LA LEYENDA DEL ORO DE ACENTEJO, UNA NOVELA DE CARLOS SANTAMARÍA
DEL BLOG EL ESCOBILLON
“No son felices. Los soldados aprenden a
olvidar el horror. A disimularlo. Eso es todo. Son hombres alejados de sus
casas y de sus familias. Su recompensa es conseguir hacinarse en un barco
apestoso, lleno de ratas, vómitos y sangre, un cascarón que puede irse a pique
ante cualquier capricho del Atlántico, para llegar a un puerto donde, con
suerte, no todos deseen matarlos. ¿Por qué iban a ser felices?”
(La leyenda del oro de
Acentejo, Carlos Santamaría. Colección: G21 Narrativa Canaria Actual, 2015)
Carlos
Santamaría irrumpió en la república de las letras con la novela María Miranda,
título por el que obtuvo el Premio de Novela Benito Pérez Armas y que reeditó
Ediciones Idea hace unos años. Tras este debut, en el que sorprendió a propios
y extraños, hubo que esperar para leer el segundo trabajo literario de
Santamaría, Pater Noster, en el que el autor combinaba el género histórico con
la ciencia y experimento en el que si no resultó airoso sí que cuenta con
momentos al menos inquietantes.
La leyenda del
oro de Acentejo es una pequeña novela que apenas supera las sesenta páginas en
la que el escritor parece que quiere explotar nuevos territorios narrativos aunque
en esta ocasión prime más la historia, una historia aparentemente sencilla, que
los fogonazos estrictamente literarios.
No obstante, si
algo define esta obra son sus pretensiones. Pretensiones que descansan tras el
tejido de sus palabras. La novela se mueve así con bastante agilidad y casi de
manera espontánea. Resulta directa y clara en sus intenciones. Uno de esos
libros que obligan más que a leerlo a devorarlo a medida que se va
desarrollando su acción. Una acción que comienza con el brío y el entusiasmo de
una novela de aventuras.
Título más que
histórico y sí enconado a crear leyenda, La leyenda del oro de Acentejo
comienza tras el desastre bélico del ejército conquistador en los barrancos de
Acentejo, un escenario que Santamaría dibuja con pulso narrativo y que
aprovecha para presentar a su protagonista, uno de aquellos invasores que,
huyendo del combate cuando la balanza se inclina por el lado de la derrota, cae
por casualidad en una cueva en la que encuentra algo que por su importancia –y
aunque de alguna manera se avise en el título de la novela– no deseamos revelar
en este comentario.
Baste resaltar
que se trata de una novela sobre un descubrimiento y como ese descubrimiento
fragmenta el corazón de su protagonista, hasta ese entonces un hombre de armas,
un soldado que se ha forjado en los campos de batalla luchando primero contra
el moro en las sierras de Andalucía y ahora contra los guanches, los primeros
pobladores de una isla pequeña en la que a falta de oro muchos terminarán de
mercancía para sus conquistadores.
En apenas unas
pocas páginas, Carlos Santamaría va tejiendo esta leyenda y al mismo tiempo
explora en la conversión de su protagonista.
Una conversión que no deriva hacia ninguna causa sino que despierta por
la atracción a una mujer. Una mujer que le muestra una humanidad que ya creía
perdida tras tantos años dedicado al oficio de las armas.
Este elemento
es clave para entender la evolución de un relato que se va distanciado
lentamente del escenario histórico –aunque en ella se narra de manera suscinta
la derrota de los guanches en Aguere y, por consiguiente, la victoria
definitiva del invasor sobre la isla– para fundirse con lo legendario, leyenda
que en este caso narra la transformación de un profesional de la muerte en un
hombre.
La leyenda del
oro de Acentejo propone así un vertiginoso relato escrito casi parece de una
sentada. Poco más de sesenta páginas intensas que sin huir de la ironía suscita
asombro y plantearse algo tan peregrino como ¿somos felices?
Saludos, se ha
dicho, desde este lado del ordenador.
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