lunes, 6 de noviembre de 2023

HIMNO AUTÁRQUICO

 

HIMNO  AUTÁRQUICO

Eduardo Sanguinetti, filósofo, poeta y performer.

 “¿Por qué habría de creer que todo va a cambiar de pronto?... Simple, nada va a cambiar, excepto yo mismo.” (Fragmento de mi novela Morbi Dei, Ed. Corregidor)

Relatos de vida o autobiografías están arraigados en la experiencia humana, representan una fuente para reconstruir la praxis y vida a veces lograda en actos concretos de haber sido... No son el actuar en sí mismo, sino una versión que el autor sugiere de su acción en el pasado, de a ratos proyectado hacia un futuro indefinido.

Escribir en prosa me ha sido de gran utilidad a lo largo de mi vida… Y aprovechando el instante de inmediatez que me otorga un medio escrito, les comento que hoy, sólo les presentaré la precariedad y dudosa moral de las convenciones y ritos de la civilización donde ha tenido lugar mi llegada a este mundo y su actitud discordante con las del ciudadano común que obstinadamente pone al descubierto la hipocresía y las mentiras, los errores y las injusticias que conlleva la vida en relación y los sexos de la diferencia, mutados en operaciones pornográficas a repetición que se exhiben en una Babilonia de tercer milenio, con pasión libidinal ausente…

Todos expuestos a permanecer en el espectáculo prostibulario planetario, cual símbolo de pertenencia de la mercantilización en Bolsa de carnaza siliconada a los mejores postores, nada debajo del éxtasis y ´tajos humeantes´, con la punta de los nervios al aire. Y del mismo modo pone en evidencia aquella mutilación y tremendas represiones en términos freudianos de la soberanía individual, de aquellos instintos y deseos que exige la existencia gregaria, mediocre y cobarde que elimina la posibilidad y el milagro de simplemente ser.

Nada me es indiferente, pero a veces es necesario que todo me sea indiferente, de otro modo la “cosa” no puede continuar... Sin embargo, estoy expuesto a ser amado o detestado, provocando adhesión o rechazo inmediato, llegado el instante preciso que lanzo mi palabra, preñada de verdades irrefutables, que provocan ánimos criminales en los denostadores de la vida experimentada con naturalidad y espontaneidad sumas, no ignoren que nada puede ser reemplazado, a pesar de la homogeneidad en que está instalada la masa amorfa orgánica de humanidad que se cocina un porvenir sin huellas... Esto molesta y mucho a los que practican ukelele, en búsqueda del paraíso perdido… Por ende, las emociones básicas de la otredad me someten a las arbitrariedades del digito amor/odio, sin olvidar el aditamento de la envidia.

Creo no ignorarán que me provocan repugnancia, los documentales biográficos de los denominados por el sistema apócrifo como ´famosos mercadeados´ que proliferan en las plataformas porque la mayoría son hechos por encargo de auspiciante con ansias de sumar activos y mayor gloria del protagonista, una mascota al servicio de intereses mafiosos. El equivalente a las biografías autorizadas de mala calidad, que diluyen el sentido de la historia de la cultura y del arte, del pensamiento y la belleza de un pasado que se elimina día a día, en nombre de una eutanasia novelada, en acto de eliminar la existencia de formidables seres que han pisado esta tierra.

He aprendido según transcurrieron en el descuento de los años de mi vida, creo así la denominamos, los magros presupuestos con que la comunidad cuenta, para dar el empujón al abismo del «nunca jamás», a todos los delegados de la farsa y el espectáculo mediático pestilente, donde caerían por ley de gravedad y levedad, sin remedio, de manera higiénica y clara… Se puede soportar el hedor de la simulación persistente que nos regala la virtualidad en servicio streaming, convocando a desprevenidos usuarios para conformar un espectáculo pleno de vacuidad y de basura psico-biodegradable.

Me resulta simpático comentarles, un tanto al margen de lo manifestado en párrafos anteriores, que tengo demasiadas, pocas costumbres y rutinas y que no me agrada autodefinirme, ni como filósofo, poeta, performer, ni como blanco móvil de asesinos de la de la vida, simplemente soy un hombre goza y sufre y mi fuerza radica en resistir, en hacer lo que deseo... Trae consecuencias, no lo duden, nunca ha sido de otro modo.

En cuanto al hecho de considerarme como filósofo, poeta o performer, se hicieron responsables talentosos teóricos, intelectuales y críticos de la cultura, que me han definido como tal: Jean BaudrillardUmberto EcoAdolfo Bioy CasaresSilvia HopenhaynPeter GoldingPierre RestanyLawrence DurrellEduardo Gudiño KiefferRobert JonesCarlos Espartaco, Alvino Diegues Videla, entre otros.

