miércoles, 6 de diciembre de 2023

PODEMOS EN EL GRUPO MIXTO

 

PODEMOS EN EL GRUPO MIXTO

CANAL RED -- EDITORIAL

El PSOE ya no tiene más remedio que respetar a los morados y negociar con ellos todas y cada una de las leyes que lleguen al parlamento —incluyendo los presupuestos generales del Estado— y para las cuales las cinco diputadas de Podemos son tan indispensables como los cinco escaños del PNV

Ayer por la tarde, saltaba la noticia. Las cinco diputadas de Podemos abandonan el grupo parlamentario de Sumar en el Congreso para integrarse en el Grupo Mixto.

 

Antes de analizar el significado político del movimiento, una previa sobre el funcionamiento de los grupos en el Parlamento. Aunque a las elecciones se presentan partidos y coaliciones de partidos, en el hemiciclo de la cámara baja, los diputados y diputadas se organizan en grupos. Para partidos con una importante representación en el conjunto del Estado o en una comunidad autónoma concreta, partido y grupo suelen coincidir y, entonces, no se aprecia ninguna distinción de cara al gran público. Los requisitos concretos para tener derecho a formar un grupo son (1) tener 15 diputados o más o (2) tener 5 diputados o más al mismo tiempo que más del 15% de los votos en las circunscripciones en las que el partido o la coalición de partidos se hayan presentado, o más del 5% de los votos en el conjunto del Estado. En esta legislatura, esos criterios los cumple el PSOE, el PP, VOX, la coalición de partidos Sumar, Junts, ERC, Bildu y el PNV; aunque a Junts y a ERC tuvieron que prestarle diputados el PSOE y Sumar al principio de la legislatura para que pudieran llegar a esos mínimos. Los diputados de partidos que no consiguen cumplir de ninguna manera alguno de esos criterios pasan a conformar automáticamente el así llamado Grupo Mixto. Al principio de esta legislatura, eso le ocurría al único diputado del BNG, al de UPN y a la diputada de Coalición Canaria. En el Grupo Mixto, también se sitúan los diputados y diputadas que, por un motivo o por otro, a lo largo de la legislatura, abandonan su grupo parlamentario inicial. Esto ocurrió, por ejemplo, con los diputados de Compromís, quienes, después de concurrir a las elecciones en coalición con los partidos de Unidos Podemos en 2016, decidieron integrarse en el Mixto; un grupo parlamentario que, más allá de su conformación heterogénea, funciona de forma muy parecida y tiene prácticamente los mismos derechos que el resto de grupos. Esta es la naturaleza técnica de la decisión que ha tomado Podemos. ¿Pero cuál es su naturaleza política?

 

El elemento básico que hay que conocer para entenderla es que en los últimos meses Sumar ha venido tomando una cadena de decisiones que tenían como objetivo y como efecto el anular la capacidad de hacer política en el Congreso de las diputadas de Podemos.

 

Ya desde el principio de la legislatura, Yolanda Díaz decidió no otorgar una portavocía adjunta a los morados y sí dársela, en cambio, a partidos con mucha menos representación en el grupo como Compromís, Chunta Aragonesista o Més. La clave es que una portavocía conlleva la capacidad de firmar iniciativas parlamentarias y registrarlas en el Congreso. En sentido contrario, no tener firma impide introducir cualquier tipo de iniciativa. Aunque Sumar tampoco dio firma a Izquierda Unida o a Más País, en la práctica de funcionamiento de los primeros meses del grupo, cada vez que estos dos partidos han decidido registrar algo, Sumar le ha prestado la firma de uno de sus portavoces. Sin embargo, cada vez que Podemos ha querido registrar una iniciativa, Sumar la ha bloqueado.

 

A esto hay que añadir que los de Díaz ya han anunciado a los medios de comunicación que están trabajando en un reglamento draconiano para sancionar a los diputados y diputadas que no sigan la disciplina de Sumar. Algo que no tuvo que hacerse en ningún momento de la legislatura anterior en el grupo de Unidas Podemos porque el entonces portavoz morado, Pablo Echenique, —por directriz de Podemos— resolvía todas las discrepancias mediante el diálogo con los diferentes partidos de la coalición y se permitió en el grupo, en numerosas ocasiones, la posición política y el voto discrepantes. Teniendo en cuenta el precedente del funcionamiento asimétrico de la firma, no es difícil imaginar contra quién se pensaría aplicar este reglamento.

