YOLANDA DÍAZ, CANAL
RED, LAS PELEAS DE SIEMPRE Y ALGUNAS RAZONES ESCONDIDAS
JUAN CARLOS MONEDERO
La
vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social,
Yolanda Díaz, y el líder de Más País, Iñigo Errejón.- FOTO EDUARDO PARRA (EUROPA
PRESS)
¿Será que vienen elecciones?
El ruido político sube en relación directamente proporcional a la cercanía de las elecciones. Dos más dos son cuatro. Siempre ha sido en estas fechas cuando han estallado las falsas acusaciones contra Podemos, cuando los jueces se han convertido en actores políticos y las tertulias han puesto a pleno funcionamiento su máquina del fango -después de una estrategia temporal que pasa por haber depurado sus plantillas de tertulianos críticos-. Esta certeza no quita que tengamos derecho a separar el grano de la paja.
En esta discusión sobre el papel de la izquierda en
las cercanas elecciones municipales y autonómicas echo en falta que todos los
actores sinceren qué hay detrás de sus argumentos. Es evidente que no hace falta
ese ejercicio en OK Diario, en La Razón o El
mundo, en El programa de Ana Rosa o el de Susana Griso, en
el telediario de Vallés, con los discursos e invitados de Motos en El
Hormiguero o con las homilías de Federico Jiménez Losantos, Carlos
Herrera o Carlos Alsina. Tampoco hace falta con VOX ni con el PP ni con
Ciudadanos. Juegan a la democracia con las cartas marcadas y son
capaces de robarse el dinero de la Operación Chamartín de turno, el destinado a
niños hambrientos de África, el de una visita del Papa o del bono eléctrico
pensado para las familias vulnerables.
No olvidemos que una de las estrategias centrales de
la derecha, sabiendo que alguien de izquierda nunca les votaría, es desalentar
a esos votantes progresistas y que no vayan a las urnas
En cambio, en los ámbitos más entreverados, en esos
donde el periodismo no responde a pautas mercenarias y, en la política, donde
se mantienen un ámbito de respeto a la virtud pública más allá de los intereses
particulares personales o de partido, la confusión no es menor y eso termina
golpeando a los intereses democráticos del conjunto de la ciudadanía. No
olvidemos que una de las estrategias centrales de la derecha, sabiendo que
alguien de izquierda nunca les votaría, es desalentar a esos votantes progresistas
y que no vayan a las urnas.
Ante tanta turbiedad, claridad. Habría que
apelar, aunque es ingenuo, a la honestidad del político o del opinador de la
política -pues ambos van configurando un ánimo público que decidirá las
elecciones-para que expresaran realmente qué hay detrás de sus afirmaciones.
Leo argumentos y con cada vez más frecuencia creo que están razonando con fines
diferentes a los que enuncian. El chat GTP suele ser más sincero.
Como ocurre cotidianamente en los medios y en las
redes sociales, hay una legión de malpagados que reciben su soldada buscando
argumentos para descalificar cualquier mensaje que venga de la izquierda
Con mayor o menor consciencia. La astucia de la razón
hegeliana es precisamente eso: que junto a tu voluntad y tu libre albedrío no
dejas de ser hijo de tu tiempo, de tu condición social y de tu manera de estar
en el mundo. En las ciencias sociales, para explicar el comportamiento de los
actores políticos y de la ciudadanía en general invitamos a mirar desde cuatro
sitios: desde las teorías de la elección racional, que nos presuponen egoístas
y maximizadores de nuestra utilidad (utilidad material o de estatus o de
prestigio); desde las instituciones en donde operamos (con sus restricciones y
también las capacidades que brinda); desde los diferentes "círculos de
reconocimiento" en donde nos miramos; y desde el compromiso individual de
cada cual con lo que es bueno, bello y verdadero. Es decir, desde la decencia y
la honestidad.
Es importante clarificar porque, como viene siendo
común, es más el ruido y la tinta que oscurece el trasfondo que la claridad de
los argumentos. Como ocurre cotidianamente en los medios y en las redes
sociales, hay una legión de malpagados que reciben su soldada buscando
argumentos para descalificar cualquier mensaje que venga de la izquierda. Hay
que señalarlos.
