EL CIRCO DE LA MISERIA
@ARS_MAGNO
Ya lo adelantaba
Neil Postman hace más de treinta años. En su obra Amusing Ourselves to Death
adviertía que los medios de comunicación masivos y la filosofía showbussines se
habían introducido en todos lados, habían penetrado hasta lo más profundo de
nuestro imaginario, que lo habían cambiado todo: política, deporte, religión,
periodismo y un eterno etcétera. El massmedia se introdujo en nustras
conciencias y lo manchó todo de un color feísimo.
Por si no ha
quedado claro. Los medios de comunicación masivos habían convertido el
periodismo, la verdad -o por lo menos una verdad de tantas otras- en
espectáculo ya en 1985.
Postman escribía
esto antes de internet, antes del realityshow y del video viral. Postman
escribía cuando el Gran Hermano sólo era una institución aterradora imaginada
por Orwell, no un programa de televisión líder en audiencia.
Seiscientos
periodistas esperan a seiscientos inmigrantes en el puerto de Valencia mientras
otros mil inmigrantes desembarcan en las costas andaluzas, estos sin embargo
sin una sola cámara apuntándoles.
El año pasado, el
mar Mediterráneo fue el cementerio acuático más grande del mundo. Al menos 3116
personas perdieron la vida en él, y otros 712 lo han hecho, como poco, en lo
que va de año. Fueron muchos los que llegaron también, en 2017 171.635 personas
pusieron pie en las costas del sur de Europa cruzando el Mediterráneo. Sin
embargo la atención mediática que recibieron estas miles de personas fue clara
y proporcionalmente inferior a la que han recibido los seiscientos. Sin
embargo, por alguna extraña razón, estos seiscientos, a bordo del Aquarius, se
han convertido del día a la noche en superestrellas; en ídolos de la tragedia.
Personas que lo han
perdido todo. Hombres, mujeres, niños y niñas miserablemente desesperados
desembarcan ante el foco de los periodistas. La proporción es igualitaria, un
periodista por cada inmigrante.
Patera, cayuco,
sinpapeles, devolución en caliente y CIE son palabras que tenemos en la
recámara de nuestro imaginario. Las conocemos, sabemos lo que significan. Y lo
sabemos porque estos seiscientos no son los primeros seiscientos.
Sin embargo, estos
seiscientos son los primeros seiscientos, que yo recuerde, convertidos en
atracción de circo, en carnaza mediática.
En la era de la
virilidad en redes hemos llevado el amarillismo a su máximo exponente. Hemos
alcanzado el orgasmo de la pornografía de la miseria.
Nos apenamos, nos
enfurecemos y nos indignamos, compartimos y continuamos. Cuanto más
sensacionalista mejor.
Pero, ¿por qué
estos seiscientos son más importantes que los
seiscientos anteriores o los seiscientos
siguientes? Desde hace años estamos dentro de lo que se ha bautizado
internacionalmente como la peor crisis migratoria desde la Segunda Guerra
Mundial, y sin embargo nada había copado tanto la prensa nacional como los
seiscientos a bordo del Aquarius.
Sin duda su caso es
especial. Los seiscientos fueron rechazados por Italia y por Malta. Quedaron a
la deriva en el Mediterráneo y el debate estalló, como si la vida de
seiscientas personas pudiera ser objeto de debate, y pronto, el debate se
convirtió en atracción mediática. Recordemos, el showbussines lo cambió todo, y
todo también es el debate sobre si salvar o no a seiscientas personas.
Los medios masivos
lo han absorbido todo, me han absorbido a mí, que escribo este artículo, te han
absorbido a ti, que lo lees. Lo han absorbido todo, han fagocitado nuestras
consciencias y han convertido la tragedia en un espectáculo, en un circo de la miseria.
En el circo de la
miseria, nosotros miramos desde la grada, asombrados, indignados, llenos de
rabia. En el centro, la tragedia lo inunda todo y la muerte es el artista
invitado. Al terminar las luces se apagan, y en oscuridad nos levantamos y aplaudimos.
@ars_magno
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