Respuesta de Don José Víctor Morales a la carta abierta de Don Alejandro Rodríguez Buenafuente.
Sr. Alejandro, dudé en responder a su carta por la singularidad de lo que usted escribió en ella y más concretamente por los ataques que en el terreno personal me dirige usted. Pero muchas personas me han animado para que el debate se enriquezca y por fin se aclaren algunas posturas. Su carta se mueve en dos grandes espacios, la crítica a mi libro y los intentos de ofensa a mi persona, responderé primero en el terreno de las críticas al trabajo y dejo para el final el tratamiento que usted me ha dado en lo personal.
Mire señor, una vez que fui descifrando el contenido de su carta mi asombro no paraba de crecer. Entender las contradicciones y el erróneo uso que usted hace de algunos conceptos científicos de la antropología me resultó sumamente complicado, achacable, probablemente, a mi cortedad de entendederas. Aún así, logré hacerme una idea de lo que usted, apartando momentáneamente los insultos y las descalificaciones personales, quiso comunicarme. Intentaré responder a los puntos más importantes de su crítica uno por uno, siguiendo el hilo argumental de su escrito.
La crítica que usted me hace gira en torno a varios parámetros concretos: lo confuso del texto, los vicios historiográficos, el problema de la aculturación, y otros pequeños detalles como el caso Pedro Pestana/Pestano, el tamaño del palo de José Morales o el uso del banot entre los antiguos canarios. Pasaré ahora a analizar estas críticas que usted me hace siguiendo aproximadamente ese orden.
Dice usted refiriéndose al objetivo de mi obra “además de crear conscientemente confusión argumentativa”, dejando de lado la mala intención que usted me otorga, no cuadra esta afirmación suya con lo bien que ha entendido usted la obra, a juzgar por la correctísima síntesis que hace de mi trabajo, en tres puntos, se los recuerdo:
a) El juego del palo es una práctica de origen única y exclusivamente aborigen.
b) Se ha transmitido hasta la actualidad dentro de ámbitos culturales vinculados únicamente con la población de ascendencia aborigen superviviente y motivado esencialmente por una situación de marcada conflictividad y violencia social.
c) A finales del siglo XX se consolidó en San Andrés un planteamiento técnico del juego o esgrima, un estilo, que es el que le ha transmitido a usted su propio maestro, D Pedro Morales Martín.
Pues sí, con importantes matices, y olvidos, no sé si intencionados por su parte, esto es lo fundamental de la obra, no hay confusión, usted la ha entendido perfectamente, está claro lo que intento demostrar. Sólo sucede que usted olvida todo el entramado cultural que hay entorno al desarrollo histórico de la sociedad canaria y la identificación que el canario hace de sus símbolos atávicos, como en este caso es el palo. Creo que en esta obra se hacen algunas aportaciones cuando menos interesantes, veo que a usted le han pasado desapercibidas. Esta explicación, siguiendo la argumentación de Veblen, me parece convincente y echa por tierra muchas ideas que relacionaban el palo con meros instrumentos de trabajo (palo arriero, palo camellero, palo de camino, etc.) sin tener en cuenta su función de símbolo identificativo de una colectividad, de los “supervivientes”. No olvide tampoco que toda mi argumentación se apoya en documentación histórica, evitando el terreno de las suposiciones. Además no se a que viene nombrarme a mí como receptor de ningún estilo, esta obra la he acometido como historiador, no como jugador de palo.