Pero la izquierda sabe que con una katana no puede
ganar a los cañones. Ha aprendido más de El último samurai que
de Novecento. En estos días ha habido polémica porque desde el
aire de familia de Podemos, una guerrilla mediática que está
ojo avizor a los movimientos de la derecha o de la izquierda
"realista" para contrarrestar su enorme capacidad de tiro ha sacado
sus herramientas, no siempre habiéndolas engrasado antes. Es verdad que en ese
ejercicio cae algún troyano al lado de los tirios, pero no dejan de ser
pedradas de David contra los Goliath del panorama mediático. Es sorprendente
que en la Europa de los medios que defendieron las armas de destrucción masiva
en Irak, la que controla cientos de fábricas de bots, la que dedica cantidades
ingentes de dinero para mentir en las redes se señale a la izquierda porque
pone unos cuantos tuit. Quizá la inminencia de la puesta en marcha de Canal
Red, un proyecto televisivo por internet que impulsa el ex vicepresidente Pablo
Iglesias, explique por qué aumentan las expectativas y las diatribas.
Pero la izquierda sabe que con una katana no puede
ganar a los cañones. Ha aprendido más de El último samurai que
de Novecento.
¿Qué piensan los que no nos cuentan lo qué piensan?
Como decía el doctor House, "todos mienten".
Parece que el ejercicio intelectual por excelencia en la actualidad es desvelar
lo que reposa debajo de las mentiras. Dedicar más tiempo a desaprender que a
aprender. Tiene ventaja la izquierda a la hora de defender la verdad, porque al
querer superar el sistema tiene menos necesidad de mentir. Sin embargo, ¿es
toda la izquierda igual? ¿Hay argumentos que no se enuncian? ¿Qué buscan los
actores políticos en el campo progresista?
Suspiran por aniquilar a Podemos, empezando por sus
líderes y sus ex líderes, aunque eso sería su fracaso (y Sánchez sabe que su
fracaso se lo cobrarán muy caro los Page, Lamban y demás derecha del PSOE).
En un ejercicio apresurado de lectura de intenciones
podríamos señalar las siguientes hipótesis:
PSOE:
es decir, Pedro Sánchez, que quiere seguir gobernando y para ello sabe que
necesita que las fuerzas de izquierda ajenas al bipartidismo saquen un
resultado suficiente. Al mismo tiempo, suspiran por aniquilar a Podemos,
empezando por sus líderes y sus ex líderes, aunque eso sería su fracaso (y
Sánchez sabe que su fracaso se lo cobrarán muy caro los Page, Lamban y demás
derecha del PSOE). Por un lado, porque no les darían los escaños: hay gente de
izquierda que ya nunca votará al PSOE. Además, alejaría a Bildu y ERC y pondría
en peligro el nuevo bloque de gobierno. Esas pasiones contradictorias explican
la sensación de veleta del PSOE (y también los bandazos de lo que se empieza a
conocer como la "progresía mediática"). Necesitan que Yolanda Díaz,
de la que piensan que ha perdido demasiado tiempo, haga la tarea que se le
encomendó, y piensan que si sigue enfadando o ninguneando a Podemos el proyecto
naufragará. Aunque Tezanos les dijera lo contrario, saben que si se divide la
izquierda no habrá votos para sumar una mayoría frente al PP-VOX. Además, desde
el PSOE no contaban con que las cesiones a la derecha iban a reforzar el
liderazgo de Irene Montero (en parte, y era impredecible, por el capricho
soberbio de Pilar Llop, la Ministra de Justicia). Desde que se fue Iván Redondo
y a alguien se le ocurrió la moción de censura de Murcia, no son pocas las
veces en donde parece que la estrategia socialista falla.