El arte de la performance, asimilada a mi vida a cada instante, me remite tautológicamente a la performance del arte como situación en su totalidad alternativa, partiendo de elementos primarios, mínimos, anteriores a cualquier sublimación sobre objetos y conceptos puestos en acto, en un metafórico museo negro, desde donde, como irónica parábola, acaricio la sombra del teatro.

Cómo hombre de la cultura de este tiempo, hice una puesta a la apuesta, intentando definir, redefinir, organizar, reorganizar mi espacio escénico.

Enervado por violencias cotidianas, asediado por insultos, objetivamente debilitado en la economía interna de espectáculo que he puesto en escena, en este ajedrez que se humedecía, se derrumbaba, se desmoronaba, se disipaba, lentamente la idea comenzaba a sustituir a la imagen, provocando la reacción exacerbada de los admiradores y detractores de mi persona, a los que no les habría desagradado llevar una propuesta creativa hasta el límite, como lo hice, asimilándome a la idea nietzscheana del artista-héroe… ¿O los nadies “Galeano dixit” nos quieren convencer que los artistas-poetas existen sólo para entretener a los parásitos del stablishment, bailando en la pista de los sueños rotos?

No ignoro los riesgos que corría en semejante apuesta, ajena a todo tipo de especulación, como tampoco ignoraba lo incómodo del espacio en que me tocaba operar, donde me tildaban de anarquista revolucionario, luego de silenciarme y atentar contra mi vida.

Honrando la memoria y obra de un eminente intelectual argentino, deseo responderles a los inquisidores medievales tardíos, con las palabras que el recordado escritor argentino Bernardo Ezequiel Koremblit me ha dedicado, (En vida, director de cultura de la Sociedad Hebraica Argentina (SHA) durante 31 años y de la Biblioteca Nacional, Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y de la Academia Nacional de Periodismo, a la que perteneció, Vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación), desde Radio Nacional de Argentina, en su programa de excelencia, expresó acerca de mi ensayo “Alter Ego” (Ed. Corregidor, 1984): ”Sanguinetti es exactamente, puntualmente, estrictamente lo contrario de un superficial… Un hombre con las características que distinguían a los del Renacimiento: un humanista, un iconoclasta, un pensador de lo porvenir”… Dicho lo que corresponde manifestar en tiempos de genocidios y guerras a repetición, donde las venus de la contracepción continúan ofreciéndose en tienda de accesorios, ha llegado la hora de experimentar en los límites, sin olvidar que el arte es la reivindicación de muy pocos, en antípodas de quienes se encuentran detrás del arte, quienes se llevan el dinero a otra parte… El arte tiene sus mandarines y mandaderos, persista la memoria del presente.

Ante la situación difusa por la que atraviesa la denominada cultura de hoy, el artista se mueve de simulación en simulación, intentando recuperar no sé qué tradiciones y mitos, deviniendo por ende la pérdida del “aura” de la obra.

Los profetas sociológicos, o teóricos de la cultura, como deseen llamarlos, nunca me hicieron creer que vaya a creer en lo que el poder mercantil de fundaciones y demás centros de fuga de capitales, instalan como los talentos de este tiempo de decadencia palpable en ideas, ideales, a esclavos de tendencias que hunden a las comunidades en profundos pozos de ignorancia, carentes de creación en estado puro, que asimilo más a la cotidianeidad de un lenguaje sospechoso, que sugiere que entremos en la pertenencia de la incertidumbre.

El demonismo, como metáfora de la realidad de hoy, no está ausente. En mi libro “El Pedestal Vacío” me extiendo sobre este tema en particular. A la posmodernidad, nacida bajo presión, bajo la sombra de finales del siglo XX la considero la acción más perfecta de la apología. Tras la máscara, la retórica desgastada del relato deja paso como dice Deleuze, a un pliegue de espectáculo, a un embaucamiento.

A nosotros corresponde aventurarnos, con un entusiasmo que no puede ser fingido, en una tarea que se sabe imposible. Sabiendo además que si se intenta, se pierde la vida en el empeño, y si no se intenta, la vida está perdida de antemano, antes de vivirla.

Con todo, donde todo parece querer decirnos que algo concluye, yo intuyo que algo comienza. Y donde todo parece querer decirnos que algo comienza, sé que algo continúa. Tiempo al tiempo y espacio al espacio.

