sábado, 25 de marzo de 2017

MASOQUISMO SUPERADO



MASOQUISMO SUPERADO
JUAN HENRÍQUEZ
Inmerso en el placer de escribir y leer, en mi deber de hacer ejercicios cada día, alimentarme, superar las adversidades y convivir en familia y sociedad; rentabilizando al máximo mi condición de jubilado en todo aquello que requiere de mi esfuerzo intelectual y físico, algo ando alejado y perdido de la política y sus actores, pasando cien pueblos de lo absurdo que tiene hacerle un seguimiento a tanta insensatez y desprecio con el que tratan al pueblo llano y corriente. Y en esas estoy señores.
Sé que el término masoquismo tiene una directa relación con duros castigos en el proceso sexual, que al igual que el sadismo son conductas humanas que aceptan el dolor, la humillación, sumisión o dominio, que por lo visto -un servidor no lo ha experimentado- contribuyen a la excitación sexual. Pero el masoquismo y sadismo del que quiero hablar en éste trabajo de reflexión y opinión, es el que por propia voluntad vive y disfruta el pueblo, de manera muy particular la clase trabajadora, sometidos al arbitrio de la clase política, la explotación en el trabajo y el calculado silencio sindical.
Lo diré con gran dosis de reserva, no vaya a ocurrir que mañana me arrepienta, pero hace algún tiempo, no mucho, que he dejado de ser masoquista social. He renunciado a seleccionar discursos, propuestas, debates, opciones y alternativas de los partidos políticos y los actores y actoras que los representan. He concluido, que lo que en otro tiempo era posible, liberar a los oprimidos y clase trabajadora de la opresión y explotación del capital, representado por el mundo empresarial y la clase política partidista/institucional, hoy se ha convertido en un teatro nacional en el que los papeles de los protagonistas no se distinguen entre sí, convirtiéndose en un monólogo orquestado por todos los actores de la política (políticos, empresarios, financieros, sindicatos, iglesia y medios de comunicación).
No se trata, en lo personal, de un cambio neuronal ideológico; al contrario, sigo anclado en el ideal socialista que siendo muy joven me inculcaron aquellos hombres y mujeres, históricos militantes del PSOE canario, del exterior y de los muchos y muchas que se me olvidarán, como lo fueron Alberto de Armas, Rodríguez Doreste, Carmelo Artíles, Carmen de Armas, Luis Carrasco, Carmen Piñero, Miguel Ángel Barbuzano, Antonio Escobar, Ramón Álvarez, Néstor Padrón, Ofelia Machín, Adrián Alemán, todos ellos y ellas desaparecidos del mundo terrenal. Aprovecho para dedicarles éste trabajo a todos ellos y ellas por su lucha por la libertad, la democracia y justicia social.
Recuerdo aquel 15-M en que apareció como una luz de esperanza y el frescor de un aire soplando a favor de una revolución social pacífica que parecía avanzar hacia un cambio en el poder político –generalizado- establecido. Y hoy, casi seis años después, aquella dosis revolucionaria ha sido abducida por la misma casta que, aquél 15-M convertido en Podemos, denunciaba. ¿Dónde quedó aquel alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica: ¡Indignaos!? Estos falsos revolucionarios de Podemos, corren con la suerte de que el autor de ¡Indignaos!, Stéphane Hessel, y el prologuista, José Luis Sampedro, se han esfumado de entre los mortales.
Claro que estoy de acuerdo en que hay que permanecer en la lucha constante y combativa, ¡hasta feo estaría caer en una contradicción tan evidente!, otra cosa distinta, es convertirte en un masoquista social, colaboracionista de un sistema inquisidor y corrupto, donde el interés individual y colectivo en la política gira en torno a la única razón de ser: supervivencia. Mientras, el pueblo oprimido y la clase trabajadora, igual de oprimida y explotada, sufriendo las consecuencias de una democracia capitalista y la ferocidad con la que tratan la esclavitud y el pasotismo social.
Es radicalmente falso que vivamos en una España idílica y socialmente superprotegida, tal y como defiende Rajoy, acompasado por sus compinches del Ejecutivo, y los flautistas del PP. Aunque ahondando en trovadores, a la partitura de la abundancia y bondades de los anclados en el poder, a todos los niveles, debemos incluir a los socialistas, podemistas y riberistas, sin olvidarnos de los lameculos y correveidiles que actúan de transmisores de una propaganda quimérica y especulativa. Y ante esta descripción, tan real como el día y la noche: ¿seguimos inmersos en el masoquismo social? ¡Me niego!
En mi opinión, que no pasa de ser la de un septuagenario en decadencia vital, es que debemos abogar por recuperar la calle, por mantener viva la llama del 15-M, restaurando en nuestro ideario político el espíritu de lucha reivindicativa por el cambio, corrigiendo todos aquellos factores impuestos por los guardianes del franquismo durante el proceso de transición, y distribuidos con militar estrategia en los tentáculos del sistema. Debemos apostar por el compromiso de cerrar la etapa de la transición imponiendo la democracia real en un estado republicano en el que recuperemos el Estado de Bienestar Social amputado.  Permutar el rescate de los bancos por el de las personas y volcarnos en instalar la sociedad de la igualdad y la solidaridad. División de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
Por todo lo expuesto y explicitado, pido y grito: ¡INDIGNAOS Y LIBERAOS!

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