, durante toda su
vida, jamás dejó de ejercitar la rica y desbordante savia de su selecta pluma,
empleándola, casi a diario, en los más trascendentales Periódicos provinciales.
Reiterado colaborador de "EL DÍA", de
"LA TARDE" y de otras importantes editoriales distribuidoras, sus
artículos, llegaron a muchísimos hogares, traspasando con deleite profusas
fronteras, siendo siempre recibidos con incontenible ansiedad y excesivo
interés.
Amplísima crónicas, todas ellas, emanadas de la propia
alma y corazón, con históricas fechas, poseyendo un dilatado y excitante
archivo con ingente galería de vetustas fotos y fieles testimonios, sus preferidos
argumentos, a todas luces, insistentemente fueron para únicamente tratar los
más oportunos e interesantes temas sobre la bendita tierra que le viera nacer.
Acérrimo seguidor de su homólogo colega militar, Don
DACIO VICTORIANO PADRÓN, el insigne autor principal sobre la más fidedigna
"HISTORIA DE EL HIERRO" hasta la fecha impresa, se preocupó
sobremanera por recopilar todos sus más interesantes rasgos biográficos,
procurando imitarle, de perseguir sus destacados pasos en el comprometido laberinto
de la llamada Literatura.
Sus múltiples comentarios, gratos apuntes, renovadas
opiniones y certeros glosas, los realizó, no por recibir alguna ambiciosa
recompensa monetaria, ni por amor la presumida fama del embustero Arte, sino
por el palpable e inmenso amor que hacia su amado terruño sentía, al que, a
cada renglón y seguido, constantemente, en cualquier determinado sitio, punto o
apartado lugar, animosamente, ponía hondamente de manifiesto.
Muchas de todas estas cosas que hasta aquí hemos
mencionado y, algunas otras más, mientras él pisaba la tierra, tuve el arresto
u osadía de revelar a través de varias advertencias escritas y disertaciones
orales, instando a nuestras muy dignas Autoridades de aquella época, para que
le tuviesen en cuenta y, en su honor, le tributaran algún sencillo Homenaje,
incluso, haber sido elegido como un benemérito HIJO PREDILECTO y... ¡hasta el
que su nombre, figurase en algunas de nuestras calles, sedientas de originarias
figuras nativas!
¡En vida, le fue radicalmente imposible el haber
podido disfrutar de esa tan bien ganada satisfacción individual y, ahora,
después de haber fallecido, en las tarambanas alas de unos íntegros recuerdos
flotando en el viento, a nosotros, sólo nos queda el correcto consuelo de
haberle recordado, alabando la humilde trayectoria de toda su equitativa
existencia!
¡NADIE,
PERO NADIE, MI BUEN AMIGO MORALES,
DE LA
PROPIA TIERRA, ALCANZAN A SER SUS
PROFETAS
QUE, PARA
LOGRAR LA FAMA DE UNOS INMORTALES,
TENDRÁN QUE ESCALAR SUDANDO LOS ALTOS PEDESTALES,
A LOS QUE
YA HAN LLEGADO ALGUNOS SABIOS Y POETAS!
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