sábado, 4 de abril de 2015

LA LEYENDA DEL ORO DE ACENTEJO, UNA NOVELA DE CARLOS SANTAMARÍA

LA LEYENDA DEL ORO DE ACENTEJO, UNA NOVELA DE CARLOS SANTAMARÍA
DEL BLOG EL ESCOBILLON

 “No son felices. Los soldados aprenden a olvidar el horror. A disimularlo. Eso es todo. Son hombres alejados de sus casas y de sus familias. Su recompensa es conseguir hacinarse en un barco apestoso, lleno de ratas, vómitos y sangre, un cascarón que puede irse a pique ante cualquier capricho del Atlántico, para llegar a un puerto donde, con suerte, no todos deseen matarlos. ¿Por qué iban a ser felices?”
(La leyenda del oro de Acentejo, Carlos Santamaría. Colección: G21 Narrativa Canaria Actual, 2015)
Carlos Santamaría irrumpió en la república de las letras con la novela María Miranda, título por el que obtuvo el Premio de Novela Benito Pérez Armas y que reeditó Ediciones Idea hace unos años. Tras este debut, en el que sorprendió a propios y extraños, hubo que esperar para leer el segundo trabajo literario de Santamaría, Pater Noster, en el que el autor combinaba el género histórico con la ciencia y experimento en el que si no resultó airoso sí que cuenta con momentos al menos inquietantes.

La leyenda del oro de Acentejo es una pequeña novela que apenas supera las sesenta páginas en la que el escritor parece que quiere explotar nuevos territorios narrativos aunque en esta ocasión prime más la historia, una historia aparentemente sencilla, que los fogonazos estrictamente literarios.

No obstante, si algo define esta obra son sus pretensiones. Pretensiones que descansan tras el tejido de sus palabras. La novela se mueve así con bastante agilidad y casi de manera espontánea. Resulta directa y clara en sus intenciones. Uno de esos libros que obligan más que a leerlo a devorarlo a medida que se va desarrollando su acción. Una acción que comienza con el brío y el entusiasmo de una novela de aventuras.

Título más que histórico y sí enconado a crear leyenda, La leyenda del oro de Acentejo comienza tras el desastre bélico del ejército conquistador en los barrancos de Acentejo, un escenario que Santamaría dibuja con pulso narrativo y que aprovecha para presentar a su protagonista, uno de aquellos invasores que, huyendo del combate cuando la balanza se inclina por el lado de la derrota, cae por casualidad en una cueva en la que encuentra algo que por su importancia –y aunque de alguna manera se avise en el título de la novela– no deseamos revelar en este comentario.

Baste resaltar que se trata de una novela sobre un descubrimiento y como ese descubrimiento fragmenta el corazón de su protagonista, hasta ese entonces un hombre de armas, un soldado que se ha forjado en los campos de batalla luchando primero contra el moro en las sierras de Andalucía y ahora contra los guanches, los primeros pobladores de una isla pequeña en la que a falta de oro muchos terminarán de mercancía para sus conquistadores.

En apenas unas pocas páginas, Carlos Santamaría va tejiendo esta leyenda y al mismo tiempo explora en la conversión de su protagonista.  Una conversión que no deriva hacia ninguna causa sino que despierta por la atracción a una mujer. Una mujer que le muestra una humanidad que ya creía perdida tras tantos años dedicado al oficio de las armas.

Este elemento es clave para entender la evolución de un relato que se va distanciado lentamente del escenario histórico –aunque en ella se narra de manera suscinta la derrota de los guanches en Aguere y, por consiguiente, la victoria definitiva del invasor sobre la isla– para fundirse con lo legendario, leyenda que en este caso narra la transformación de un profesional de la muerte en un hombre.

La leyenda del oro de Acentejo propone así un vertiginoso relato escrito casi parece de una sentada. Poco más de sesenta páginas intensas que sin huir de la ironía suscita asombro y plantearse algo tan peregrino como ¿somos felices? 

Saludos, se ha dicho, desde este lado del ordenador.

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