SUCEDIDOS
JM
AIZPURUA
En mi tierra natal,
a las historias les llaman “susedidos”. Una acumulación de “susedidos”,
diametralmente opuesta a la “Historia” que desde las aulas docentes y las
cátedras indecentes desde siempre nos impusieron, recorre como historia oral
transmisible por el eje de la familia vasca tradicional, la que hunde sus
raíces en esa tierra por la que habita una etnia reconocible en la Historia
desde tiempo aún no datado, pero en ello andan con gran éxito los genetistas.
Nunca podrá haber
una Historia, pues variadas son las ópticas personales, e inciertos los
acontecimientos al ser transmitidos por vencedores y vencidos que nunca
coincidirán en sus versiones. Hay que aceptarlo.
Ante esta verdad
cósmica, una rémora de la Historia, una excrecencia del pasado se resiste a
morir y se camufla de semánticas novedosas para adherir incautos e ignorantes.
Es el fascismo.
El enemigo natural
del fascismo no es el comunismo, como ellos siempre pretendieron, lo es la
democracia como sistema político que permite la libertad de expresión, la
libertad de culto, la libertad de pensamiento, y la libertad de opciones sin
mas límite que los Derechos Humanos. Sencillo pero inasumible para los
fascistas de pensamiento Único, de religión integrista católica apostólica y
española, buscadores del enemigo en vecinos de los que no les gusta su modo de
vida o pensamiento. Son los fascistas de siempre, franquistas antaño, y
neofranquistas peperos hogaño, cuya visión impide el avance social y la
existencia de una Nación-Estado, pues sus criterios chocan desde el Imperio con
la esencia real de una península plurinacional y sus colonias de ultramar,
entre las que se encuentran dos de mis mas queridas residencias, Canarias y la
Isla Hispaniola, donde he vivido mis mejores experiencias vitales.
Para situar en la
realidad a estos neofranquistas, debemos indicarles que su raíz política les
viene de una interpretación herrada de la Historia. Nacen de una idea imperial
desde la que un rey se apropia de todos los territorios propiedad de otros
reyes, y en ellos impone su Ley, que en el caso español fue una ley esclavista,
integrista, machista patriarcal, y clasista basada en pureza de sangre blanca y
la cantidad de bienes. Este Imperio es derribado por los nacientes EEUU y en el
siglo XIX otros principios, nuevo paradigma “democracia”, se imponen por el
mundo, pero en el antiguo y demolido Imperio español sus castas poderosas,
monarca, financieros, ejercito y clero,
se agarran a su poder represivo y tratan de crear un nuevo ente para su
dominación y abandonando su concepción de “las Españas” y “Ultramar colonial”
pretenden una supuesta “Nación” para crear un Estado-Nación, negando por
comodidad e incapacidad la esencia territorial de los restos del desastre
imperial que habían cosechado. Inglaterra con su concepto Británico, es un
ejemplo de lo que se debió hacer para reconocer la esencia territorial de las
naciones peninsulares y las colonias.
De bandazo en
bandazo sin conseguir cohesión ni liderazgo europeo, pasaron 200 años de
corrupción, represión, atraso cultural y miseria popular, hasta que la
abdicación del monarca Alfonso XIII dio inicio a la república que se enfrentó a
la tarea de colocar el Estado en la corriente europea que se debatía entre los
sistemas soviéticos, fascistas y democracia.
Franco, el
franquismo, fue la opción nacional e internacional que se inclinó por el
fascismo, que combatió intelectualmente durante 40 años de dictadura contra las
“decadentes democracias europeas”, autoconstituyéndose en la “reserva
espiritual de Occidente”. España fue el país ridículo de Europa.
Pero en 1978, el
franquismo, fue definitivamente derrotado por sus mismos miembros dirigentes que
abjuraron de sus principios (JC Borbón) y se lanzaron a la democracia que tanto
habían combatido. Esta es la Historia, hermanos.
En el siglo XXI,
democrático, tratar de mantener los rescoldos del fascismo franquista, es
anacronismo intolerable, y ruptura de los principios sociales para la
convivencia armónica. El franquismo no es “historia”: es infra-historia, es lo
mismo que la esclavitud, el derecho de pernada, la pureza de sangre, errores
garrafales de humanismo a olvidar y superar para entrar en la nueva era
democrática sin deudas ni ataduras.
No dejemos que los
abuelos fascistas contaminen a sus nietos con relatos absurdos. Fueron lo que
fueron y quiten ya el pajarraco de las Ramblas.
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