miércoles, 11 de julio de 2018

EL CIRCO DE LA MISERIA


EL CIRCO DE LA MISERIA
@ARS_MAGNO
Ya lo adelantaba Neil Postman hace más de treinta años. En su obra Amusing Ourselves to Death adviertía que los medios de comunicación masivos y la filosofía showbussines se habían introducido en todos lados, habían penetrado hasta lo más profundo de nuestro imaginario, que lo habían cambiado todo: política, deporte, religión, periodismo y un eterno etcétera. El massmedia se introdujo en nustras conciencias y lo manchó todo de un color feísimo.

Por si no ha quedado claro. Los medios de comunicación masivos habían convertido el periodismo, la verdad -o por lo menos una verdad de tantas otras- en espectáculo ya en 1985.

Postman escribía esto antes de internet, antes del realityshow y del video viral. Postman escribía cuando el Gran Hermano sólo era una institución aterradora imaginada por Orwell, no un programa de televisión líder en audiencia.


Seiscientos periodistas esperan a seiscientos inmigrantes en el puerto de Valencia mientras otros mil inmigrantes desembarcan en las costas andaluzas, estos sin embargo sin una sola cámara apuntándoles.

El año pasado, el mar Mediterráneo fue el cementerio acuático más grande del mundo. Al menos 3116 personas perdieron la vida en él, y otros 712 lo han hecho, como poco, en lo que va de año. Fueron muchos los que llegaron también, en 2017 171.635 personas pusieron pie en las costas del sur de Europa cruzando el Mediterráneo. Sin embargo la atención mediática que recibieron estas miles de personas fue clara y proporcionalmente inferior a la que han recibido los seiscientos. Sin embargo, por alguna extraña razón, estos seiscientos, a bordo del Aquarius, se han convertido del día a la noche en superestrellas; en ídolos de la tragedia.

Personas que lo han perdido todo. Hombres, mujeres, niños y niñas miserablemente desesperados desembarcan ante el foco de los periodistas. La proporción es igualitaria, un periodista por cada inmigrante.

Patera, cayuco, sinpapeles, devolución en caliente y CIE son palabras que tenemos en la recámara de nuestro imaginario. Las conocemos, sabemos lo que significan. Y lo sabemos porque estos seiscientos no son los primeros seiscientos.

Sin embargo, estos seiscientos son los primeros seiscientos, que yo recuerde, convertidos en atracción de circo, en carnaza mediática.

En la era de la virilidad en redes hemos llevado el amarillismo a su máximo exponente. Hemos alcanzado el orgasmo de la pornografía de la miseria.

Nos apenamos, nos enfurecemos y nos indignamos, compartimos y continuamos. Cuanto más sensacionalista mejor.

Pero, ¿por qué estos seiscientos son más importantes que los  seiscientos anteriores o los seiscientos  siguientes? Desde hace años estamos dentro de lo que se ha bautizado internacionalmente como la peor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial, y sin embargo nada había copado tanto la prensa nacional como los seiscientos a bordo del Aquarius.

Sin duda su caso es especial. Los seiscientos fueron rechazados por Italia y por Malta. Quedaron a la deriva en el Mediterráneo y el debate estalló, como si la vida de seiscientas personas pudiera ser objeto de debate, y pronto, el debate se convirtió en atracción mediática. Recordemos, el showbussines lo cambió todo, y todo también es el debate sobre si salvar o no a seiscientas personas.

Los medios masivos lo han absorbido todo, me han absorbido a mí, que escribo este artículo, te han absorbido a ti, que lo lees. Lo han absorbido todo, han fagocitado nuestras consciencias y han convertido la tragedia en un espectáculo, en un circo de la miseria.

En el circo de la miseria, nosotros miramos desde la grada, asombrados, indignados, llenos de rabia. En el centro, la tragedia lo inunda todo y la muerte es el artista invitado. Al terminar las luces se apagan, y en oscuridad nos levantamos y aplaudimos.

@ars_magno
 


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