sábado, 20 de diciembre de 2014

LOS FILÓSOFOS FIRMARON LA PAZ CON EL MUNDO

LOS FILÓSOFOS FIRMARON LA PAZ CON EL MUNDO

ESCRITO POR  PATROCINIO NAVARRO

Nuestro mundo se dirige en la dirección opuesta a la que pretenden dirigirla quienes lo han hecho desde el pasado. El pensamiento racionalista, las religiones,y los magnates, todos ellos servidores del Príncipe están hoy en el ojo de un huracán histórico que amenaza arrasar sus instituciones.EL FI


EL FILÓSOFO, CONSEJERO DEL PRINCIPE

Gracias a los aportes de las nuevas ciencias , la realidad científica y eso que llamamos realidad espiritual o de la conciencia, han dejado de darse la espalda para empezar a reconciliarse. Podríamos decir que la ciencia, en su versión más moderna- la física cuántica- se aproxima al modo de ver místico. Puede decirse que nuestra época está despertando de un gran sueño: el sueño de la Razón como herramienta práctica definitiva. Y no, no es que la razón haya resultado inútil como herramienta, al contrario: ese papel lo ejercita a la perfección, hasta el extremo que ha dejado de ser vehículo de ideas para convertirse en sierva del Producto. En consecuencia ( Horkheimer dixit) “los filósofos han concertado la paz con el mundo”.¿Con qué parte del mundo? con la que se niega a evolucionar.

Una nueva ciencia y una nueva espiritualidad emergen en esta Era que comienza y acabarán por triunfar como triunfa siempre lo superior sobre lo inferior en evolución, pero el viejo mundo y todas sus viejas instituciones y creencias se niega a morir porque está anclado en intereses materiales, en miedos y en viejos prejuicios heredados del modo de pensar anterior, especialmente desde la aparición del Estado opresor, del catolicismo como religión del imperio y más adelante, de la sociedad industrial.

De esta manera se llegó al final del siglo 20 y comenzó el presente siglo volcando sobre la humanidad junto a la crisis de la Razón y la Filosofía, que nunca terminaron de encontrarse- y por eso tantas escuelas y filósofos- millones de preguntas sobre casi todo lo esencial, como esas tantas veces incontestadas o mal contestadas acerca de quiénes somos, qué hacemos aquí, si realmente morimos o no y si regresamos de nuevo a la existencia o nos quedamos en algún lugar desconocido. Preguntas que siguen sin ser resueltas por la Filosofía, la Ciencia o la religión descristianizada del catolicismo y sus filiales históricas.

Como es natural, estas cuestiones guardan también una estrecha relación con el sentido de la vida desde el espíritu y la vida espiritual, -tenga esta o no forma religiosa, -así como con Dios y nuestra relación con Él. Y esto es así aunque tales asuntos ,aun siendo cuestiones que nos atañen esencialmente, no parezcan racionales ni científicas y por tal motivo muchos opten por desecharlas. Estos son los que opinan que solo lo material es real y que sobre el contenido de lo material y la explicación de lo que es real, la última palabra la tiene la Ciencia, aunque una opinión no sea una certeza (Sócrates dixit). Pero la Ciencia clásica no tiene respuestas para los asuntos mencionados.

Hemos pasado tanto tiempo asociando lo racional con lo real y a cada uno de ellos con aquello que es comprobable por el método científico, que hemos llegado a considerarlo como una especie de trío indisoluble, y todo lo que queda fuera de estas categorías predefinidas carece de validez objetiva, así que a la Filosofía apenas si le queda otra salida que convertirse en ciencia matemática o morir. Y esto es lo que le está ocurriendo. Mas otra consecuencia tremenda de esta auto-limitación es que puede convertirse en auto-censura personal a la hora de pensar y sentir, pues ¿qué es real, que es racional, qué es científico?¿Cual es la frontera entre lo que yo percibo como real, lo que es real y lo que es aceptado como real por los demás?