 

 

A esto hay que añadir que los de Díaz ya han anunciado a los medios de comunicación que están trabajando en un reglamento draconiano para sancionar a los diputados y diputadas que no sigan la disciplina de Sumar

 

Por último, y a diferencia también de lo que se hizo durante la legislatura anterior, en la que Podemos repartía los tiempos de intervención en pleno entre las diferentes fuerzas políticas en los debates importantes, Sumar ha decidido impedir que las diputadas moradas hablen desde la tribuna. Sumar ya dejó fuera a Podemos en los dos debates de investidura —el de Feijóo y el de Sánchez— y ayer lo volvió a hacer en la comparecencia del ministro de Exteriores para dar cuenta de las acciones del Gobierno en la cuestión de Palestina. Para preguntar a Albares, en vez de aprovechar la proyección internacional que Ione Belarra ha alcanzado en los últimos meses por mantener una posición contundente y diferente a la del PSOE respecto de este asunto, Sumar decidió sacar a la tribuna a Agustín Santos Maraver; un diplomático proviniente del PSOE que llegó a ser jefe de gabinete de Moratinos y que, hasta que dio el paso para ser el número dos de Yolanda Díaz por Madrid en las pasadas elecciones generales, había trabajado a las órdenes del propio Albares como Representante Permanente de España ante la ONU. Obviamente, Santos Maraver hizo una intervención elogiando la posición de Sánchez y no pronunció ni una sola vez la palabra «genocidio» para referirse al genocidio que está llevando a cabo el Estado de Israel en la Franja de Gaza y en Cisjordania.

 

En un tema tan sensible como este para los morados, esta fue «la gota que colmó el vaso» y, por ello, su Secretaria General decidió convocar de urgencia una reunión del Secretariado de Podemos para tomar una decisión que se llevaba comentando y valorando ya desde hacía algunas semanas a medida que la situación iba empeorando.

 

El paso de Podemos al Grupo Mixto es una decisión acertada e inteligente por varios motivos.

 

El primero, obviamente, que una fuerza política cuyo objetivo principal es la transformación social no se puede permitir que se impida su acción parlamentaria e institucional; no se puede permitir no poder registrar una ley a petición de los movimientos sociales, no se puede permitir no poder registrar comisiones investigación y no se puede permitir no poder registrar absolutamente ninguna enmienda a los Proyectos de Ley que vengan del Gobierno o a las Proposiciones de Ley de los demás grupos parlamentarios; no se puede permitir no tener voz en los debates importantes; y no se puede permitir tener que votar absolutamente todas las veces lo que digan otros partidos. Eso sería tanto como ocupar los escaños por ocuparlos, renunciando a la más mínima capacidad de acción política, aceptando la impotencia de no poder transformar nada y desapareciendo poco a poco. Con su marcha al Mixto, Podemos garantiza su autonomía parlamentaria y, por lo tanto, su misma existencia política en el hemiciclo.

 

Pero esta no es la única ventaja que tiene el movimiento para los morados. Además, la decisión permite clarificar de cara a las capas más amplias del electorado —que no entienden los arcanos códigos de la política— que Podemos concurrió a las elecciones del 23 de julio pasado en coalición con Sumar pero que Podemos no está en Sumar y nunca lo ha estado. El permanecer en el grupo parlamentario de Sumar después de haber sido expulsados del Gobierno y quedando claro cada día que pasa que estamos hablando de dos proyectos políticos muy diferentes, introducía un equívoco en los electores que era permanentemente aprovechado por los adversarios mediáticos de Podemos —»Podemos está en Sumar» es quizás una de las mentiras más repetidas en los últimos meses por la progresía. Ese equivoco queda ahora disipado. Por último, al formar parte ahora de un grupo parlamentario diferente al de Sumar, el PSOE ya no tiene más remedio que respetar a los morados y negociar con ellos todas y cada una de las leyes que lleguen al parlamento —incluyendo los presupuestos generales del Estado— y para las cuales las cinco diputadas de Podemos son tan indispensables como los cinco escaños del PNV, con la capacidad, además, de conformar un bloque de 19 escaños de izquierdas en coordinación con Bildu, ERC y el BNG que, sin duda, hará valer su fuerza a lo largo de toda la legislatura.

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