PODEMOS EN EL GRUPO MIXTO
CANAL RED -- EDITORIAL
El PSOE ya no tiene
más remedio que respetar a los morados y negociar con ellos todas y cada una de
las leyes que lleguen al parlamento —incluyendo los presupuestos generales del
Estado— y para las cuales las cinco diputadas de Podemos son tan indispensables
como los cinco escaños del PNV
Ayer por la tarde, saltaba la noticia. Las cinco diputadas de Podemos abandonan el grupo parlamentario de Sumar en el Congreso para integrarse en el Grupo Mixto.
Antes de analizar
el significado político del movimiento, una previa sobre el funcionamiento de
los grupos en el Parlamento. Aunque a las elecciones se presentan partidos y
coaliciones de partidos, en el hemiciclo de la cámara baja, los diputados y
diputadas se organizan en grupos. Para partidos con una importante
representación en el conjunto del Estado o en una comunidad autónoma concreta,
partido y grupo suelen coincidir y, entonces, no se aprecia ninguna distinción
de cara al gran público. Los requisitos concretos para tener derecho a formar
un grupo son (1) tener 15 diputados o más o (2) tener 5 diputados o más al
mismo tiempo que más del 15% de los votos en las circunscripciones en las que
el partido o la coalición de partidos se hayan presentado, o más del 5% de los
votos en el conjunto del Estado. En esta legislatura, esos criterios los cumple
el PSOE, el PP, VOX, la coalición de partidos Sumar, Junts, ERC, Bildu y el
PNV; aunque a Junts y a ERC tuvieron que prestarle diputados el PSOE y Sumar al
principio de la legislatura para que pudieran llegar a esos mínimos. Los
diputados de partidos que no consiguen cumplir de ninguna manera alguno de esos
criterios pasan a conformar automáticamente el así llamado Grupo Mixto. Al
principio de esta legislatura, eso le ocurría al único diputado del BNG, al de
UPN y a la diputada de Coalición Canaria. En el Grupo Mixto, también se sitúan
los diputados y diputadas que, por un motivo o por otro, a lo largo de la
legislatura, abandonan su grupo parlamentario inicial. Esto ocurrió, por
ejemplo, con los diputados de Compromís, quienes, después de concurrir a las
elecciones en coalición con los partidos de Unidos Podemos en 2016, decidieron
integrarse en el Mixto; un grupo parlamentario que, más allá de su conformación
heterogénea, funciona de forma muy parecida y tiene prácticamente los mismos
derechos que el resto de grupos. Esta es la naturaleza técnica de la decisión
que ha tomado Podemos. ¿Pero cuál es su naturaleza política?
El elemento básico
que hay que conocer para entenderla es que en los últimos meses Sumar ha venido
tomando una cadena de decisiones que tenían como objetivo y como efecto el
anular la capacidad de hacer política en el Congreso de las diputadas de
Podemos.
Ya desde el
principio de la legislatura, Yolanda Díaz decidió no otorgar una portavocía
adjunta a los morados y sí dársela, en cambio, a partidos con mucha menos
representación en el grupo como Compromís, Chunta Aragonesista o Més. La clave
es que una portavocía conlleva la capacidad de firmar iniciativas
parlamentarias y registrarlas en el Congreso. En sentido contrario, no tener
firma impide introducir cualquier tipo de iniciativa. Aunque Sumar tampoco dio
firma a Izquierda Unida o a Más País, en la práctica de funcionamiento de los
primeros meses del grupo, cada vez que estos dos partidos han decidido
registrar algo, Sumar le ha prestado la firma de uno de sus portavoces. Sin
embargo, cada vez que Podemos ha querido registrar una iniciativa, Sumar la ha
bloqueado.
A esto hay que
añadir que los de Díaz ya han anunciado a los medios de comunicación que están
trabajando en un reglamento draconiano para sancionar a los diputados y
diputadas que no sigan la disciplina de Sumar. Algo que no tuvo que hacerse en
ningún momento de la legislatura anterior en el grupo de Unidas Podemos porque
el entonces portavoz morado, Pablo Echenique, —por directriz de Podemos—
resolvía todas las discrepancias mediante el diálogo con los diferentes
partidos de la coalición y se permitió en el grupo, en numerosas ocasiones, la posición
política y el voto discrepantes. Teniendo en cuenta el precedente del
funcionamiento asimétrico de la firma, no es difícil imaginar contra quién se
pensaría aplicar este reglamento.
