EL GENOCIDIO DEBE CONTINUAR
LUIGI
CARINCI
En el día 29 del
conflicto israelí-palestino son más de 9,000 las victimas, de las cuales 3.826
niños y niñas, y más de 32.000 las personas heridas, a los que se añaden los
cientos de asesinados en Cisjordania
Los datos de la
masacre en Gaza no dejan margen al hipérbole. Más de 9,000 victimas, de las
cuales 3.826 niños y niñas, 32.000 personas heridas, a los que se añaden los
cientos de asesinados en Cisjordania.
Casi un mes después del principio del conflicto, la magnitud de la tragedia es tal que los padres y las madres están escribiendo los nombres de sus hijos en las sabanas para su identificación posterior en caso de fallecimiento.
“Hay muertos en la
casa de a lado y nadie puede recuperar los cadáveres, el olor es tremendo. Mis
hijos están aterrorizado” nos relata Raseel, madre de una familia de cinco,
bloqueados en el norte de la Franja.
Mientras las bombas
continúan cayendo sobre los barrios y campos de refugiados, cientos de familias
se ven obligadas a establecer hogares temporales en áreas comunes de las
escuelas y los hospitales. Como Humas y
su familia que denuncian las condiciones extremas a los que están sometidos de
falta de agua, de comida y de higiene “estamos sufriendo mucho, necesitamos
protección internacional”.
Y aunque sean
lugares de refugio, ayer viernes, una vez más, se produjeron ataques a varios
hospitales por parte de las fuerzas israelíes. Al Complejo Médico Al Shifa, el
hospital Indonesio de Bait Lahia en el norte y el hospital infantil Al Nasr, lo
que resultó en la trágica pérdida de más de 50 vidas, de las cuales más del 40%
eran niños. Los maltrechos reporteros palestinos han difundido imágenes
impactantes de lo ocurrido, mostrando cuerpos desmembrados recogidos en bolsas.
A estas atrocidades
diarias se suma la carencia total de recursos. En el caso del Hospital Al
Shifa, el más grande de la región, han transcurrido más de 48 horas sin
suministro eléctrico debido a la escasez de gasolina para alimentar los
generadores. Los médicos se ven obligados a llevar a cabo procedimientos
quirúrgicos sin anestesia y a utilizar vinagre como única opción para la
desinfección de las heridas. Según nos informan fuentes gazatíes, se estima que
más de quince hospitales están fuera de servicio.
Por otro lado, en
Cisjordania, la situación se torna cada vez más alarmante a medida que aumenta
el número de víctimas a manos del ejército israelí y de los colonos. La cifra
de fallecidos supera ya los cientos. Además del aumento de la violencia, la
preocupación se agrava debido a la difícil situación de algunos de los 4,000
trabajadores palestinos que fueron retenidos en Cisjordania. De los dos mil que
han sido devueltos a Gaza ayer mismo, y que han denunciado maltratos en las
cárceles, muchos otros todavía están desaparecido.
Evidentemente en
este contexto las palabras pronunciadas en una conferencia por Gideon Levy,
periodista judío, cogen cierto sabor profético: “en la sociedad israelí hay una
sistemática deshumanización de los palestinos, piensan que no son seres humanos
y que no es un problema de derechos humanos”.
Las declaraciones
de ayer del Secretario de Estado estadounidense Blinken parece redundar en esa
profecía: “hemos brindado a Israel
consejos que sólo los mejores amigos pueden ofrecer sobre cómo minimizar las
muertes de civiles y al mismo tiempo lograr sus objetivos de encontrar y acabar
con los terroristas de Hamás y su infraestructura de violencia”. Ha terminado
su intervención con una frase de reciente reminiscencia ” nos concentramos en
establecer las condiciones para una paz y seguridad duraderas y sostenibles”.
Y por lo tanto, los
74 ancianos palestinos que habían sobrevivido a la Nakba de 1948 y que han perdido
la vida en el conflicto en curso o las cientos de familias aniquiladas, las
generaciones de jóvenes destrozados física y mentalmente, los miles de niño
asesinados no merecen mayor consideración, no merecen la aplicación del derecho
internacional, el genocidio debe continuar.
Desde la sociedad
civil árabe, desde aquellos que denuncian el odio y el apatía de quienes no
sienten ni consideran igual el sufrimiento del pueblo palestino, nos llegan una
y otra vez avisos premonitorios. El escritor egipcio Mohamed Seif El Nasr, en
un artículo de opinión publicado en la web Mondoweiss, comenta asolado: “estoy
abriendo los ojos a la hipocresía, el racismo y la fea confirmación de que
nuestras vidas y muertes todavía no se valoran ni se consideran iguales. Como la
mayoría de las personas en el Sur Global, estoy indignado por la narrativa de
condenar a Hamás únicamente por el ataque del 7 de octubre, la insolencia de
actuar como si no hubiera sido provocado y el fracaso moral de verlo en el
contexto de 75 años de deshumanización, colonialismo, limpieza étnica, robo de
tierras, violencia, tortura y violaciones a manos de Israel”. La humillación permanente no deja margen para
la concordia.
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