Una aproximación
a LLIURE (LIBRE) de
Armando
Rivero
No imaginé jamás tanto desierto
acumulado
Mandi Rivero
VÍKTOR
GÓMEZ
En poesía, y lo es así porque en
la existencia humana no hay mayor valor, la libertad lo es todo, aunque sea
“tanto todo para nada” que dijera José Hierro. Sin libertad, podrán darse
poemas, pero poesía es la amorosa y apasionada turbulencia entre la creación y
la libertad, en una feroz y feraz cópula, en una unión y tensión que hacen del
texto escrito un texto para el gozo. El placer es descriptible, el gozo no,
bien lo sabe Mandi Rivero, como buen músico, como buen poeta, su arte no
describe o enuncia, frasea, tatararea, hasta si me apuran baila.
Lliure es un poemario que
desprende lucidez e imaginación, que se mueve entre la literatura infantil de
los cuentos tradicionales y la más íntima, cruda, ardiente y conflictiva
intimidad de los adultos. El deseo, el amor, el desgaste de los afectos, los
defectos en la relación humana, ya sea en términos políticos que competen al
orden social, como en los que atañen al orden sentimental, son expuestos en
poemas que son canciones, que son cuentos, que son problemas paradójicos dignos
de Carrol o terribles certidumbres emboscadas en la prosa maravillosa de Grimm.
“Una
tormenta infantil
creció
sobre sí misma”
La modernidad de la voz poética
de los textos nos hace familiar lo que “suena” pese a que el enfoque es oblicuo
y singular. Nuevamente la escritura de Mandi Rivero nos desborda y asombra con
sus tan peculiares imágenes, sensaciones, a la vez originales y empáticas con
el mundo interior del lector.
El imaginario lírico, las
gramáticas creativas desplegadas, el viejo saxo del poeta bohemio y sabio,
taciturno y respondón, entrañable y escéptico, apasionado y vulnerable, nos
lleva de página en página por “imágenes” y “sensaciones” que nos harán
desconfiar de lo previsible, de lo normalizado, de lo impuesto por esta
sociedad cosificadora y mercantilista, devaluadora de la libertad y la pasión.
Este libro podría haberlo escrito un capitán pirata, el más aventajado aprendiz
de Merlin o una versión punk de Peter Pan, algo envejecido, en dura resistencia
contra los avances del progreso y modernidad que quieren abolir la libertad del
sentir y del pensar, del soñar y de crear.
“Ahora deforma su rostro en los rasgos de sus hijos
para dormirlos con
cuentos autobiográficos de terror.”
El mar es la libertad, así se
reitera en otras obras del poeta. Y esa libertad mancillada por los abusos del
comercio de ultramar, nos sugiere en un sentido más amplio que en lo cultural,
en los ámbitos de la literatura, la educación, los valores, hemos sido
“violados” y “violentados” hasta un punto en extremo insufrible, es decir hasta
el punto de que Wendy creciera.
Que los piratas violaran puertos
tan turísticos como
parque-temáticos,
haber tenido un padre borracho de correa fácil,
y
mamá ni mú!
El dilema, inevitable, en un
mundo proscrito y delictivo pasa por tomar partido por las cosas, dejarse
corroer, corromper o resistirse. Algo que emana durante todo el libro es la
indocilidad y la insurgencia. Muy seductoras son las armas del capitalismo, así
que bien difícil es mantener el tipo, bregar contracorriente, ser dueño de sí,
ser libre. Y en cualquier caso, ese intento de mantenerse libre tiene altos
costes, y algunas gracias. Una de ellas es leer un libro gozoso en su plenitud
expresiva, en su inteligencia estética, ficcional, cuentista, musical. Otra
virtud del libro es desordenar las chanzas sobre las que se construye El Orden
presente. Y una bien hermosa, posibilita un no-lugar para reencontrarnos con lo
mejor de la infancia, no ya ingenua, sino briosa superviviente y
voluntariamente “niña”.
A su pesar, ella
recordaba el sendero de vuelta
Lliure es un libro de Mandi
Rivero, que suena en la popa de mi barco, en las travesías noctívagas por la
emancipación de la tediosa fantasía de Disney y la farragosa parametrización de
la vida actual a la que quieren imponernos las multinacionales. Un canto
juvenil que sin desviar la atención del daño sistémico, alza sus notas por
encima del ruido de la gran maquinaria anestesiante y desquiciante.
Víktor Gómez, Valencia, 7 de abril de 2015
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