A esto hay que
añadir que los de Díaz ya han anunciado a los medios de comunicación que están
trabajando en un reglamento draconiano para sancionar a los diputados y
diputadas que no sigan la disciplina de Sumar
Por último, y a
diferencia también de lo que se hizo durante la legislatura anterior, en la que
Podemos repartía los tiempos de intervención en pleno entre las diferentes
fuerzas políticas en los debates importantes, Sumar ha decidido impedir que las
diputadas moradas hablen desde la tribuna. Sumar ya dejó fuera a Podemos en los
dos debates de investidura —el de Feijóo y el de Sánchez— y ayer lo volvió a
hacer en la comparecencia del ministro de Exteriores para dar cuenta de las
acciones del Gobierno en la cuestión de Palestina. Para preguntar a Albares, en
vez de aprovechar la proyección internacional que Ione Belarra ha alcanzado en
los últimos meses por mantener una posición contundente y diferente a la del
PSOE respecto de este asunto, Sumar decidió sacar a la tribuna a Agustín Santos
Maraver; un diplomático proviniente del PSOE que llegó a ser jefe de gabinete
de Moratinos y que, hasta que dio el paso para ser el número dos de Yolanda
Díaz por Madrid en las pasadas elecciones generales, había trabajado a las
órdenes del propio Albares como Representante Permanente de España ante la ONU.
Obviamente, Santos Maraver hizo una intervención elogiando la posición de
Sánchez y no pronunció ni una sola vez la palabra «genocidio» para referirse al
genocidio que está llevando a cabo el Estado de Israel en la Franja de Gaza y
en Cisjordania.
En un tema tan
sensible como este para los morados, esta fue «la gota que colmó el vaso» y,
por ello, su Secretaria General decidió convocar de urgencia una reunión del
Secretariado de Podemos para tomar una decisión que se llevaba comentando y
valorando ya desde hacía algunas semanas a medida que la situación iba
empeorando.
El paso de Podemos
al Grupo Mixto es una decisión acertada e inteligente por varios motivos.
El primero,
obviamente, que una fuerza política cuyo objetivo principal es la
transformación social no se puede permitir que se impida su acción
parlamentaria e institucional; no se puede permitir no poder registrar una ley
a petición de los movimientos sociales, no se puede permitir no poder registrar
comisiones investigación y no se puede permitir no poder registrar absolutamente
ninguna enmienda a los Proyectos de Ley que vengan del Gobierno o a las
Proposiciones de Ley de los demás grupos parlamentarios; no se puede permitir
no tener voz en los debates importantes; y no se puede permitir tener que votar
absolutamente todas las veces lo que digan otros partidos. Eso sería tanto como
ocupar los escaños por ocuparlos, renunciando a la más mínima capacidad de
acción política, aceptando la impotencia de no poder transformar nada y
desapareciendo poco a poco. Con su marcha al Mixto, Podemos garantiza su
autonomía parlamentaria y, por lo tanto, su misma existencia política en el
hemiciclo.
Pero esta no es la
única ventaja que tiene el movimiento para los morados. Además, la decisión
permite clarificar de cara a las capas más amplias del electorado —que no
entienden los arcanos códigos de la política— que Podemos concurrió a las
elecciones del 23 de julio pasado en coalición con Sumar pero que Podemos no
está en Sumar y nunca lo ha estado. El permanecer en el grupo parlamentario de
Sumar después de haber sido expulsados del Gobierno y quedando claro cada día
que pasa que estamos hablando de dos proyectos políticos muy diferentes,
introducía un equívoco en los electores que era permanentemente aprovechado por
los adversarios mediáticos de Podemos —»Podemos está en Sumar» es quizás una de
las mentiras más repetidas en los últimos meses por la progresía. Ese equivoco
queda ahora disipado. Por último, al formar parte ahora de un grupo
parlamentario diferente al de Sumar, el PSOE ya no tiene más remedio que
respetar a los morados y negociar con ellos todas y cada una de las leyes que
lleguen al parlamento —incluyendo los presupuestos generales del Estado— y para
las cuales las cinco diputadas de Podemos son tan indispensables como los cinco
escaños del PNV, con la capacidad, además, de conformar un bloque de 19 escaños
de izquierdas en coordinación con Bildu, ERC y el BNG que, sin duda, hará valer
su fuerza a lo largo de toda la legislatura.
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