Podemos:
siente que ha sufrido desde 2014 una cacería indigna de una democracia y que
los que pretenden beneficiarse de los ataques que ha sufrido no tienen
coherencia de izquierda. Sabe también que les atacan porque son los que han
cambiado España (y que cuando te vas de Podemos, todo se suaviza. Pensar que
algún líder de Podemos hubiera cobrado ilegítimamente el bono social nos lleva
a un escenario de portadas, tertulias, informativos y linchamientos que no han
existido cuando ha sucedido en otras izquierdas. Escucho a algún asesor de la
izquierda madrileña errejonista diciendo: "aguanta, que se pasa y vamos a
seguir como si no pasara nada". Alguno que nunca podría decirse desde
Podemos porque nunca nada se pasa). Al tiempo, Podemos piensa que todos los que
le critican acusándole de fragmentar a la izquierda son gente
que estaban en Podemos, se hicieron famosos gracias a Podemos y ahora todos han
fundado partidos contra Podemos o que quieren sustituir a Podemos (Íñigo
Errejón con Más País, Teresa Rodríguez con Adelante Andalucía, Alberto
Rodríguez con Drago o Yolanda Díaz con Sumar). Sabe que ha sido su coherencia y
su consistencia la que ha logrado las principales leyes sociales en España y
tiene en su cuerpo las cicatrices que le ha producido arrancarle al PSOE esas
políticas (de las cuales luego el PSOE hace gala y se cuelga medallas). Como
fuerza avasallada y asediada, recuperó su autoestima tras el fiasco de las
elecciones andaluzas (un desastre creado al alimón entre Izquierda Unida y el
equipo de Yolanda Díaz con la colaboración de Más País). Y después de que
Errejón creara a sus espaldas un partido con los once liberados que le entregó
Podemos, no está dispuesto a repetir esa experiencia. Sabe también que el PSOE
está más cómodo con Yolanda Díaz que con Ione Belarra o Irene Montero y, por
coherencia personal y respeto a los militantes, va a defender con firmeza la
plaza. Podemos, con la nueva dirección, ha empezado a hacer por vez primera
partido. Y eso le otorga un largo aliento que le ayuda a pensar que no se lo
juega ya todo a una carta. Por eso presiona con lo que considera que es justo y
con la firmeza del que no va de farol.
Izquierda Unida:
en verdad había que decir el PCE. El histórico partido comunista de España, que
mantuvo la bandera de la dignidad en solitario y luego en Izquierda Unida
durante mucho tiempo, vio en 2011 cómo el 15M le arrollaba. No supo leer el
cambio de los tiempos y despreció lo que significaba la gente en las calles.
Después, el PCE decidió "migrar" a Unidas Podemos igual que antes
había migrado a Izquierda Unida. Aunque perdió en Unidas Podemos la centralidad
que tenía en IU cuando era el principal partido de la coalición. Ahora ha
decidido volver a migrar, en esta ocasión a Sumar, confiando
en que la militancia en el Partido Comunista de España de Yolanda Díaz le
permitiría recuperar la centralidad perdida. Es lo que explica por qué Enrique
Santiago y Alberto Garzón están entregados al proyecto de Sumar y, concierta
sorpresa, a Yolanda Díaz, pese a que ideológicamente estarían más cerca de
Podemos. (Pensemos, por ejemplo, en las posiciones en la guerra de Ucrania,
recordando que Izquierda Unida nació del movimiento Anti-OTAN). Y es también lo
que explica que los que ayer argumentaron como una de las razones para irse de
Podemos el pacto con Izquierda Unida, ahora pacten entre sí, como pasó en
Andalucía. La nueva política a veces se parece mucho a la vieja. Y por eso no
es extraño que en ese viaje acompañen al viejo comunismo todos aquellos y
aquellas que sueñan con una izquierda inmaculada, que prefieren no gobernar
para no tener que enfrentarse a la dureza de saber que dios no existe y que
prefieren odiar a Podemos antes que enfrentar la realidad y cambiarla.
La ira entre Podemos y el errejonismo está
ahí, si bien es condición necesaria que se supere. Los votantes, salvo los más
concienciados, no entienden las disputas.