La muerte de Dios o de la idea de Dios es además la muerte simbólica del “autor” por excelencia. No es casual que la preocupación de la búsqueda de un autor para el mundo se produjera a un paisaje relativamente natural, anónimo. Y si todo autor se define por su responsabilidad respecto a lo hecho ¿sobre quién recaerá la responsabilidad de la muerte del responsable por excelencia? ¿Muerte natural? ¿Homicidio colectivo? ¿Suicidio, o tal vez eutanasia?…Sabemos ya que todas las posibilidades forman parte de esa negatividad ultra-armadora del dios. Y en cualquiera de los casos, es posible intuir que si la responsabilidad del delito debe al autor, serán el ocultamiento de la responsabilidad, la inocencia, o simplemente la irresponsabilidad, quienes definirán a su asesino.

Sabemos que la historia de la libertad de expresión avanza a pasos minúsculos. El máximo ejemplo se da en el campo del espíritu. Siento mucho si lo que acabo de decir suena amargamente optimista. El espíritu del artista, del guerrero y del héroe, en tanto tengan entidad y autenticidad, gana su condición de ser. Es imposible determinar la indeterminación, es una apelación al vacío. El héroe en su concepción clásico moderna ha muerto y sucede que la certeza de su fallecimiento deja vacante un lugar que no puede permanecer vacío y que cada uno de ustedes, lectores, no pueden ocupar sin dejar de serlo. La “textualidad” promueve un nuevo héroe, que no es simplemente anónimo, sino un sofisticado e ilustre Don Nadie, Don Todos y Don Ninguno.

No quiero hablar de la historia del espíritu, ni de las aproximaciones fisiológicas, psicológicas, sino de final… Ni de las realidades perturbadoras de genio e idiotez, de jerarquías y de amarguras…no deseo hablar de futuro, ni de religiones, de parlamentos, ni de academias, ni simpatías… ¿Sería necesario que hablara de todo? Es imposible. Por lo tanto sólo puedo decir todo aquello de lo que yo puedo hablar, lo que concierne a la filosofía, a la poesía… No puedo dejar de hacer mención de la ignorancia y la vergüenza…quizás les pueda agradar que no hable aquí realmente de nada, pero no quiero dejar de mencionar el poder de los estúpidos, la avidez burguesa, la hipocresía de los políticos, la inflexión de los intelectuales…

Tampoco puedo dejar de mencionar a SénecaShakespeareHölderlinNovalisRousseauNietzscheDostoyevskiKierkegaardMahlerBenjaminCamusDoeblinJoyceOnettiBioy CasaresArltBenedettíVianKerouacFoucaultDerrida… ¡Qué horror! Una humanidad que no sospecha nada, hombres con cierta simplicidad y la bajeza y pobreza de sus necesidades… Los estados, los gobiernos, los pueblos son estructuras condenadas sin cesar a la infamia, a la calumnia, construyendo un mundo para pocos, ante la mirada pasiva de pueblos enteros en estado de congelamiento, sin nada que decir, sin nada que responder a la vergüenza el oprobio y el espanto…

La vida es desesperación en que se apoyan las filosofías, las que son prometidas a la demencia, al diseño y a la publicidad… Instrumentos de la decadencia, criaturas de la agonía, todo es claro, nada comprendemos. ¿Pero entonces que queda?, se preguntarán…es evidente que la pregunta es completamente idiota… Y lo que acabo de enunciar, ¿No es más trampa que una salida? Afortunadamente no. Voluntariamente no.

Pasarán los años. Los límites se borrarán y el ángulo recto perderá su frescura. En una inversión de causalidad, para el mundo espero que el deseo, la pureza, el placer, el pájaro, el árbol, el poema, los veranos dorados, los inviernos soñados, la nostalgia, los sueños, la amistad, las playas eternas no se pierdan en la acción. Que los dioses de batallas económicas, hoy principio y fin de todas las cosas, los que reptan hacia la cima, los que juegan anestesiados por el poder, que es malo, es feo, es pobre, estéril, monótono y está muerto, se consuman en el fuego eterno.

El mundo pues ya no es el mejor lugar para esconderse. Ya no necesitamos dioses ni gurúes. No esperemos nada, excepto de nosotros mismos.

(*) Filósofo, poeta, performer, ecologista, artista y periodista argentino. Pionero en el arte performativo. Precursor del minimalismo en América Latina y del Land Art según Jean Baudrillard. Autor del "Manifiesto de los Indignados contra el Neoliberalismo'' año 2011. Miembro-asesor de The World Literary Academy (Cambridge, Inglaterra), "Biography of the year Award" Historical Preservation of America (1986), "Man of the Year" IBC Cambridge 2004, Miembro activo de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).

 

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