LOS ARTÍCULOS DE MÉNDEZ, CUÉ Y JULIANA
El
PSOE prefiere tener a su lado a una izquierda que, si logra derrotar a Podemos,
perderá los apoyos mediáticos que mantiene y volverá pronto al lugar en el que
la dejó el tertuliano de Al Rojo Vivo Gaspar Llamazares
PABLO IGLESIAS
Kiosco de prensa, en Madrid.
Cada vez menos gente compra el periódico el domingo para leerlo tranquilamente mientras disfruta de un café. Ni siquiera yo, que profesionalmente estoy obligado a leer muchos periódicos todos los días, cumplo ya el viejo ritual de ir al kiosko el domingo a comprar El País, La Vanguardia y alguna superthing para los enanos. Me resulta más cómodo leer directamente los pdf en el móvil y reservar el placer del papel y el subrayador para algún libro.
Pero aunque los periódicos en papel tengan cada vez menos lectores, los siguen leyendo las personas quienes los tienen que leer, empezando por los que diseñan las escaletas de radio y de televisión.
Hoy hay tres artículos que firman
tres figuras muy relevantes (y muy diferentes) del periodismo, que creo que
pueden resultar interesantes para que la gente de izquierdas entienda qué es lo
que cuenta y filtra el PSOE a la prensa estos días.
El primero lo firma Lucía Méndez
en El Mundo. Creo que no hace falta malgastar caracteres en explicar a los
lectores de CTXT lo que representa El Mundo y lo que representa Lucía Méndez.
Vayamos a lo importante. La tesis de Méndez es que Podemos (que identifica con
un servidor) querría hacer caer el Gobierno y debilitar a una Yolanda Díaz que
sería la preferida por Sánchez.
El segundo artículo lo firma
Carlos Elordi Cué en El País. Cué es el periodista preferido de Moncloa para
transmitir sus señales desde el que es su periódico de referencia (el viejo
intelectual orgánico de la Transición en palabras del malogrado y ácido
Gregorio Morán). Si lo dice Cué y lo dice El País lo está diciendo Moncloa. La
tesis del artículo de Cué es que buena parte del PSOE quiere las cabezas de
Belarra y Montero en bandeja de plata y que Yolanda Díaz es una buena aliada de
Sánchez. Si Sánchez no entrega esas cabezas es porque no puede, no porque no
quiera.
El tercer artículo lo firma Enric
Juliana en La Vanguardia. Juliana es más sutil y habla más idiomas pero sus
fuentes del PSOE le han dado un mensaje inequívoco. Juliana dice que Pedro
Sánchez no rompió el gobierno gracias a que Yolanda Díaz tuvo un tono diferente
al de Podemos y describe al partido de Belarra como un erizo enroscado.
Los tres artículos señalan un
curioso dato más; no hacen hipótesis sobre si la izquierda recuperará algún
ayuntamiento o comunidad autónoma gobernada por la derecha, tampoco dicen nada
sobre si los gobiernos de coalición de la Comunidad Valenciana, Baleares,
Canarias o Aragón resistirán o no, pero los tres señalan que Unidas Podemos no
tendrá buenos resultados en esos procesos electorales y que eso favorecerá la
posición negociadora de Díaz a la hora de reducir el peso de Podemos en la
coalición que forme.
Leyendo los tres artículos es
bastante evidente lo que el PSOE quiere transmitir; quieren un aliado a su
izquierda que se parezca lo más posible a Más Madrid y a Compromís. ¿Quién, si
no, daría fuerza a Díaz para negociar tras las elecciones de mayo?
Este deseo contiene una paradoja
evidente. Se supone que esas candidaturas tienen una mayor capacidad de
penetración en el espacio electoral del PSOE que Podemos. ¿Entonces, por qué
las prefiere el PSOE? En la respuesta a esta pregunta está una de las claves
para entender la política de estos últimos años.
La gran diferencia política,
nunca reconocida, en el espacio político de la izquierda española tiene que ver
con la naturaleza ideológica que se atribuye
a la sociedad española.
Hay quien piensa que la
estructura ideológica de la sociedad española es muy diferente de la vasca y de
la catalana y que en España, para lograr la hegemonía en el espacio de la
izquierda, hay que asumir los marcos y los referentes culturales y mediáticos
que hicieron del PSOE el gran partido del régimen. La tesis tiene ejemplos que
aparentemente la sostendrían, como el éxito electoral de Manuela Carmena en
Madrid, una figura mucho más cercana al mundo ideológico del PSOE que al de
Podemos.
Por otro lado, hay quienes
pensamos que la sociedad española tiene recursos ideológicos disponibles para
un proyecto de transformación más ambicioso, pero que hacen falta instrumentos
culturales y mediáticos para activarlos. Pensamos que el primer Podemos nunca
se pareció lo más mínimo a lo que hoy representan Más Madrid o Compromís y que
nació criticando precisamente los marcos culturales e ideológicos del sistema
del 78. Pensamos además que Carmena nunca habría ganado las elecciones de
presentarse con el PSOE.
En España no había partidos de
ultraderecha con representación parlamentaria pero después de ocho años de
violencia mediática, ya tenemos nuestro partido ultra al tiempo que el propio
PP se ha ultraderechizado. La sociedad española siempre ha tenido el fascismo
disponible en sus entrañas pero, del mismo modo, como los dos últimos siglos de
historia demuestran, existe también lo que Juan Andrade llamaba un excedente de
radicalismo democrático. Ese radicalismo democrático puede ser activado.
La falta de pluralidad mediática
en España ha sido clave para dificultar esa activación que sin embargo fue
posible el 15M, en un contexto muy particular, y que empezó a producirse en
clave electoral en 2014 cuando dejaron salir demasiado en la tele a un tipo con
coleta.
Eso lo sabemos nosotros pero,
atención, lo sabe también el PSOE, que prefiere tener a su lado a una izquierda
que, si logra derrotar a Podemos, perderá los apoyos mediáticos que mantiene y
volverá pronto al lugar en el que la dejó el tertuliano de Al Rojo Vivo Gaspar
Llamazares.
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