Más País-Más Madrid:
Más País tiene dos escaños. Relevante no es. En cambio, el partido más fuerte
de la izquierda madrileña es Más Madrid. Por un lado porque Podemos no se
presentó a las elecciones municipales después de la espantá de
Errejón y Manuela Carmena; por otro, porque Mónica García, como médico
anestesista, supo hacer una oposición a Díaz Ayuso que, si bien no fue eficaz
tuvo brillo. El partido que lidera Mónica García es una referencia obligada
para salir de la barbarie de Díaz Ayuso y de Martínez-Almeida. Pero se sabe en
los mentideros de la villa que la relación entre Errejón y la dirección de Más
Madrid no es buena. Han sido notorias las ausencias en su espacio político en
defensa de Mónica García con el caso del innecesario, torpe e injustificable cobro
del bono social y el bono térmico (siendo una familia acaudalada). Tampoco ha
salido Yolanda Díaz a defenderla, pese a que era evidente que es o era su
aliada en Madrid. Más País nació del error de cálculo -o la mentira programada-
de que iba a sustituir a Podemos en las elecciones de 2019. La historia es
conocida: Errejón sacó su escaño y los verdes otro. Dos escaños. Podemos perdió
al menos trece. Pero el apoyo mediático ha sido enorme (como le pasó a Albert
Rivera). Ferreras, el del es burdo pero voy con ello contra
Podemos, no hay día que no le brinde su apoyo. Más País es un proyecto que
suena a desesperado (hemos visto un acto en Canarias de Errejón con Alberto
Rodríguez, pese a que no le apoyó cuando le quitaron injustamente el escaño. En
ese acto en Canarias también estaba un tipo aupado por Jesús Gil, el corrupto
de Marbella, condenado por fraude electoral). Pese a las cuitas
pendientes, hay que pensar en cómo suturar las heridas. La ira entre Podemos y
el errejonismo está ahí, si bien es condición necesaria que se
supere. Los votantes, salvo los más concienciados, no entienden las disputas.
Mónica García se negó a la alianza en Madrid con Podemos que le propuso
Alejandra Jacinto y Roberto Sotomayor. Podemos ahora se encuentra con
que el cobro del bono social por Mónica García -que si los medios hubieran
apretado hubiera devenido en una dimisión- quizá baje los humos y haga más
fácil el entendimiento.
Si la irrupción de Podemos en 2014 supuso la ruptura
del bipartidismo, la emergencia de Canal Red es probable que suponga el fin del
duopolio privado de los medios en España
La progresía mediática: quizá el humor que más acompañe al periodismo
progresista es el que dice que le corresponde a Podemos salvaguardar el
gobierno de coalición cediendo cada vez que hay un conflicto con el PSOE. Llama
la atención que apenas se les identifiquen señalamientos duros al socio
mayoritario, al PSOE, mientras que constantemente le dicen a Podemos lo que
tiene que hacer, que consiste, por lo general: en no levantar la voz ni
criticar los incumplimientos del PSOE, en aceptar lo que Sánchez imponga como
Presidente del Gobierno, en ceder ante cualquier vendaval mediático que dirija
la derecha, en aceptar y celebrar lo logrado y dejar para otra ocasión lo no
conseguido, en definitiva, en convertirse en un gestor complaciente de las
políticas que el PSOE esté dispuesto a tolerar. Esta izquierda
mediática es útil en la medida en que defiende al gobierno de coalición, pero
suelen contemporizar en tiempos de zozobra y, llegado el caso, terminan
culpando a Podemos de la "polarización" -aunque sea responsabilidad
de jueces haciendo política o del PSOE incumpliendo los acuerdos de gobierno- y
al final son rehenes de la lógica general de los medios en los que trabajan. Para
la progresía mediática el ideal es un gobierno de coalición entre el PSOE y
Yolanda Díaz, donde Podemos pierda su capacidad de dar un golpe en la mesa del
Consejo de Ministros y quede como un Pepito Grillo que oriente
el rumbo, y donde la incorporación de Bildu y ERC a la gobernanza de España sea
sustituido por apoyos del PNV y de sectores oportunistas del independentismo
catalán.