Otro de sus argumentos es que “acuso a los demás de mis propios vicios historiográficos”, creo entender que usted se refiere a que he sostenido desde hace mucho tiempo las mismas ideas sobre el origen y evolución del juego del palo en la Historia de Canarias. Le diré que aún no he encontrado los datos que me indiquen algo diferente, por el contrario en esta obra se ratifican las ideas que había vislumbrado ya hace tiempo y ahora intento demostrar. Por otro lado, no hablé yo de que usted tuviese vicios historiográficos, sino, a mi parecer, graves deficiencias en su quehacer como historiador y que se concretan en la manía de no justificar ni probar mínimamente las hipótesis que elaboran, como usted mismo tiene a bien reconocer en su carta: “ … en el germen del actual juego del palo está un proceso de transculturación entre elementos preeuropeos posteriores a la Conquista y otros europeos posteriores a aquella: y es cierto que nos faltan datos y que puede ser un atrevimiento y una licencia algo excesiva.” O como reconoce con el tema del señor Pedro Pestana o Pestano Guevara del que dice “en cuanto al origen de su juego sólo lo podemos suponer…”. Incluso por suponer, podemos suponer que a falta de un dato claro y objetivo, que no se si obra en su poder, este señor puede que no sea la misma persona que menciona el maestro Morales, ojalá encuentre usted este dato algún día. Señor Alejandro, yo prefiero hacer de la historia un trabajo científico con datos y hechos reales, no con suposiciones, y si los datos son abundantes, mejor.
Ahora entraré al meollo del problema de la aculturación y transculturación que usted tanto emplea y que, desde mi humilde y particular punto de vista lo hace confundiendo claramente los conceptos. Partiré de afirmaciones suyas para explicarle lo que sucede, por ejemplo esta: “su obra no modifica en absoluto el hecho de que no existe ningún documento relevante que pueda vincular la expresión juego del palo o incluso “jugar el palo” con los aborígenes prehispánicos de las islas” Vamos a ver don Alejandro, esto es tan obvio que me parece ridículo, no hay ningún documento para esto ni para otras manifestaciones de la cultura prehispánica, ¿Hay en la lucha canaria nomenclatura aborigen?, ¿Hay en el salto del pastor nomenclatura aborigen?, ¿El silbo gomero, en qué idioma se ejecuta? ¿Aires musicales de tradición prehispánica como el tajaraste, cual es el idioma de sus letras? ¿Estas actividades autóctonas no son prehispánicas por que no quede rastro de su nomenclatura original?, Los supervivientes ¿No fueron bautizados en su gran mayoría perdiendo así otra señal de identidad como era su nombre y apellidos? ¿O no está claro que ha habido un proceso brutal de aculturación para toda la cultura de los antiguos canarios? Antes de seguir quisiera aclararle algunas cosas por si no las tuviera presentes, aunque sea de pasada. El término “transculturación”, fue acuñado a principio de los años cuarenta del siglo XX por el prestigioso antropólogo cubano Fernando Ortiz, en sustitución del concepto aculturación proveniente del inglés acculturation. Este investigador necesitaba herramientas para designar el encuentro entre culturas, resultante del cual se produce un claro transvase de elementos culturales con distinta gradación e intensidad. Desde la limitada influencia cultural hasta la destrucción total de una cultura o sociedad. En su momento el término transculturación comprendía el proceso de la aculturación, es decir, las fases y la intensidad con la cual se daba dicho proceso, después de décadas de debate hoy transculturación se utiliza para definir los cambios que sufre un solo individuo. Aclarado este punto, pasemos a ver lo que usted comenta sobre este proceso “Es obvio que ese posible trasfondo aborigen se tendría que haber adaptado y aculturado notablemente para manifestarse absolutamente en unos idiomas extranjeros, entre la Conquista (y quizás durante la misma) y principios del s XVIII que es cuando aparece por primera vez escrita la expresión “jugar el palo” ¿no es eso evidencia absoluta de un proceso de transculturación? Si es cierto que hay un trasfondo aborigen en algo que ahora se habla, o sea, se practica, en castellano, tiene que haber existido intercambio cultural”.
