GUIONES
ARGUMENTALES
Pedro Víctor Debrigode Duggi
por Roberto Cabrera
No quería dejar pasar de largo esta ocasión de presentar al público esta obra inédita de Pedro Víctor Debrigode, escritor que poco a poco esta va emergiendo del ostracismo gracias a las antológicas que se han venido editando sobre "novela popular" y a la paciente labor de sus biógrafos y fieles lectores
Ha pasado un tiempo
desde la presentación de nuestra publicación El Vigía 8 hasta hoy, cuando
entonces tratábamos de ahondar en la genealogía de este narrador, creyendo
visualizar un tiempo que coincide con la recuperación de otros narradores
coetáneos; trazamos entonces una cartografía homónima a la situación para
completar en aquella cercanía física, la atmósfera de una época, marcada por
muchos signos, tatuada a golpe de exclusiones, marginaciones y también
represión.
Se ha dicho que se
escribía para escapar del ahogo de un mundo belicoso e irracional y falto de
aliento democrático, pero se olvida a menudo que el mundo presentido es el
único cierto, el edificio del arte como reflejo de un modelo de vida mejor.
Y hay un fantasma de
Poe que recorre los barrios, y que habla con esos narradores de soledad y
secretos martirios, de exculpaciones y remembranzas. Por eso mismo hoy Debrigode
vive y está con nosotros en la tensión de sus relatos, en sus pócimas de
farmacopea, en la tipología profusa de las aguas de la criminología, que son de
puro cine negro, y que nos aguarda en cada esquina de sus descripciones como
una guirnalda prieta de suspense.
La juntacadáveres, el
hombre anónimo del pasillo de la muerte, la celopatía que lleva al
envenenamiento, o la noticia enlutada que acecha a unos amantes en la
madrugada. No hay respiro frívolo nifinales felices a pesar de que el lector se
contagie de un humor histriónico. Ser el forense del estereotipo que encubre al
hombre de carne y hueso es lo que practica Debrigode en estos relatos.
Mostrando el poder y la miseria en la lucha asertiva, y hurtándoselo
constantemente a aquél que nos aplastaba el cordón umbilical de la libertad en
cada uno de nuestros derechos.
.
Vimos cruzar muchas
veces al azar durante nuestra investigación y si aquella cartografía nos llevó
a una antropología urbana, a una genealogía de un barrio de escritores, la
narrativa policial nos reclama un estudio exhaustivo más allá de una
enumeración de los
reclama un estudio
exhaustivo más allá de una enumeración de los"delitos", a la busca de
las arbitrarias razones, políticas, morales y de otra índole que se exhiben en
cada texto como una cruel copia de una realidad torturadora que la rebasa
continuamente.
Se afirma que la
crítica suele ser disección, tarea de taxidermista en ocasiones, pero
tratándose ya de uno de nuestros inseparables compañeros de juego, es mejor que
ese menester le plazca al convidado, pues a mi ver que cada uno de estos
personajes que Debrigode hibernó para nuestro gusto, cada una de las veces que
su héroe practica una autopsia, se acerca y nos mira, y se coloca muy muy cerca
de nuestra fresca retina.
.
©Pedro Víctor Debrigode Duggi
©El Vigía editora Colección Zafir 2002
por
Jesús R.Castellano
De vez en cuando
alguien nos revela la existencia de algún escritor"injustamente
olvidado". Uno tiende a pensar: "Si está olvidado no será tan bueno,
y seguramente el olvido es justo y necesario". Y más cuando hay tantos
intrusos ocupando la pista de baile, insistiendo en que nos traguemos sus
torpes pasos. Pero a veces ocurre que quien ilumina una obra olvidada (en este
caso, la revista El Vigía) tiene razón.
A juzgar por Guiones
argumentales, Debrigode es un autor que merece ser recordado, rescatado y leído
de nuevo. Su estilo y sus argumentos están en las corrientes que hoy marcan los
rumbos dominantes de las artes de la literatura y el cine.
El primer cuento del
libro, "Brazo gitano", narra la vida de una sueca, medio pirada,
retirada en Lloret de Mar, que se dedica a enterrar a sus animales muertos en
el jardín de su casa, y supuestamente entierra también los animalitos de una
vecina; aunque en el caso de la vecina, el lector y la sueca acaban
descubriendo que los restos mortales no son de animal, ni únicamente animales
es lo que ha enterrado la sueca (por propia cuenta) en el jardín. Una amarga
historia de amor antiguo que sale de nuevo a la luz merced al arte esmerado del
marroquí Kasim, un descuartizador profesional.
.
En "Creo que era
amor", la tinta de una carta de amor, cuya firmante no escribió, queda
empapada y borrada por la sangre de un hombre que es ejecutado injustamente.
"Esta muerte tan
deseada" es también un cuento en que amor no correspondido y muerte cruel
son infeliz matrimonio. Una buena muchacha, una florista, busca que la maten
para que "su amigo" pueda cobrar un seguro de vida.
En "La hora de
la verdad", el que quiere cobrar (la herencia) y recobrar la libertad para
irse tranquilamente a los brazos de otras mujeres es un marido que acusa a su
jefe, con argumentos sólidos, de un crimen que él mismo ha cometido. El tiro le
sale por la culata,
porque el jefe por
algo es jefe y no se chupa el dedo.
En "Rejones en
la noche" una mujer cordobesa, como las que pintó Romero de Torres,
consigue sus propósitos: hacer que protejan a su hijo y hacerse querida del
protector. La protección se torna patíbulo y el protector en verdugo
involuntario. La cordobesa pierde la hermosura y enloquece, y las dulces
palabras de amor se transforman en agrias maldiciones.
"Tragigrotesco" llamó a su arte el propio Debrigode.
.
En el ensayo ficción
con que concluye el libro, el autor se entrevista a sí mismo y da cuenta de su
manera de encarar la escritura. Pedro Víctor Debrigode Duggi trabajó para
Bruguera, no sólo como escritor (fue él quien descubrió la valía de Corín
Tellado), y tuvo a sí mismo y da cuenta de su manera de encarar la escritura.
una infinidad de pseudónimos (Arnaldo Visconti, Arnold Briggs, Geo Marvik, P.V.
Debrigaw, Peter Briggs, Peter Debry, V. Debrigaw, Vic
Marvik, P.V. Debrigaw, Peter Briggs, Peter Debry, V.
Debrigaw, Vic Peterson). Vivió los últimos años de su vida en
la villa de La Orotava, donde la muerte lo encontró en el año 1982.
http://peterdebry.blogspot.com.es/
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