A quien posee facultades paranormales, y hasta llega a profetizar, ¿debemos catalogarlo como enfermo o como charlatán, tal como ha sucedido siempre? Recordemos que muchos han sido asesinados por tener esas facultades o perseguidos o encarcelados o desacreditados en nombre de la ciencia o de la religión.Y quien se pregunta todo eso que hemos mencionado sin hallar respuestas que le den vida, ni topar con otros modo de mirar la realidad acaba fácilmente por cansarse y caer en posturas nihilistas o escépticas, no sólo respecto a la filosofía, sino también respecto a su propia forma de ver la vida y vivir el día a día. De ahí a vegetar solo hay un paso, pero ese paso no es algo fortuito: es el paso que el Príncipe necesita que demos para ser manejables. Y para ello cuenta con los filósofos oportunistas que esgrimen lo racional como excusa para intentar someter a la realidad del Poder la realidad misma. Tal postura nada tiene de filosófica y mucho de matemática, como requiere la administración de las fortunas que patrocinan ese poder sobrepuesto al del espíritu, pretendiendo expulsarlo al territorio marginal de las creencias o al de la fe sin fundamento esgrimiendo la bandera de la Razón, o de lo que es peor: de un supuesto interés público.

¿Es la Filosofía misma culpable de su decadencia? Ante tantas teorías opuestas entre sí defendidas por reconocidos filósofos cada uno con sus argumentados razonamientos, es fácil dudar de todos ellos y rechazar como guías a este o aquel, pues ¿quién dice la verdad, después de todo, aunque utilice la razón como herramienta? Más aún ¿quién dice toda la verdad que uno necesita saber y sobre todo, practicar, para encontrar sentido a su vida? Así que aquí tenemos un obstáculo que conduce a la decadencia de la Filosofía: los filósofos que “han concertado la paz con el mundo” y sirven a sus administradores como intelectuales de pesebre.

Como los artistas honrados, también los filósofos o científicos honrados constituyen una especie de buscadores entre el caos y una realidad a la que intentan comprender y luego expresar. Sin embargo, bien distinta es una exploración intelectual motivada por el afán de descubrir para servir luego con su conocimiento a sus semejantes, del que utiliza ese conocimiento para buscar reconocimiento o posición social. En el primer caso, la Filosofía, tal como la definieran Epicuro y las escuelas estoicas, cínicas, escépticas y neoplatónicas, tiene como meta la sabiduría y la felicidad de la especie humana, aunque no fuera capaz de llegar a proporcionar una visión totalizadora del Universo y del papel del ser humano en él, que es lo que ha venido sucediendo hasta hoy.

En el segundo caso, concebido el hombre y el conocimiento como objetos de utilidad social, se ha tratado desde la aparición de la gran industria, especialmente, de reconciliar al Filósofo con el mundo mirado desde las ventanas de los dueños del tesoro público y los negocios privados.¿ De quién? Del Príncipe. ¿ Y quien es el Príncipe? Ya lo saben: el sumo sacerdote de la religión universal del materialismo: Mammón. O sea: el dios de las tinieblas.

De poeta de la razón, de buscador de la verdad, acabó el Filósofo por convertirse en consejero privado del Príncipe, haciendo a través del discurso de la razón prostituida el mismo papel integrador y reaccionario de la Iglesia a través del discurso de una fe anclada en dogmas y supersticiones que ignora y rehuye cumplir las enseñanzas que Cristo expresó en Su Sermón de la Montaña y ya antes el mismo Dios en Su Decálogo. Quienes los siguen no precisan de los filósofos, pues les basta con seguir a Cristo, el sabio entre los sabios.Pero no a la religión, pues Cristo no fiundó ninguna, ni el llamado cristianismo es cristiano. Pero los débiles y desengañados se pusieron a mirar su propio ombligo.Así la diosa Razón pudo triunfar sobre el trono del mundo, pero en su triunfo encontró su agonía, como sucede hoy a las Iglesias, a los filósofos y a los cientificos al servicio de Mammón. Y así es como la falsa razón y la falsa fe son responsables de una parte importante de la decadencia de nuestro tiempo. Sin embargo hay una esperanza fundamental: siempre amanece después de la noche, y en la descomposición de este viejo mundo que no se sostiene, surge ya una nueva ciencia, una nueva espiritualidad sin religiones, nuevas formas de relaciones humanas, sociales y políticas. En definitva: alborea una nueva sociedad.

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