Mire señor, en ningún lugar de mi obra se niega la existencia de un proceso de aculturación, todo lo contrario. Es evidente que los castellanos a su llegada promovieron una aculturación de corte imperialista, destruyendo militarmente todas las instituciones aborígenes: religiosas, políticas, judiciales, así como la organización de sus linajes, sus ritos, sus ceremonias, sus vestidos, armas, creencias, su modo de producción, la apropiación de sus medios de subsistencia, sus personas (esclavitud) y algo sumamente importante, su lengua. La antigua cultura canaria fue rota en fragmentos. Estos fragmentos (juego del palo, lucha canaria, salto del pastor, silbo gomero, etc.) perduraron porque un número importante de antiguos canarios permanecieron y se refugiaron en lo que muchos antropólogos denominan “cultura de resistencia”. Sobrevivieron aferrados a ciertas tradiciones que tenían interiorizadas y que no pudieron ser exterminadas totalmente por la aculturación del proceso colonizador. Sólo con echar una mirada a los acuerdos del cabildo de Tenerife y su multitud de prohibiciones para con los guanches supervivientes se puede usted hacer una clara idea de lo implacable del proceso de aculturación. Ninguna cultura superior que destruye la de un pueblo conquistado suele asumir los componentes de la cultura minoritaria o colonizada. El juego del palo fue aculturado precisamente por la eliminación de la lengua prehispánica, eso pasó con toda la cultura “superviviente”.
La lengua castellana se impuso manu militari. Pero, ¡¡no ha reparado usted que no hay ninguna fuente guanche de información¡ que todos los escritos y documentos los han redactado los vencedores de esta colonización del archipiélago, desde el siglo XV al siglo XVIII. Como va a existir nomenclatura aborigen si todas las fuentes que existen son europeas. Ya por eso hemos de poner en tela de juicio la poca herencia que ha llegado a nuestros días. ¿Alguien se molestó en aprender alguna lengua de los antiguos canarios?, no, sencillamente se impuso el castellano por la fuerza y en un tiempo relativamente corto lograron hacer desaparecer las antiguas lenguas canarias. Por eso, todos esos ejemplos que usted me cita sobre la expresión “juego de palo” desde el castellano para designar esas prácticas de esgrima con bastones (desde Tartaria a Escocia) son eso, otra nueva forma de aculturación. Lo correcto y respetuoso sería nombrar esas prácticas en su idioma correspondiente, para no caer nuevamente en la imprecisión de las generalidades y en la destrucción de esas culturas.
En cuanto a su dato concreto sobre la interacción de los soldados europeos con la esgrima aborigen, creo que usted patina una vez más. Utiliza una cita de Leonardo Torriani que, para empezar, no era soldado sino ingeniero o arquitecto. Torriani habla en pasado para los canarios y en presente para sus contemporáneos “después bajaban en tierra y se enfrentaban con los magodos, esgrimiendo y buscando su ventaja, como se acostumbra entre nosotros”. Lo que se desprende de esta cita es una comparación no una interacción, recuerde que este texto fue escrito unos noventa años después del fin de la Conquista. Torriani explica a sus lectores contemporáneos de 1590 que la esgrima aborigen tenía similitudes con la europea, por ejemplo, en la búsqueda de la ventaja. En cuanto a la cita que usted propone sobre las milicias, creo que no se trata de las milicias castellanas, si entendemos por los naturales del país a los canarios y no a los llegados de Europa. Si se presta atención al texto dice: “… y en todas veréis y entenderéis la forma de milicia que los naturales tienen entre sí”. ¿Quiénes son estos naturales, los canarios supervivientes o los campesinos llegados de Extremadura o de Portugal? ¿Qué es el sistema de milicias que usaban entre si, las antiguas formaciones guanches para el combate o lo introducido por los europeos? Eso es lo que me gustaría que usted me explicara, pero no con hipótesis, o suposiciones, sino con datos históricos, y también, por supuesto, qué relación tiene todo esto con el juego del palo.
Mire, de la figura del Sr Pestano o Pestana Guevara ya mencioné algo antes, no fue citado por mi por dos razones, ninguna olvido o desconocimiento. Conocía la referencia a este personaje por un artículo suyo y de A. M. Pérez Rodríguez titulado Breve semblanza de las escuelas de juego de palo en Tenerife antes de los años 80, aparecida en la obra colectiva Juegos Tradicionales: Universal Cultural del siglo XXI editado por el Cabildo Insular de Fuerteventura en 2004. Primera razón: como ya mencioné anteriormente, yo trabajo con datos contrastados y no con suposiciones, por lo que desde mi punto de vista, y como usted reconoce, no se ha probado que este señor Pestano/ Pestana Guevara sea el jugador de palo maestro de José Morales. Segunda razón: es que es una información ya publicada, le dejo a usted ese mérito.
