JUAN CARLOS I, EL INVIOLABLE
DAVID TORRES
Se montó un buen
pifostio hace unos años al descubrirse que Mike Mayhe, dibujante de la casa
Marvel, se había inspirado en una fotografía del rey Juan Carlos vestido de
Capitán General de los Ejércitos -con banda azul, Toisón de Oro,
condecoraciones varias y charreteras doradas- para dibujar a Magneto con
uniforme de gala. La Casa Real protestó lo suyo porque la Marvel no sólo no
había pagado derechos de imagen sino que encima había puesto al rey de España
en el bando de los mutantes malvados, cuando todos sabemos que los borbones son
más buenos que el pan. Años después, Marvel insistió al sacar un video juego
donde de nuevo se veía a Magneto levitando cargado de medallas, como si
estuviera a punto de paralizar otro 23-F.
Con todo, la
equiparación con Magneto daba grima más que nada porque sus superpoderes, al
lado de los de rey Juan Carlos, son una triste mierda. El campo magnético de
Magneto puede detener balas, doblar vigas de acero y reclutar tenedores,
mientras que el de Juan Carlos puede enmudecer periódicos, parar rotativas,
encarcelar raperos y secuestrar portadas. Como superhéroe, el borbón no tiene
parangón, y disculpen la rima fácil. Superman tenía que dar varias vueltas al
mundo para dar marcha atrás al tiempo y regresar un par de horas atrás, pero
don Juan Carlos, sin mover ni un dedo, tiene a España firmemente anclada en el
período absolutista.
Con relación a las
grabaciones de Corinna destapadas por el comisario Villarejo (que ponen al
descubierto una numerosa red de propiedades a nombre de testaferros y cuentas
no declaradas en paraísos fiscales), la ministra de Justicia Dolores Delgado ha
preguntado a la Abogacía General del Estado si el rey emérito podría ser
investigado por un juzgado. Le respondieron que la inviolabilidad del monarca
cesó tras su abdicación, pero diversas fuentes del ministerio se han apresurado
a matizar que la consulta fue realizada de modo informal, en plan buenos
amigos, con el único fin de informar a la prensa del barullo legal en que
estamos encharcados. Por otra parte, el director del CNI, Félix Sanz Roldán,
compareció ayer tarde ante la comisión de Secretos Oficiales del Congreso a
puerta cerrada, no fuese a ser que se escapase el gato.
Lo más gracioso no
es que los Secretos Oficiales hasta el más tonto sabe cuáles son, sino que la
comisión se formó con el propósito de crear otra comisión de investigación,
esta vez ya de naturaleza parlamentaria, cuya iniciativa se debatiría en un
pleno de la Cámara donde el PSOE tendría que elegir una vez más entre servir de
papel higiénico a la institución monárquica o servir de babero a la institución
monárquica. La barrera de la inviolabilidad, supuestamente inutilizada tras la
abdicación real, quedaría sustituida por el superpoder del aforamiento, con lo
que la montaña de porquería podría llegar hasta el Tribunal Supremo, donde les
encanta dilucidar estas cuestiones relativas al sexo de los ángeles y la
situación legal de los borbones. Frente a este despliegue estatal de
anticuerpos, la capacidad de regeneración de tejidos de Lobezno da más bien
risa. Queda claro que, desde un principio, los dibujantes de la Marvel no
andaban muy desencaminados y que lo que necesitamos a marchas forzadas para
explicarnos la historia de la España reciente es un cómic.
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