Pablo Iglesias y Canal Red: Después de la creación de Podemos, la siguiente
carga de profundidad contra los residuos del régimen del 78 es la creación de
una televisión que opere al margen del oligopolio que configuran Mediaset (de
Berlusconi y ahora reorientándose hacia la derecha española), AtresMedia (del
grupo Planeta, es decir, del PP y con simpatías con VOX) y RTVE (en manos del
partido de gobierno de turno o, ahora mismo, por la brillantez de Bolaños, del
PP). Iglesias salió del gobierno por propia voluntad pero desde el hastío de no
haber podido desarrollar las transformaciones que había imaginado. Toda esa
tarea pendiente, más la constatación de que la derecha española y acompañantes
no hacen prisioneros -juicios, fomento de las divisiones, un año asediándole a
él, a su compañera y a sus hijos en la puerta de su casa, bulos cotidianos
demonizando o intentando quebrar el ánimo, traiciones políticas y persecuciones
constantes a los compañeros y compañeras- le llevan a Iglesias a desarrollar un
proyecto mediático carente de cualquier ingenuidad. Canal Red va a ser un actor
esencial en la reconfiguración de la izquierda española y su único riesgo es él
mismo, es decir, alimentar el marco del asedio y dar la sensación de estar
asediado, configurando una política de "nicho" que no permita crecer
al espacio como hizo Podemos en 2014 leyendo correctamente el 15M. Si la
irrupción de Podemos en 2014 supuso la ruptura del bipartidismo, la emergencia
de Canal Red es probable que suponga el fin del duopolio privado de los medios
en España, que ha sido la condición necesaria del rapto democrático que hemos
sufrido en manos del bipartidismo.
Ninguna idea política tiene fuerza si no se convierte
en una emoción.
Conclusión
Estas notas pretenden dar cuenta, con la urgencia de
una nota periodística, de las corrientes de fondo que se expresan en la
izquierda. Se leen sobre todo, como ocurre en los partidos, desde la lógica de
las teorías de la elección racional: todos buscan, con egoísmo de grupo o
individual, maximizar su utilidad, aunque hay más o menos incursiones de
honestidad y decencia. En España -no así en otros lugares- el marco
institucional aún funciona, aunque lo que le está haciendo el PP al poder
judicial está poniendo en riesgo la credibilidad de la división de poderes.
Estamos, como venimos repitiendo, en la paradoja de que es la izquierda la que
está defendiendo la democracia liberal y sus pesos y contrapesos. La idea del
"círculo de reconocimiento" (que desarrolló Alexandro Pizzorno) nos
muestra que esa referencias de comportamiento ahora mismo son un factor de
división entre las diferentes familias de la izquierda, porque tienen enormes
dificultades para comunicarse entre ellas. Por último, ¿qué queda de la mirada
generosa, de la ideología de izquierdas basada en la fraternidad, del humanismo
que implica compasión, de la mirada para la que y nada de lo que es humano nos
es ajeno? Pues hay que convenir que no está en su mejor momento. Y eso es un
error. Ninguna idea política tiene fuerza si no se convierte en una
emoción.
La política en la izquierda no puede ser solamente un
pulso permanente. Si te haces con dragones terminas
siendo igual que los caminantes blancos.
Yolanda Díaz ha gastado una parte de su capital simbólico,
igual que le ha pasado algo similar a todas las fuerzas de la izquierda (es
evidente que el Podemos de 2023 no es el Podemos de 2015 y que el PSOE agotó su
crédito por su papel en el bipartidismo).
Yolanda Díaz aceptó el reto para superar este bache. Es muy probable que las
hendiduras en la nave de la izquierda solo puedan superarse recuperando la idea
de unidad. La unidad sólo se va a construir con una suerte de generosidad y de
reconocimiento. Hasta ahora, la generosidad ha brillado por su ausencia salvo
en el caso de Podemos (hay que recordar que el PCE y Alberto Garzón se
opusieron a que Yolanda Diaz fuera Ministra, pese a que ahora se desborde el
incienso en su relación). La política en la izquierda no puede ser
solamente un pulso permanente. Si te haces con dragones terminas siendo
igual que los caminantes blancos.
Le corresponde a la Ministra de Trabajo organizar
creativamente esa suma de generosidad y de reconocimiento para que la unidad
sea la foto de la izquierda en las elecciones. Vuelve a ser un error no
colaborar en las elecciones municipales pensando que un debilitamiento de las
fuerzas de la izquierda significa un reforzamiento de Yolanda Díaz. Decía
Platón en Las leyes que en los asuntos complejos hacía falta
la comparecencia de Zeus. Pero el maldito Zeus sigue empeñado en guardar
silencio.
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