Para el tema del banot, le diré que, cuando menos, conozco las fuentes etnohistóricas lo suficiente para emplear muchas citas en las que aparece un arma arrojadiza cuya descripción concuerda con el banot. Pero no le voy a aburrir, además ya está analizado en mi libro. ¿Realmente para usted ya no es el “magado” el arma origen del juego del palo? ¿Ahora es el banot? No deja usted de asombrarme, no le voy a recordar que Viana (1604) decía: “Usaban dardos como gruesas lanzas / que llamaban banoes en su lengua…”, tampoco le recordaré lo que decía Castillo Ruiz de Vergara (1737): “o dardos de tea tostadas las puntas o de otros ramos fuertes que llamaban banot”. Tampoco quisiera recordarle un impresionante trabajo del eminente arqueólogo del mundo prehispánico Luis Diego Cuscoy titulado “El banot como arma de guerra entre los aborígenes canarios”. En él se hace un análisis pormenorizado de esta y todas la demás armas de madera de los antiguos canarios, entre otras conclusiones Cuscoy afirma: “El banot es el arma arrojadiza de la que repetidamente se ha hablado aquí. Dadas las características formales del banot, es el instrumento menos indicado para jugar al palo”. Ahora bien, si le voy a decir que, por motivos laborales, he tenido en mis manos todas las armas de madera aborígenes que se encuentran en los fondos del Museo Arqueológico de Santa Cruz de Tenerife. Las he medido, pesado, estudiado, dibujado y visto, además, con ojos de un practicante del juego del palo. Se lo aseguro, el banot es un arma arrojadiza y la opinión de Luis Diego Cuscoy sobre su inútil uso en una esgrima con bastones está totalmente acertada. Sin embargo si existen bastones con una similar estructura morfológica a los que empleamos hoy en día para el juego del palo.
Mire, concluyendo con los aspectos históricos, su empecinamiento con la medida del palo de mi abuelo me parce temerario. ¿Quiere usted convencerme de que la historia ha sido mentira?, ¿De que mis antepasados han mentido?, ¿De que mis familiares han mentido?, ¿De que los testigos entrevistados por mi han mentido?, ¿De que los testigos que escuche en su momento y de los cuales tengo grabaciones mentían? ¿De que los palos que desde niño he visto en mi casa, palos de Francisco Morales o Pedro Domínguez no eran los que les enseñó a usar José Morales? Y eso pretende usted viendo una foto borrosa y recortada, de hace 75 años, con el maestro ladeado y el palo en perspectiva oblicua. Impresionante.
Usted ha entrado en el lamentable terreno de la descalificación personal y los intentos de ofenderme. No creo yo que por realizar un trabajo histórico y verter unas opiniones se me deba llamar arrogante, soberbio y mal intencionado. Mis opiniones son mías y tengo el mismo derecho que usted a publicarlas, no pretendo convencer a nadie, jamás le ofendería a usted por pensar lo que piensa o porque no me gusten sus teorías. Una cosa es análisis y crítica de opiniones y otra muy distinta estos intolerables ataques a la persona. No usaré jamás la ofensa personal, pues creo que significa falta de argumentos. Si usted se declara enemigo mío, tiene derecho a sentirse como quiera, yo no me siento enemigo de nadie. Yo entiendo que más bien usted se declara enemigo de la libertad de expresión, un derecho sagrado para cualquier pueblo civilizado. Le diré, por otra parte, que por muchos enemigos que me surjan, no me desviarán de mi rumbo en la búsqueda de la verdad histórica, acompañado siempre de la dignidad y el respeto.
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